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Por Óscar Jaramillo
Osorio
La expedición que en
1538 realizara Juan Badillo se constituyó en el antecedente básico
para que San Jorge de Cartago fuera fundada donde hoy se encuentra
Pereira.
Con un grupo de sus integrantes, procedentes de Cartagena de Indias
y no de Popayán, fue con quienes Jorge Robledo fundó a San Jorge de
Cartago, hecho que le permitió a Pedro de Heredia calificarla de
fundación cartagenera, ya que fue hecha con soldados sobre los que
él alegaba tener autoridad como gobernador.
Tan decisiva fue la actuación de aquella tropa para esta fundación
que a la nueva ciudad habrían de ponerle el nombre de San Jorge de
Cartago, origen de la palabra Cartagena (1). Un hecho del cual dan
fe los cronistas de la época fray Pedro Simón, fray Jerónimo de
Escobar y Juan López de Velasco, como bien se ve en los documentos
publicados en el primer número de la revista Pindaná de los
Zerrillos.
Merece pues ser evocada esta expedición como un antecedente sin el
cual no se habría dado el arribo de Robledo a las vecindades del
Otún en 1540 y para que allí, en ese momento y no más tarde, se
iniciara la existencia Cartago Viejo. Además, porque fue una epopeya
sin parangón en la conquista de América. No se encuentra en los
anales de esta conquista una odisea más intrépida de quienes por ir
tras un beneficio personal lo arriesgaran todo y a la postre no
cosecharan más que sufrimientos, muertes y frustraciones.
Buscando penetrar en las inhóspitas montañas de Antioquia, pobladas
de tribus guerreras y antropófagas, fue atroz correría luego de dos
intentos infructuosos que hicieran los hermanos Pedro y Alonso de
Heredia.
Muchas han sido las reseñas de aquella gesta de Badillo y sus
compañeros. Una que nos llega muy de cerca, la de don Carlos
Echeverri Uribe en su libro “Apuntes para la Historia de Pereira”,
edición de 1921, no pasa de ser sucinto contexto que hoy se observa
con desajustes e imprecisiones; pero como otras más recientes y muy
difundidas nos ofrecen de ella amplios y documentados estudios, aquí
sólo haremos somera alusión a lo que fuera tal expedición. El
propósito central no es de emular juiciosos trabajos que ya se
encuentran al alcance de cualquier lector, sino el de mostrar como
sin esa gesta Cartago Viejo no habría sido parte muy importante de
la historia emergida en el sitio donde hoy se asienta la ciudad de
Pereira.
Detalles de la gesta
Poco tiempo después de fundar a Cartagena el 21 de enero de 1534,
Pedro de Heredia ordena a su hermano Alonso remontar el río
Magdalena, en compañía del capitán lusitano Francisco César, para
descubrir las tierras hacia el sur de la provincia.
Estos navegan río arriba hasta encontrar la desembocadura del Cauca
y se internan por este hasta llegar a inmediaciones de lo que hoy es
Puerto Valdivia, donde el río pierde navegabilidad y fracasan en su
intención de penetrar en los territorios de Antioquia por esta vía.
En 1525, Santa María la Antigua del Darién es fundada por el capitán
Francisco Barrionuevo cerca del río Curí, en la margen izquierda de
río Atrato. Es la primera ciudad fundada en tierra firme en el
continente americano. Como estuviera bajo la gobernación de Castilla
de Oro, a cargo de Pedrarias Dávila, había sido motivo de disputa
con los hermanos Heredia, por lo cual fué abandonada. Entonces
Alonso de Heredia funda en el lado opuesto del río Atrato o ribera
occidental a Sebastián de Buenavista en 1535 y de esta población
parten todas las expediciones hacia las montañas de Antioquia. La
primera en abril de 1536 comandada por Pedro de Heredia quien inicia
su viaje por el Atrato, pero para pronto abandonar su embarcación y
proseguir por tierra, con un séquito de 60 hombres de caballería y
150 de infantería.
Después de tres meses de transitar por caminos anegados por el
invierno, encuentran una extraña ranchería construida en las copas
de los árboles, con indios desnudos que les arrojan cenizas, agua
caliente, troncos y flechas. Después de perder un número
considerable de hombres y caballos regresan a San Sebastián de
Buenavista.
Francisco César convence a Heredia para una segunda incursión a
finales de 1536, poco tiempo después de haber partido mueren veinte
de sus hombres y diez caballos.
Acondicionando los caminos indígenas para el transito de caballos,
después de siete meses de penurias, encuentran un hermoso valle
poblado. Habían llegado a Buriticá. Se desarrolla un combate con los
nativos donde Francisco César mata de un lanzazo a Quinunchú,
hermano del cacique Nutibara. La superioridad de las armas y la
cantidad de muertos producen la desbandada de los indios.
Capturan una anciana que bajo amenazas los conduce a tres leguas de
distancia, donde les señala una gran piedra de cancel escondida en
la manigua y que al ser removida ofrece una escalera, también de
piedra, que los conduce a una bóveda, donde descubren un tesoro
avaluado en 100.000 pesos oro de la época. Regresan a San Sebastián
con ingentes pérdidas en caballos. Son 63 hombres enfermos,
famélicos y con la peor de las fiebres: el oro.
El licenciado Juan
Badillo -o Vadillo como lo escriben otros cronistas- había llegado
de Santo Domingo a residenciar (2) a los hermanos Heredia por sus
atropellos a los pueblos Zenúes para robarles el oro.
El capitán Francisco César se presenta ante Badillo, quien asumiera
la Gobernación de Cartagena por haber apresado a los Heredia, le
ofrece parte del tesoro que trajera de su incursión hasta Buriticá y
así lo convence para emprender una nueva expedición a la región.
Entonces ambos se ponen rápidamente a preparar este viaje y Badillo,
quien es el supremo comandante, nombra a César Teniente General de
las tropas reunidas al efecto. A finales de 1537 parten de San
Sebastián de Buenavista, cerca de lo que hoy es Necoclí, con un
contingente en el que también marchan Juan de Villoria, capitán de
caballería, Alonso Saavedra, capitán de infantería, el alférez
Montemayor,tesorero, Baltasar de Ledezma, teniente
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LA
EXPEDICIÓN DE JUAN BADILLO, PRECURSORA DE CARTAGO VIEJO
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descubrimiento más trascendental desde que salieran de San
Sebastián. Son los restos de la suela de una bota, lo que confirma
que otros europeos habían transitado por allí. Los indios que traían
aceptan que dos años antes habían pasado por ese lugar, hombres y
caballos similares a ellos. Eran las huestes de Sebastián de
Belalcázar, quien había llegado hasta lo que hoy es Anserma.Ocho
días de marcha en completo mutismo los separan del valle de Lile o
Cali. En la tierra de los Gorrones son detectados por una tropa que
los conduce a Cali donde los reciben Antonio Redondo y Pedro de
Ayala.
Las tropas de Belalcázar en Cali creían que el río Cauca, el río
grande de Santa Marta, era el río Darién o Atrato, pero Badillo les
aclara que ellos habían dejado el Darién a su derecha y que al
encontrar el río Cauca en el sitio de Viara, habían caminado hacia
el sur por la margen occidental, ante la imposibilidad de
atravesarlo.
El balance del viaje no puede ser peor. El costo de la expedición
había sido de 150.000 pesos oro de la época (Badillo calculó 50.000
pesos oro), habían perdido 119 caballos, 92 hombres y cientos de
porteadores habían muerto o desertado. Después de recuperar las
alforjas con el oro que habían perdido poco antes de llegar a Cali,
hacen la repartición y a cada uno de los expedicionarios le
corresponde la suma de cinco pesos y medio oro. El capitán Jorge
Robledo, alcalde de la población, sacrifica dos cerdos que cuestan
1600 pesos oro y los reparte entre los recién llegados. Suponiendo
que los dos cerdos produjeran 160 kilos de carne, el precio por kilo
de carne seria de diez pesos oro. ¡Cada expedicionario recibe el
equivalente a una libra de carne de cerdo!
El licenciado Badillo es remitido a Panamá vía Buenaventura y allí
es reducido a prisión por el juez de residencia Santa Cruz, quien en
tal condición lo envía a Cartagena de donde a su vez es remitido a
Sevilla con pliego de cargos ante la justicia y donde morirá años
más tarde sin alcanzar a ser sentenciado.
El capitán Robledo comprende que debe poblar cuanto antes aquellos
territorios, antes de que lo haga la Gobernación de Cartagena. Toma
un grupo de soldados de aquella expedición y emprende rumbo hacia
Anserma. Al poco tiempo de estar allí, llegaron a esta los rezagados
de la expedición de Badillo comandados por Pedro Graciano, pues en
Cartagena se rumoraba que era tanto el oro encontrado que Badillo y
sus gentes no tenían como transportarlo, por lo que enviaron este
contingente en su búsqueda. Con estos rezagados y otros traídos
desde Cali de esa expedición entre los figuran Suero de Nava, Martin
de Arteaga, Álvaro de Mendoza, Jerónimo de Castro, Suero Díaz,
Baltasar Ledezma, funda por primera vez Robledo la población de San
Jorge de Cartago el 9 de agosto de 1540.
Conclusiones
Visto que el grueso de la tropa con la que Jorge Robledo fundara a
Anserma, Arma, la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de
Sevilla (más adelante llamada Supía), San Jorge de Cartago y Santafé
de Antioquia, era de las expediciones de Badillo y de Graciano,
Heredia consideraba realizadas estas fundaciones como parte de la
misma campaña iniciada en Cartagena. El que la Gobernación de
Popayán les hubiera suministrado pertrechos y vituallas a su tropa
no legitimaba para esta ni la condición ni el procedimiento porque
lo fundamental era que las gentes actoras tenían en él a su legítimo
superior. De allí que cuando se presentó el conflicto entre Pedro de
Heredia y Sebastián de Belalcázar sobre a quien de ellos dos le
correspondía el gobierno sobre Santa Fé de Antioquia y fuera por
ello enviado Robledo preso a España, sus guardianes portaran una
carta para el rey don Carlos V, en la que Heredia le decía, según
resumen del padre Ernesto Hernández en la página 310, segundo tomo,
de su libro “Urabá heroico”:
“A vuestra Majestad remito a Jorge Robledo apresado en San Sebastián
con doce hombres y muchos indios porque no mostró la comisión o
autorización escrita de la respectiva autoridad para explorar los
territorios, que dice haber descubierto. Las ciudades de Anserma y
Cartago que dice haber fundado están en territorio de Cartagena y a
su fundación ayudaron los soldados que habían ido con Badillo y
Graciano, y también quienes fueron los que vinieran con Robledo y
estuvieran en la fundación de Antioquia (Santafé de…), en busca de
las ricas posesiones de los caciques Nutibara y Buriticá”. Y luego
explica que algunos capitanes, por envidia y codicia se principiaron
a separar de sus legítimos superiores sin el debido permiso,
acogiendo como tales a quienes entonces no lo eran.
Un conflicto bien interesante para continuar analizándolo en el
trabajo de la historia.
NOTAS:
1. La palabra Cartagena se originó en España para darle el nombre a
una ciudad en memoria de la Cartago que existiera en Tunicia. Es
entonces una apofonía.
2. Las palabras “residencia” y “residenciar” se utilizan en este
trabajo con la acepción jurídica que le daban los españoles, esto
es, referida al juicio que debía seguírsele a unos funcionarios de
la Corona acusados de infringir la ley.
Bibliografía
ACOSTA DE SAMPER, Soledad; Biografía de hombres ilustres o notables.
Imprenta de la luz 1883, Bogotá.
CIEZA DE LEÓN, Pedro; Crónicas.
Fray Pedro Simón, Crónicas.
FRIEDE Juan, Historia de la antigua Cuidad de Cartago. Historia de
Pereira Club Rotario, Pereira 1963
HERNÁNDEZ B. Ernesto. Urabá heroico.
Historia universal de las exploraciones. Espasa-Calpe, S.A.
URIBE ÁNGEL Manuel, Geografía general y compendio histórico del
Estado de Antioquia en Colombia. Imprenta de Víctor Goupi y Jourdan,
Paris 1885
Echeverri Uribe Carlos, Apuntes para la historia de Pereira.
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de macheteros para abrir
trochas, Juan Ruiz de Molina y el francés Francisco Noguerol, jefes
de escuadras, Pedro Fernández, Juan de Frades, Portoalegre y Alfonso
Pérez, guías, cuatro religiosos y Pedro Cieza de León como cronista.
El número total de integrantes difiere de un cronista a otro y de
los que el propio Badillo relatara en el puerto de Nombre de Dios
(hoy ciudad Colón), en Panamá. De todas maneras eran entre 200 y 300
hombres y 100 esclavos negros y contaban con 200 caballos.
En primera instancia se dirigen a Urabaibe (hoy Caribía), la cual
encuentran en ruinas; cambian de rumbo hacia el sur hasta Caricuri
(Puerto Nuevo), continúan en la misma dirección, pasan por Enquey
(San Rafael) y se adentran a las Sabanas o Capitu (Apartadó),
llegando a Guachinche (Carepa).
Los caminos de los indios no están diseñados para el paso de los
caballos por lo que estos se atascan en las cejas del cañón de La
Llorona, al cual habían entrado por lo que hoy es Dabeiba en las
estribaciones de la serranía de Uramá. Los caballos se despeñan en
los abismos o se les atascan sus patas en raíces ocultas en el fango
y al retirarlas suelen perder la herradura o el casco y tienen que
ser sacrificados y dados de alimento a la tropa. Llevan tres meses
de penurias cuando llegan al valle de los Pitos, cerca de
Cañasgordas, llamado así por los insectos que los pican,
produciéndoles leishmaniosis y las niguas llenan de heridas a los
desesperados caminantes. Los indios comandados por el cacique
Nutibara o Utibará, comienzan sus hostilidades en venganza por lo
que el capitán César había hecho con ellos en la expedición
anterior.
Los expedicionarios saquean poblaciones, derriban indios desde la
copas de los árboles con sus arcabuces como si fueran micos. La
retaguardia al mando de Juan Viloria pierde tres hombres y al
regresar a su encuentro los hallan mutilados, hirviendo en ollas, en
una especie de cocido a la española. Badillo opta por regresar y
envía una avanzada hacia el oeste en busca del río Darién (Atrato),
pero no lo encuentran. El cacique Nutibara se atrinchera en sitios
estratégicos y de difícil acceso. César y los suyos son derrotados y
escapan de ser masacrados. Llegan a Buriticá minados pero dispuestos
a tomar el pueblo a sangre y fuego. La avanzada, al frente de la
cual está Francisco Noguerol, es derrotada y éste pierde la vida.
Badillo piensa fundar una población en Buriticá, pero la menguada
tropa, con 153 caballos menos y la escasez de alimentos lo hace
desistir. Continúa hacia el sur pasando por Nacm (El Salado) y Viara,
cerca de lo que es Santa Fé de Antioquia. Intentan cruzar el río
pero pierden un hombre y desisten del intento.
Entre Anzá y Andes, en la provincia de Guarú, muere el capitán
Francisco César de fiebres palúdicas. Este cañón del Cauca o
Bredunco, es testigo de una marcha muda que los indios manipulan
prometiéndoles el oro de los Caramantas y el bohío de plumas de
guacamaya, tan apreciadas en España y más fáciles de trasportar que
el oro. Las mentes afectadas por el zancudo hablan de un pueblo
cuyas casas están techadas con plumas de aves multicolores, de la
gran estatua de oro del diablo y de otros mitos pero que siempre
están más hacia el sur, esa era la estrategia de los indios para
deshacerse de tan indeseados personajes.
Muere allí Pablo Hernández, el guía que los había llevado de regreso
a San Sebastián en la segunda expedición. Urgidos por el hambre
envían una comisión a inspeccionar los alrededores. Los indios matan
a Fernando de Hoyos, Diego de Tapia y dos negros. Baltasar Ledesma
va tras ellos y encuentra a los indios parapetados en los árboles,
quienes les muestran los miembros descuartizados de sus compañeros.
Han pasado por Sirú (Andes) y suben hasta Caramanta. Este paso causa
muchas bajas tanto en hombres como en caballos. Marchan a menos de
una legua por día, pues los menguados macheteros están extenuados.
Al sitio lo llaman Sepulturas, en lo que hoy se conoce como
Hojasanchas.
A mediados de 1538, cuando la expedición venía por Caramanta llegó a
Cartagena el licenciado Santa Cruz, procedente de España, a tomarle
residencia (2) a Badillo por los malos tratos que diera a los
Heredia. Entonces envió en su persecución al teniente Juan Graciano
y al capitán Luis Bernal, con 100 hombres de infantería y 50 de
caballería.
Cerca de Quinchía,
Badillo y su gente encuentran una fortaleza abandonada, rodeada de
guaduas perforadas coronadas por cráneos. Las perforaciones de las
guaduas están orientadas hacia el viento, que al circular por ellas
sale por los agujeros de los ojos del cráneo produciendo un sonido
melancólico acompañado de un olor nauseabundo, que los hace entrar
en pánico. Badillo se lamenta por no haber permanecido en Buriticá,
fundado allí un pueblo y explotado las minas de oro.
Pasan por el valle de
Umbro o la provincia de Anser o de la sal, donde se fundaría
Anserma. En inmediaciones de Ansermanuevo hacen el
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