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ECUADOR, COLOMBIA, VENEZUELA Y PANAMÁ
Unos políticos sin visión conducen a una sociedad para que se
disperse y se convierta en enemiga de sí. La historia de estos
territorios es el reflejo del manejo que le han dado los políticos y
líderes durante siglos. El destino de millones de ciudadanos está en
manos de personas deshonestas que han buscado apoderarse de todo lo
que los rodea. La sociedad ha creído en ellos y han asimilado sus
enseñanzas pensando que la imagen que ellos muestra es la real y
valedera. Pero detrás de cada uno de ellos hay otro personaje
completamente inverso a lo que se ve. Por eso las naciones funcionan
a imagen y semejanza de ellos y de quienes los eligen. Pero la
verdad es que los territorios de por sí son simplemente espacios que
han estado ahí hasta que los ocupan.
La tierra nunca fue de nadie ni será de nadie. Es solo una posesión
en la imaginación de quienes creen que la habitan. Por una simple
razón; nadie se ha quedado con nada para siempre. Solo la han
habitado por el periodo de su existencia y ahí queda.
En este vasto territorio continental lo han habita muchas especies
humanas que han venido y se han ido y hoy está ocupada por gente
primitiva que actúa como evolucionada.
El caso Colombia-Venezuela llama la atención. Un colombiano ejerce
el papel de presidente-dictador de Venezuela y actúa como si fuera
el señor de los cielos sin el menor conocimiento de la dignidad
humana o como hacer las cosas bien para todos. Una sociedad que se
desplaza de ese territorio y busca del más mínimo espacio para
sobrevivir porque en su país no hay donde morir.
Cruzar a Colombia es simple ya que ambos son los mismos, pero hay
gente de escasos recursos mentales que todo el tiempo está acusando
a los que vienen como enemigos o ladrones. Pero la historia no es
así. El ser desplazado implica sobrevivir. Son los gobiernos de
turno que tienen que movilizar esas personas y demostrar que son más
hábiles en el manejo de la situación que desde donde vienen. Ellos
son una fuerza laboral e intelectual que está dispuesta a laborar
según los acomoden. Esta es una oportunidad para desarrollar más
industria, tecnología y negocios de todas las formas. Cada
inmigrante trae consigo experiencia y habilidad para trabajar o por
lo menos dispuestos a trabajar según las necesidades.
Ellos al verse desprotegidos y sin ninguna garantía ofrecen su labor
a lo que les ofrezcan para poder sobrevivir en medio de esa
avalancha de necesidades.
No hay que mirar con odio o desprecio a los que llegan, las grandes
naciones han crecido con una dosis de emigración y de voluntad de
quienes están ubicados para hacer crecer lo que hay para beneficio
de todos.
Estas tres
naciones son un solo territorio original que fue dividido por gente
ambiciosa que pretendió poseerlo todo y que hoy están en polvo de
los caminos sin la posibilidad de un retorno. El gran comercio que
podría existe solo en los tres llenaría las arcas de todos los que
están ahí. Como decía Simón Bolívar, “mirad al norte”. Porque allí
en vez de separse se unieron y hoy son 50 naciones autónomas bajo
una constitución.
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EL VOTO DE OPINIÓN TIENE QUE
CONTINUAR UNIDO,
VOTANDO CON RESPONSABILIDAD
Gustavo Pérez González
El principal error cometido por la
clase política colombiana en las últimas tres décadas, consiste en
haber renunciado al trabajo colectivo y público, al poner en
movimiento el desarrollo económico y social al gobernar.
Acabaron con las empresas industriales y comerciales del Estado.
Desaparecieron toda intención de empresas de economía mixta, se
dedicaron a vender la totalidad del patrimonio público hasta hacer
de esto una política pública de Estado, renunciaron a la producción
de bienes y servicios, implantando el desempleo masivo creciente,
condenando al grueso de la nación a carecer de ingresos permanentes,
de capacidad de consumo y de tributar.
Se dedicaron a vivir del tributo por todo, del endeudamiento público
desaforado y del despilfarro del erario público, hasta hacer a La
Real Majestad Soberana del Estado, inviable, intimidante, lejos de
toda confianza y credibilidad.
Invirtieron todos los principios morales y éticos, sacaron a Dios de
las aulas de clase y a la urbanidad, la cívica, las escondieron del
grueso social alcanzando un tejido social e institucional enfermos,
que no sabe que quiere ni a donde llegar; oscilante, tambaleante,
gaseoso, amorfo y díscolo, lejos de toda realidad.
Despojaron a las empresas de servicios públicos domiciliarios de la
condición inamovible de instrumentos alimentarios de todo proceso
vivo y activo, las endeudaron hasta hacerlas inviables, las rodearon
de costosas nóminas y contratación paralela y lo peor, las vendieron
al capital inversor, que lejos de todo compromiso sano, desbordaron
los costos facturados hasta hacerlos impagables, acabando con todo
equilibrio factico productivo. Perdiendo todo margen de utilidad
posible, haciendo inviable todo proyecto productivo a emprender,
arruinando los existentes, acabando con cuanta oportunidad posible
hubiera para crecer.
Como negar que hicimos de estos, fuentes directas generadoras de
riqueza y alta rentabilidad al servicio del interés particular, que
obtiene descomunales utilidades año, arruinando por completo el
bienestar social, colocando en peligro la vida misma de la comunidad
e impidiendo crecer en orden conviviente y en paz.
Como negar que la clase política de Risaralda hizo exactamente
igual, perdiendo la vocación industrial que teníamos, creando un
holocausto laboral imperdonable, obligando a más de 450 empresas a
cerrar, quebrar o abandonar la ciudad y la región. Hoy Pereira luce
oscura, siniestra, acechante y sombría.
Los costos facturados y la mala estratificación impiden mostrar la
ciudad iluminada. Todo lo hermoso que tenemos para mostrar pasa
desapercibido, en medio de la oscuridad. Los altos costos facturados
no dejan prender los bombillos. ¡Como por Dios! Curiosamente los
barrios pobres parecen un altar de corpus, claro subsidiados, no
pagan mayor cosa y producen tristeza en vez de riqueza y bienestar.
Como creer que podemos seguir respaldando en las urnas tanta maldad.
El voto de opinión tiene que continuar unido, votando diferente y
con responsabilidad de cara al futuro.
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"GLIFOSATO"
PEÑALOSA
Gustavo Álvarez Gardeazábal
Después del incalificable arboricidio cometido por el alcalde
Peñalosa en las calles de Bogotá, con la complicidad miserable del
Jardín Botánico y el silencio cobarde de los senadores Cabal y Varón
Cotrino y de todo el elenco de congresistas elegidos por Bogotá,
solo me quedan dos conclusiones vergonzantes .La primera que los
millones de bogotanos tienen una enfermiza tendencia, sexual y
anímica, hacia el cemento. Los excita, los vuelve emprendedores
,pero los achicopala hasta convertirlos en incapaces de protestar,
de salir a las calles, de pararse frente al Palacio Liévano a
decirle a Peñalosa que tenga vergüenza y se vaya.
La segunda, es que de ahora en adelante el alcalde bien puede pasar
a la historia con el sobrenombre de “Glifosato” porque su accionar
como burgomaestre ha resultado tan dañino con los árboles como dicen
que lo es el herbicida, o acelerante celular sistémico contra
cualquier ser vivo vegetal.Yo no creo en lo que dicen los gringos y
el senador Ospina,que el glifosato produce cáncer. Y no lo creo
porque por décadas el glifosato fue usado ( todavía algunos ingenios
lo usan) como “madurante” y esparcido por avionetas antes de todas
las cosechas de la caña de azúcar en el valle geográfico del rio
Cauca. Y, durante esas décadas,no existe estadística que demuestre
que los vallecaucanos tuvimos un aumento evidente de enfermos de
cáncer. Pero que hace daño, hace daño, como Peñalosa a Bogotá y sus
habitantes. Y el hecho de que tal vez los ingenios azucareros
dejaron, casi todos, de usarlo como acelerante de la caída de la
hoja de la mata de caña, no les quita responsabilidad en lo que los
científicos puedan descubrir en el futuro sobre la tara que nos
causó a los vallecaucanos.Como también , en poco tiempo, descubrirán
la emasculación que Peñalosa causó a los bogotanos con su manía
arboricida.
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