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Santander el padre de Venezuela

La lucha por subsistir continua en Venezuela y esta situación se prolonga como si la crisis no hubiera hecho metástasis y el empotrado en el poder no se diera por enterado de lo que realmente esta pasando a su alrededor.

Cada día cuenta para millones de venezolanos que viven esparcidos por el mundo como parias sin la esperanza de regresar en tiempo cercano.

Cientos de miles están establecidos allende de su territorio y miran a atrás con tristeza lo que sigue pasando y solo hasta que el tirano no sea depuesto todo regresara a la normalidad.

Santander en sus tiempos atizo el fuego para romper la unidad de un territorio que Bolívar veía como una unidad de Estados creciendo al ritmo de los sueños de los habitantes de este territorio. Pero hoy estamos tan divididos que no nos reconocemos como una sola familia a pesar que estamos esparcidos en todos esos territorios.

Nuestra obligación es integrarnos en todas las formas que podamos para alcanzar un bienestar que cubra todas nuestras necesidades vitales. No podemos continuar escuchando a políticos con propuestas que nos separan de la unidad social que somos y establecernos como  fraccionados en un mundo que se globaliza cada día.

Venezuela continua su proceso de desangre aunque la gran mayoría de países rechazan el gobierno existente ya que no es reconocido por la asamblea nacional y el pueblo venezolano.

No es fácil manejar esta situación cuando los poderes están establecidos y no permiten que nadie ni nada cambie la ruta establecida y la ambición de poder que tiene el tirano.

Pero lo que si sabemos es que este esquema de gobierno  se ha hecho históricamente y su final no ha sido muy saludable para los protagonistas. Solo el tiempo dirá como terminará este pedazo de historia que toda a todo un continente que espera ver pronto el final y regrese la tranquilidad después de esta horrible noche que se ha vivido en un territorio que lo tenia todo a su alcance.

DEVELANDO ATENTADOS

Gustavo Álvarez Gardeazábal
 

Enero 9 2019
 

Desde hace varios meses, la Policía y otras autoridades han develado tres o 4 intentos de atentar contra la vida de Federico Gutiérrez, el alcalde de Medellín. Independiente de que ellos hayan sido o no verificados y obedezcan o no a la capacidad de asustar que tienen todavía algunas entidades de seguridad del estado, suponíamos todos los colombianos que se habrían realizado profundas investigaciones sobre las motivaciones de esa malévola intención y que, como tal, hubiesen rastreado los sitios alrededor de los cuales se desplaza diariamente el alcalde de Medellín. Pero esta semana se ha sabido que tales investigaciones o no se realizaron o fueron desviadas o se quedaron en la bulla de la noticia del positivo policial porque apenas ahora se vinieron a dar cuenta que en la misma unidad residencial donde vive el alcalde Federico, habitaba hace años uno de los capos  del señor Úsuga los que se han pretendido llamar o  reconocer como gaitanistas o Clan del Golfo.

Por pifias como esa es que los colombianos cada vez le creemos más al cianuro de los suicidas que a la verdad dizque revelada de los cuerpos de seguridad. Y quizás porque la astucia o malicia indígena del colombiano nos impide tragar ruedas de molino, hemos puesto en salmuera la revelación hecha por el canciller Holmes de que se han detectado planes para matar al presidente Duque, y se detuvieron un par de venezolanos que portaban armamento especial. Por una elemental  razón contagiosa nadie se la ha creído pese a lo reprobable que ella es en sí  misma:   en Colombia históricamente  nos oponemos a los presidentes pero no los matamos.

Probablemente el país  necesita más pruebas para creer sobre los atentados develados. Con las que nos están mostrando no asustan ni al mismo presidente Duque ni a los vecinos de Federico.