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¿Subsidio o limosna?
Muchos
son los abuelos, no solo en Risaralda, sino en otros departamentos
del país que cuentan las semanas y los días, sin exagerar, la hora
para reclamar lo MAL llamado media pensión, la cual otorga el
Gobierno Nacional mensualmente a las personas de la tercera edad
afiliadas al Sisbén.
Según las autoridades gubernamentales este subsidio se encuentra
basado en el monto real del Salario Mínimo Legal Vigente colombiano
estipulado con el auxilio de transporte en un total de $925.000, es
decir, que si se hace referencia a media pensión, basados en este
monto de dinero, en realidad, cada afiliado debería recibir
$462.500.
No
obstante, la realidad es desalentadora, triste, aberrante, injusta y
de cuanto calificativo se le desee agregar, teniendo en cuenta que
nuestros ancianos no reciben ni una tercera parte de lo que por ley
les corresponde, resignándose a recibir la suma de $75.000, y la
pregunta es, si es media pensión en dónde están los $387.500 que
corresponde a cada anciano.
Sin embargo, lo que se vislumbra es que los bancos aprovechan que
los dineros están en sus arcas por tiempo indefinido y las
utilidades que esos dineros generan no se saben quién los recoge.
Los municipios tienen represando un monto superior a 23 mil millones
a la fecha según fuentes periodísticas. La mayoría de familias
agradecen y se excusan en la frase: ¡A caballo regalado!, no se le
mira el colmillo…porque ellos no saben que esos dineros les
corresponde por derecho propio y no es un regalo que se les hace.
El
dinero se diluye en las manos de los políticos por la sed de hacer
campañas políticas con los dineros de la sociedad y ella ignorante
de lo que está pasando sale a votar por aquellos que más daño hacen
a todo el mundo.
Vivimos en un Estado de Derecho donde la constitución ampara a todos
los ciudadanos y en especial a los de la tercera edad y los niños.
Pero esto no pasa porque la ignorancia Y la miseria intelectual no
dejan que se liquide de una vez todos estos mal manejos de la
economía ciudadana.
Todos los ciudadanos están afectados por esta práctica deshonesta de
quienes asumen los poderes de gobierno ya que ellos hacen carrera
política con la esperanza de poder posesionarse en un cargo
directivo y poder mejor su condición de vida mancillando los
derechos del resto de los ciudadanos y más de aquellos que votaron
por el personaje que creían que haría lo correcto.
Lo
que más incómoda es que solamente se entregue un subsidio de 75 mil
pesos mensuales a las personas de la tercera edad sino que es una
miseria el monto. Para su entrega no hay una fecha constante, lo
cual hace humillante para el individuo y ser humano que tiene que
mendigar por lo que le corresponde.
Mientras el Estado continúe convirtiendo a sus ciudadanos en
mendigos o clasificándolos por estatus social, el país alcanzara su
verdadera condición de ciudadanos orgullosos de pertenecer a una
país con gobernantes que los respeten.
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LA PAZ: UN JUGUETE YA
DETERIORADO
Por Natalia Cuervo
50 años de tiroteos,
bombas, asesinatos, desapariciones, secuestros y extorsiones, no han
sido suficiente paras los colombianos; a tan solo 2 años de haberse
firmado el acuerdo de paz, el gobierno de Juan Manuel Santos y la
guerrilla de las FARC, el actual gobierno empieza hacer de las
suyas. Este pueblo no ha vivido un período modesto de paz y
reconciliación y ¿ya quieren que termine? ¿Es posible que así sea? y
es verdad, en la consulta (Plebiscito) que se le realizó a la
ciudadanía; la mayoría dijo que no, algo inconcebible pero cierto.
Aun así, se firmó y legalizó el proceso para la Paz del Colombia,
¿por qué no permitir que siga el curso normal y de esta manera
garantizar que el país pueda vivir en Paz?
En ese orden de ideas, en el marco del primer semestre vivido de
este cuatrienio que nos espera, los nuevos dirigentes, manifiestan
abiertamente su divergencia y empiezan a ocasionar la caída del
acuerdo y la anulación de la Jurisdicción Especial para la Paz, JEP.
Desestabilizando la única herramienta que mantendría una paz con
este actual grupo político, destruyendo la ilusión de cambiar el
futuro y saber la verdad, no de unos cuantos sino de miles de
personas que han tenido que vivir de primera mano las consecuencias
una cruenta guerra, a la que creían ser ajenos, pero que les tocó
llevar a cuestas y con el olvido del Estado.
Aquí surgen preguntas que en casi todos los casos se quedan sin
respuesta, ¿será que la guerra es mejor negocio que la paz, también
ayuda a mantener al pueblo pendiente de sus avances y a olvidar
otros temas igual de importantes; como la salud, la educación y el
gasto público? ¿Esconde de manera intencionada la situación del país
en materia de economía, leyes e industria? Y así como estas un
sinnúmero de situaciones que también afectan tangencialmente a un
pueblo que ocupado en una sola problemática no tiene ojos para nada
más, permitiendo que continúen delinquiendo desde el escritorio los
altos funcionarios que hoy le dicen no a la JEP y al Acuerdo de Paz.
En relación a lo anterior, aclaro que son preguntas sueltas, que
surgen en medio de una circunstancia adversa que a muchos
colombianos afecta, al parecer solamente el 30% de la población
votante del país le gusta la guerra, el otro 70%, se divide así; un
22% cree que hay otras alternativas y le apuestan a ello, un 2.2% no
cree en absolutamente nada y espera un cambio estructural de fondo y
el otro 45.8% no sabe, no le importa o seguramente creen que viven
en otro país y este cuento a ellos no les toca. Es bastante complejo
entender como la mayoría de personas no tienen responsabilidad con
las cosas que suceden en su nación.
Así las cosas, las
últimas semanas el presidente de la República viene objetando 6 de
los artículos de la Justicia Especial para la Paz, JEP, su intención
– según lo hace ver él- es que no haya impunidad para quienes
cometieron crímenes de lesa humanidad cuando habla acerca de |
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los dirigentes
guerrilleros que hoy aspiran a ocupar cargos por elección popular,
pero lo que el señor no resalta en su discurso es que esta justicia
no solo está para juzgar a ex guerrilleros de las FARC sino también
a los diferentes actores implicados.
Los ex
delincuentes de los grupos armados al margen de la ley, ya hicieron
sus confesiones y deberán terminar de esclarecer los hechos, de eso
no debe caber duda, pero y los funcionarios de las distintas
instituciones políticas y públicas, que están involucrados de manera
sospechosa en el proceso beligerante qué, ellos serían los
principales beneficiarios de la caída de la JEP, la verdad seguirá
oculta y por ende la reparación será como hasta la fecha, una
ilusión más de las víctimas del conflicto armado del país.
Y es así, como
hoy la paz, parece ser un juguete desgastado, aburrido y sin
importancia, los colombianos que soñaron con ella abrieron
entusiasmados el regalo hace dos años, pero con angustia y miedo hoy
ven como el obsequio que tanto anhelaron se está convirtiendo en un
estorbo del que hay que deshacerse a como dé lugar.
1 9 8 9
Gustavo Álvarez
Gardeazábal
Fue hace 30 años
y el país ya lo olvidó. Fue en 1989 cuando el Cartel de Medellín, el
4 de julio, mató al gobernador de Antioquia, y asesinó, el 18 de
agosto, al coronel Franklin Quintero. Fue en 1989, el 15 de
diciembre, cuando agentes del estado (y quizás gringos) le
dispararon desde un helicóptero a Gonzalo Rodríguez Gacha mientras
huía por entre medio de una platanera en inmediaciones de Tolú. Fue
en ese año de 1989, exactamente el 29 de mayo, cuando el M19
secuestra a Alvaro Gómez Hurtado. El mismo año, el 27 de noviembre,
cuando vuelan el avión de Avianca con 107 personas a bordo a los
pocos minutos de despegar de El Dorado. El mismo en el que, el 6 de
diciembre, hacen estallar un bus bomba y vuelan el edificio del DAS
sin matar a Maza Márquez, su director, pero si a más de 60 personas
y destruyen 34 vehículos que circulaban por la zona y, en ese mismo
año, dos semanas después cuando secuestran al hijo de Germán
Montoya, secretario general de la presidencia de Barco. Fue año
cruento en donde se presentaron 389 atentados guerrilleros y el
asesinato de decenas de jueces y magistrados y el secuestro de otro
poco de ciudadanos más y las bombas contra El Espectador y
Vanguardia Liberal. Pero al país apenas si se lo recuerdan porque
fue en ese año también, el 18 de agosto, cuando asesinan a Galán en
la plaza de Soacha y de vez en cuando sus antiguos partidarios hacen
sonar clarines en la desmemoria nacional. Tal vez eso pretende Maria
Elvira Samper, galanista dolida, en un libro que está circulando por
estos días, titulado 1989, donde hace pantalla en 246 páginas sobre
todas las víctimas de lo que ya la historia (pero ella no) llama la
guerra de Pablo Escobar y su traquetería y donde apenas le gasta 34
páginas a un cuadro estadístico mes a mes para registrar las
muertes, daños y voladuras de las guerrillas. Un libro galanista y
desigual pero que todos los colombianos deberían tener en sus casas
para evitar el olvido. Lo recomiendo.
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