El Imparcial-Pagina 7

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.469-49 - Fecha: 08-29-2018                                                                                                                               

 

 

 

Por Óscar Jaramillo Osorio
 

La expedición que en 1538 realizara Juan Badillo se constituyó en el antecedente básico para que San Jorge de Cartago fuera fundada donde hoy se encuentra Pereira.
Con un grupo de sus integrantes, procedentes de Cartagena de Indias y no de Popayán, fue con quienes Jorge Robledo fundó a San Jorge de Cartago, hecho que le permitió a Pedro de Heredia calificarla de fundación cartagenera, ya que fue hecha con soldados sobre los que él alegaba tener autoridad como gobernador.
Tan decisiva fue la actuación de aquella tropa para esta fundación que a la nueva ciudad habrían de ponerle el nombre de San Jorge de Cartago, origen de la palabra Cartagena (1). Un hecho del cual dan fe los cronistas de la época fray Pedro Simón, fray Jerónimo de Escobar y Juan López de Velasco, como bien se ve en los documentos publicados en el primer número de la revista Pindaná de los Zerrillos.
Merece pues ser evocada esta expedición como un antecedente sin el cual no se habría dado el arribo de Robledo a las vecindades del Otún en 1540 y para que allí, en ese momento y no más tarde, se iniciara la existencia Cartago Viejo. Además, porque fue una epopeya sin parangón en la conquista de América. No se encuentra en los anales de esta conquista una odisea más intrépida de quienes por ir tras un beneficio personal lo arriesgaran todo y a la postre no cosecharan más que sufrimientos, muertes y frustraciones.
Buscando penetrar en las inhóspitas montañas de Antioquia, pobladas de tribus guerreras y antropófagas, fue atroz correría luego de dos intentos infructuosos que hicieran los hermanos Pedro y Alonso de Heredia.
Muchas han sido las reseñas de aquella gesta de Badillo y sus compañeros. Una que nos llega muy de cerca, la de don Carlos Echeverri Uribe en su libro “Apuntes para la Historia de Pereira”, edición de 1921, no pasa de ser sucinto contexto que hoy se observa con desajustes e imprecisiones; pero como otras más recientes y muy difundidas nos ofrecen de ella amplios y documentados estudios, aquí sólo haremos somera alusión a lo que fuera tal expedición. El propósito central no es de emular juiciosos trabajos que ya se encuentran al alcance de cualquier lector, sino el de mostrar como sin esa gesta Cartago Viejo no habría sido parte muy importante de la historia emergida en el sitio donde hoy se asienta la ciudad de Pereira.

Detalles de la gesta

Poco tiempo después de fundar a Cartagena el 21 de enero de 1534, Pedro de Heredia ordena a su hermano Alonso remontar el río Magdalena, en compañía del capitán lusitano Francisco César, para descubrir las tierras hacia el sur de la provincia.
Estos navegan río arriba hasta encontrar la desembocadura del Cauca y se internan por este hasta llegar a inmediaciones de lo que hoy es Puerto Valdivia, donde el río pierde navegabilidad y fracasan en su intención de penetrar en los territorios de Antioquia por esta vía.
En 1525, Santa María la Antigua del Darién es fundada por el capitán Francisco Barrionuevo cerca del río Curí, en la margen izquierda de río Atrato. Es la primera ciudad fundada en tierra firme en el continente americano. Como estuviera bajo la gobernación de Castilla de Oro, a cargo de Pedrarias Dávila, había sido motivo de disputa con los hermanos Heredia, por lo cual fué abandonada. Entonces Alonso de Heredia funda en el lado opuesto del río Atrato o ribera occidental a Sebastián de Buenavista en 1535 y de esta población parten todas las expediciones hacia las montañas de Antioquia. La primera en abril de 1536 comandada por Pedro de Heredia quien inicia su viaje por el Atrato, pero para pronto abandonar su embarcación y proseguir por tierra, con un séquito de 60 hombres de caballería y 150 de infantería.
Después de tres meses de transitar por caminos anegados por el invierno, encuentran una extraña ranchería construida en las copas de los árboles, con indios desnudos que les arrojan cenizas, agua caliente, troncos y flechas. Después de perder un número considerable de hombres y caballos regresan a San Sebastián de Buenavista.
Francisco César convence a Heredia para una segunda incursión a finales de 1536, poco tiempo después de haber partido mueren veinte de sus hombres y diez caballos.
Acondicionando los caminos indígenas para el transito de caballos, después de siete meses de penurias, encuentran un hermoso valle poblado. Habían llegado a Buriticá. Se desarrolla un combate con los nativos donde Francisco César mata de un lanzazo a Quinunchú, hermano del cacique Nutibara. La superioridad de las armas y la cantidad de muertos producen la desbandada de los indios.
Capturan una anciana que bajo amenazas los conduce a tres leguas de distancia, donde les señala una gran piedra de cancel escondida en la manigua y que al ser removida ofrece una escalera, también de piedra, que los conduce a una bóveda, donde descubren un tesoro avaluado en 100.000 pesos oro de la época. Regresan a San Sebastián con ingentes pérdidas en caballos. Son 63 hombres enfermos, famélicos y con la peor de las fiebres: el oro.

El licenciado Juan Badillo -o Vadillo como lo escriben otros cronistas- había llegado de Santo Domingo a residenciar (2) a los hermanos Heredia por sus atropellos a los pueblos Zenúes para robarles el oro.
El capitán Francisco César se presenta ante Badillo, quien asumiera la Gobernación de Cartagena por haber apresado a los Heredia, le ofrece parte del tesoro que trajera de su incursión hasta Buriticá y así lo convence para emprender una nueva expedición a la región. Entonces ambos se ponen rápidamente a preparar este viaje y Badillo, quien es el supremo comandante, nombra a César Teniente General de las tropas reunidas al efecto. A finales de 1537 parten de San Sebastián de Buenavista, cerca de lo que hoy es Necoclí, con un contingente en el que también marchan Juan de Villoria, capitán de caballería, Alonso Saavedra, capitán de infantería, el alférez Montemayor,tesorero, Baltasar de Ledezma, teniente

 

   

LA EXPEDICIÓN DE JUAN BADILLO, PRECURSORA DE CARTAGO VIEJO
 

 


descubrimiento más trascendental desde que salieran de San Sebastián. Son los restos de la suela de una bota, lo que confirma que otros europeos habían transitado por allí. Los indios que traían aceptan que dos años antes habían pasado por ese lugar, hombres y caballos similares a ellos. Eran las huestes de Sebastián de Belalcázar, quien había llegado hasta lo que hoy es Anserma.Ocho días de marcha en completo mutismo los separan del valle de Lile o Cali. En la tierra de los Gorrones son detectados por una tropa que los conduce a Cali donde los reciben Antonio Redondo y Pedro de Ayala.
Las tropas de Belalcázar en Cali creían que el río Cauca, el río grande de Santa Marta, era el río Darién o Atrato, pero Badillo les aclara que ellos habían dejado el Darién a su derecha y que al encontrar el río Cauca en el sitio de Viara, habían caminado hacia el sur por la margen occidental, ante la imposibilidad de atravesarlo.
El balance del viaje no puede ser peor. El costo de la expedición había sido de 150.000 pesos oro de la época (Badillo calculó 50.000 pesos oro), habían perdido 119 caballos, 92 hombres y cientos de porteadores habían muerto o desertado. Después de recuperar las alforjas con el oro que habían perdido poco antes de llegar a Cali, hacen la repartición y a cada uno de los expedicionarios le corresponde la suma de cinco pesos y medio oro. El capitán Jorge Robledo, alcalde de la población, sacrifica dos cerdos que cuestan 1600 pesos oro y los reparte entre los recién llegados. Suponiendo que los dos cerdos produjeran 160 kilos de carne, el precio por kilo de carne seria de diez pesos oro. ¡Cada expedicionario recibe el equivalente a una libra de carne de cerdo!
El licenciado Badillo es remitido a Panamá vía Buenaventura y allí es reducido a prisión por el juez de residencia Santa Cruz, quien en tal condición lo envía a Cartagena de donde a su vez es remitido a Sevilla con pliego de cargos ante la justicia y donde morirá años más tarde sin alcanzar a ser sentenciado.
El capitán Robledo comprende que debe poblar cuanto antes aquellos territorios, antes de que lo haga la Gobernación de Cartagena. Toma un grupo de soldados de aquella expedición y emprende rumbo hacia Anserma. Al poco tiempo de estar allí, llegaron a esta los rezagados de la expedición de Badillo comandados por Pedro Graciano, pues en Cartagena se rumoraba que era tanto el oro encontrado que Badillo y sus gentes no tenían como transportarlo, por lo que enviaron este contingente en su búsqueda. Con estos rezagados y otros traídos desde Cali de esa expedición entre los figuran Suero de Nava, Martin de Arteaga, Álvaro de Mendoza, Jerónimo de Castro, Suero Díaz, Baltasar Ledezma, funda por primera vez Robledo la población de San Jorge de Cartago el 9 de agosto de 1540.


Conclusiones


Visto que el grueso de la tropa con la que Jorge Robledo fundara a Anserma, Arma, la Villa de Nuestra Señora de la Candelaria de Sevilla (más adelante llamada Supía), San Jorge de Cartago y Santafé de Antioquia, era de las expediciones de Badillo y de Graciano, Heredia consideraba realizadas estas fundaciones como parte de la misma campaña iniciada en Cartagena. El que la Gobernación de Popayán les hubiera suministrado pertrechos y vituallas a su tropa no legitimaba para esta ni la condición ni el procedimiento porque lo fundamental era que las gentes actoras tenían en él a su legítimo superior. De allí que cuando se presentó el conflicto entre Pedro de Heredia y Sebastián de Belalcázar sobre a quien de ellos dos le correspondía el gobierno sobre Santa Fé de Antioquia y fuera por ello enviado Robledo preso a España, sus guardianes portaran una carta para el rey don Carlos V, en la que Heredia le decía, según resumen del padre Ernesto Hernández en la página 310, segundo tomo, de su libro “Urabá heroico”:
“A vuestra Majestad remito a Jorge Robledo apresado en San Sebastián con doce hombres y muchos indios porque no mostró la comisión o autorización escrita de la respectiva autoridad para explorar los territorios, que dice haber descubierto. Las ciudades de Anserma y Cartago que dice haber fundado están en territorio de Cartagena y a su fundación ayudaron los soldados que habían ido con Badillo y Graciano, y también quienes fueron los que vinieran con Robledo y estuvieran en la fundación de Antioquia (Santafé de…), en busca de las ricas posesiones de los caciques Nutibara y Buriticá”. Y luego explica que algunos capitanes, por envidia y codicia se principiaron a separar de sus legítimos superiores sin el debido permiso, acogiendo como tales a quienes entonces no lo eran.
Un conflicto bien interesante para continuar analizándolo en el trabajo de la historia.

NOTAS:
1. La palabra Cartagena se originó en España para darle el nombre a una ciudad en memoria de la Cartago que existiera en Tunicia. Es entonces una apofonía.
2. Las palabras “residencia” y “residenciar” se utilizan en este trabajo con la acepción jurídica que le daban los españoles, esto es, referida al juicio que debía seguírsele a unos funcionarios de la Corona acusados de infringir la ley.

 

Bibliografía

ACOSTA DE SAMPER, Soledad; Biografía de hombres ilustres o notables. Imprenta de la luz 1883, Bogotá.
CIEZA DE LEÓN, Pedro; Crónicas.
Fray Pedro Simón, Crónicas.
FRIEDE Juan, Historia de la antigua Cuidad de Cartago. Historia de Pereira Club Rotario, Pereira 1963
HERNÁNDEZ B. Ernesto. Urabá heroico.
Historia universal de las exploraciones. Espasa-Calpe, S.A.
URIBE ÁNGEL Manuel, Geografía general y compendio histórico del Estado de Antioquia en Colombia. Imprenta de Víctor Goupi y Jourdan, Paris 1885
Echeverri Uribe Carlos, Apuntes para la historia de Pereira.

 

 

de macheteros para abrir trochas, Juan Ruiz de Molina y el francés Francisco Noguerol, jefes de escuadras, Pedro Fernández, Juan de Frades, Portoalegre y Alfonso Pérez, guías, cuatro religiosos y Pedro Cieza de León como cronista. El número total de integrantes difiere de un cronista a otro y de los que el propio Badillo relatara en el puerto de Nombre de Dios (hoy ciudad Colón), en Panamá. De todas maneras eran entre 200 y 300 hombres y 100 esclavos negros y contaban con 200 caballos.
En primera instancia se dirigen a Urabaibe (hoy Caribía), la cual encuentran en ruinas; cambian de rumbo hacia el sur hasta Caricuri (Puerto Nuevo), continúan en la misma dirección, pasan por Enquey (San Rafael) y se adentran a las Sabanas o Capitu (Apartadó), llegando a Guachinche (Carepa).
Los caminos de los indios no están diseñados para el paso de los caballos por lo que estos se atascan en las cejas del cañón de La Llorona, al cual habían entrado por lo que hoy es Dabeiba en las estribaciones de la serranía de Uramá. Los caballos se despeñan en los abismos o se les atascan sus patas en raíces ocultas en el fango y al retirarlas suelen perder la herradura o el casco y tienen que ser sacrificados y dados de alimento a la tropa. Llevan tres meses de penurias cuando llegan al valle de los Pitos, cerca de Cañasgordas, llamado así por los insectos que los pican, produciéndoles leishmaniosis y las niguas llenan de heridas a los desesperados caminantes. Los indios comandados por el cacique Nutibara o Utibará, comienzan sus hostilidades en venganza por lo que el capitán César había hecho con ellos en la expedición anterior.
Los expedicionarios saquean poblaciones, derriban indios desde la copas de los árboles con sus arcabuces como si fueran micos. La retaguardia al mando de Juan Viloria pierde tres hombres y al regresar a su encuentro los hallan mutilados, hirviendo en ollas, en una especie de cocido a la española. Badillo opta por regresar y envía una avanzada hacia el oeste en busca del río Darién (Atrato), pero no lo encuentran. El cacique Nutibara se atrinchera en sitios estratégicos y de difícil acceso. César y los suyos son derrotados y escapan de ser masacrados. Llegan a Buriticá minados pero dispuestos a tomar el pueblo a sangre y fuego. La avanzada, al frente de la cual está Francisco Noguerol, es derrotada y éste pierde la vida. Badillo piensa fundar una población en Buriticá, pero la menguada tropa, con 153 caballos menos y la escasez de alimentos lo hace desistir. Continúa hacia el sur pasando por Nacm (El Salado) y Viara, cerca de lo que es Santa Fé de Antioquia. Intentan cruzar el río pero pierden un hombre y desisten del intento.
Entre Anzá y Andes, en la provincia de Guarú, muere el capitán Francisco César de fiebres palúdicas. Este cañón del Cauca o Bredunco, es testigo de una marcha muda que los indios manipulan prometiéndoles el oro de los Caramantas y el bohío de plumas de guacamaya, tan apreciadas en España y más fáciles de trasportar que el oro. Las mentes afectadas por el zancudo hablan de un pueblo cuyas casas están techadas con plumas de aves multicolores, de la gran estatua de oro del diablo y de otros mitos pero que siempre están más hacia el sur, esa era la estrategia de los indios para deshacerse de tan indeseados personajes.
Muere allí Pablo Hernández, el guía que los había llevado de regreso a San Sebastián en la segunda expedición. Urgidos por el hambre envían una comisión a inspeccionar los alrededores. Los indios matan a Fernando de Hoyos, Diego de Tapia y dos negros. Baltasar Ledesma va tras ellos y encuentra a los indios parapetados en los árboles, quienes les muestran los miembros descuartizados de sus compañeros.
Han pasado por Sirú (Andes) y suben hasta Caramanta. Este paso causa muchas bajas tanto en hombres como en caballos. Marchan a menos de una legua por día, pues los menguados macheteros están extenuados. Al sitio lo llaman Sepulturas, en lo que hoy se conoce como Hojasanchas.
A mediados de 1538, cuando la expedición venía por Caramanta llegó a Cartagena el licenciado Santa Cruz, procedente de España, a tomarle residencia (2) a Badillo por los malos tratos que diera a los Heredia. Entonces envió en su persecución al teniente Juan Graciano y al capitán Luis Bernal, con 100 hombres de infantería y 50 de caballería.

Cerca de Quinchía, Badillo y su gente encuentran una fortaleza abandonada, rodeada de guaduas perforadas coronadas por cráneos. Las perforaciones de las guaduas están orientadas hacia el viento, que al circular por ellas sale por los agujeros de los ojos del cráneo produciendo un sonido melancólico acompañado de un olor nauseabundo, que los hace entrar en pánico. Badillo se lamenta por no haber permanecido en Buriticá, fundado allí un pueblo y explotado las minas de oro.

Pasan por el valle de Umbro o la provincia de Anser o  de la sal, donde se fundaría Anserma. En  inmediaciones  de Ansermanuevo hacen el

 

 

 

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