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EL ABUSO DE AUTORIDAD

Asumir un cargo en la administración pública es una labor muy dispendiosa y de un sentido común que generalmente no lo tienen estos personajes.

La democracia ha puesto en estos cargos una variedad de individuos de todos los colores y matices. Que hoy por lo general nadie los recuerda. Unos por ineptos y otros por  haber sido nombrados a dedo por el presidente de turno.

Lo más admirable en estos cargos es que quienes los ocupan solo saben cómo aprovecharse del cargo para enriquecerse, una vieja costumbre española en los puestos públicos, y que aún se mantiene como parte de la idiosincrasia electoral.

Hemos visto todo el tiempo como las administraciones municipales se pelean con los vendedores ambulantes y como destrozan sus bienes o se los quitan, pensando que esta es la forma correcta de administrar una ciudad y demostrar un falso orden administrativo municipal.

Pero nunca resuelven el problema que hay dentro de ese rebusque para poder sobrevivir en una sociedad económica que brinda muy poco para sobrevivir.

Esos miles de vendedores ambulantes es una fuerza laboral que pagan impuestos en una forma no convencional pero pagan los impuestos que el sistema les exige. Ese 19% sobre la venta. Y como lo pagan, en miles de formas. Cada vez que el ciudadano consume algo está pagando impuestos. Posiblemente no se ve reflejado en las arcas pero si en el mantenimiento del establecimiento político.

Es hora de analizar y resolver esta situación que afecta a miles de personas en su vida laboral porque se les impide ejercerla. No es reprimiendo, arrestando o quitándoles sus productos como se resuelve la situación. Es creando fuentes de trabajo y mecanismos que estas personas puedan alcanzar ese bienestar que todo ser humana se merece.

Hay que usar el sentido común para llenar ese vacío común que no se tiene en la administración pública.

POR PONERLE MARÍA RAMOS

Gustavo Álvarez Gardeazábal

“Por ponerle Maria Ramos le pusimos la cagamos”,decían las abuelas cuando alguien, por tratar de buscar una solución terminaba haciendo una embarrada más grande. Y me temo que donde no se revise con razón, y sin apasionamiento de populista de derecha, puede pasar lo mismo con el decreto que dice el presidente Duque que va a emitir para que todos los policías de Colombia queden autorizados a retener las dosis mínimas de droga que cargue cualquier ciudadano, cualquiera sea su edad. Y lo digo porque como sabemos que la tentación hace al ladrón y como desde hace varios gobiernos se está dizque haciendo un esfuerzo para destronar la corrupción del cuerpo policial, darles la oportunidad de retener mínimas cantidades de droga prohibida puede dar lugar a que los uniformados o se queden con ella para su propio beneficio o impongan una tarifa tanto o mas alta por no decomisarla, como la que cada día se dice que permite transar muchos comparendos del Código de Policía vigente.

En otras palabras, con esa medida aparentemente punitiva y moralista, el gobierno intervendrá el negocio para aumentar el costo de tener en el bolsillo una papeleta de perica o un varillo de mariguana y para ofrecer, al policía que lo desee, una opción de sobresueldo.

Sin embargo, como este es un país de santanderistas y la Constitución dice que hay que cumplirla hasta el detalle, yo me pregunto si al decomisar el cosito y no sancionar ni ordenar comparendo a quien los tenga no se estaría rompiendo la norma vigente de poder portar una dosis mínima de alucinógenos. Es decir, van a expedir un decreto probablemente anticonstitucional en aras de satisfacer al expresidente Uribe, radical en combatir esa dosis personal, y para ganar puntos en la imagen del presidente Duque, consiguiendo el aplauso de la tribuna derechista que sigue creyendo ingenuamente que los policías son impolutos y se olvidan que la corrupción no solo hay que combatirla sino evitar provocarla.


 

LOS CONDECORADOS POR EL DESHONOR
 

Gustavo Pérez González

Me preguntan a cada momento en la calle, en que fundamentan los gobiernos la gran cantidad de condecoraciones que año tras año otorgan casi siempre a los mismos protagonistas tristes de semejante fracaso a la vista.
Si son tan buenos como dicen, a donde fueron a parar sus logros, que el grueso de nuestra comunidad aguanta hambre y parte sin novedad. Se educa con rumbo fijo a la nada y nadie dice nada, haciendo del Estado irresponsable, engañando futuros profesionales que frustrados ven que no encuentran las oportunidades de empleo acorde con lo que estudiaron.
Para nadie es un secreto que en el caso específico de Pereira, nuestra actual clase política, que hoy se condecora con el cafeto de oro, no solo permitió que más de 450 industrias cerraran, levantaran sus infraestructuras materiales productivas, entregándole los campos de desempeño y acción a las grandes plataformas comerciales extranjeras, que producen en sus países de origen, haciéndonos dependientes desempleados y sin mercado laboral propio, que haga del tejido social e institucional sanos y productivos.
Quien justifica las incontables licencias otorgadas a las diferentes universidades que hoy engañan a nuestros jóvenes, con carreras profesionales que en su gran mayoría no necesitamos, consientes de que serán frustrados en su vida profesional.
Es simple: no producimos nada, todo lo importamos y los empleos que generamos son de pésima maldad, temporales, subcontratados y demás.
Nuestra oferta laboral no va más allá de vendedores, cajeros, bodegueros, porque los cargos de dirección, confianza y manejo, provienen del país de origen del capital inversor, que obtiene descomunales utilidades año.
Que sacan rumbo al destino del capital, sin revertir prácticamente nada en acción social; implantando unos niveles de pobreza generalizada lejos de todo control. Que tejido social se puede construir con semejante radiografía anterior, ninguno. Antes es que nuestro pueblo aguanta demasiado tantas humillaciones sin respeto ni protección.
Condecoraciones con el cafeto de oro, con semejante panorama a la vista tan desolador, vergüenza les debiera de dar.