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                                                                                                                                  Pereira, Colombia -  Edición: 12.507-87 - Fecha: 05-26-2019

 Pg. 1-13

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¿Y qué esta pasando con la dictadura en Venezuela?


Mucha expectativa a nivel mundial y principalmente en Colombia generaron los más relevantes acontecimientos en Venezuela hace un mes, la discordia de si ingresaban o no las ayudas humanitarias al vecino país, la liberación de Leopoldo López, refugiado hoy en día en la embajada de España, los movimientos de Juan Guaidó por intentar derrocar el régimen, en fin.


Lo único cierto es que la situación de Venezuela acaparó los titulares de la prensa colombiana y en muchos países del mundo que incluso generó un gran acaparamiento noticioso en las principales horas de cadenas nacionales por lo menos en nuestro país, tanto así que incluso dedicaban horas y horas a esta problemática aun dejando a un lado información cotidiana.


Ahora bien, la pregunta del millón es ¿qué paso con esta expectativa? Ello, teniendo en cuenta que es una realidad notoria que poco o quizás nada han vuelto informar acerca de la precaria situación en Venezuela ya que en los últimos días se ha presentado un hermetismo total acerca de este tema, un silencio casi extraño de los medios de comunicación que ahora poco registran lo que sucede.


Y aunque es lamentable decirlo, quizás una de las razones principales de este hermetismo lo constituye el hecho que pese a los esfuerzos tanto de Guaidó como de la comunidad internacional, porque la realidad es que todos estos movimientos diplomáticos y las sanciones de Estados Unidos no rindieron el fruto esperado, Maduro sigue anclado en el poder y nada ha cambiado.


Tal parece que los venezolanos se acostumbraron a una vida a medias, porque la verdad es que no fueron capaces de revelarse contra el régimen de una manera contundente cuando contaron con la oportunidad y se dejaron vencer y acostumbrar a la imposición chavista.


Sin embargo, ese silencio en Colombia acerca del tema puede tener unos intereses más oscuros de los anteriormente citados, dado al hecho que muchos críticos, principalmente de izquierda, consideran que ese despliegue exagerado de información se trataba de una estrategia mediática, es decir una especie de cortina de humo para no revelar información relevante de hechos importantes que ocurrían en el país de manera simultánea a lo que ocurría en Venezuela.

Y ese argumenta se sustenta en el hecho que poco o nada conocimos los colombianos de los avances de la investigación por casos de corrupción en el caso del ex fiscal Néstor Humberto Martínez, quien hace poco días abandonó su cargo; según él, con la excusa de no estar de acuerdo que la Jurisdicción Especial para la Paz JEP haya tomado la decisión de dejar en libertad al ex líder guerrillero Jesús Santrich, evitando de esta manera su extradición.


Además de los hechos detrás de los asesinatos de líderes sociales en Colombia, entre otros temas de interés fueron relegados a un segundo plano, porque la prioridad en la agenda noticiosa colombiana era Venezuela, como para que de un momento a otro, sea tan escasa o nula la información sobre este flagelo, aun a sabiendas que el número de inmigrantes venezolanos continúa creciendo de manera desbordada generando una gran crisis humanitaria en el país.


¿En dónde quedaron entonces los reportajes de la frontera colombo venezolana que estábamos ya acostumbrados a ver los colombianos a la hora de levantarnos, a la hora del almuerzo e incluso en la noche? Definitivamente como se dice popularmente aquí hay gato escondido.
 

 

 

 

Agresión a la prensa, se prenden las alarmas

 

 

Por: Ruben Varela Hurtado

 

Un total de 2 casos registrados la semana pasada de agresión física, verbal y psicológica que se presentó en el país en contra de periodistas de medios de comunicación como el Quihubo y RCN televisión; prendieron las alarmas en los casos de atropello a periodistas que se vienen incrementado en los últimos años.


El primer caso se presentó contra el reportero judicial del canal RCN, Felipe Quintero, cuando realizaba el cubrimiento noticioso de la salida de Jesús Santrich de la cárcel La Picota de Bogotá y su traslado a un bunker de la Fiscalía General de la Nación. fue agredido por un grupo de simpatizantes del ex líder guerrillero, quienes iracundos por la recaptura de Santrich, rodearon al reportero y lo agredieron verbalmente con insultos, interrupción de su trabajo y lo más delicado con el lanzamiento de una botella con agua hacia su rostro.


El segundo caso y quizás el más aberrante, fue protagonizado por Gustavo Roa, el reportero gráfico del periódico Quihubo en la ciudad de Bogotá y quien después de trasladarse al barrio Nueva Zelanda de la capital colombiana a cubrir la noticia de un supuesto suicidio, fue agredido físicamente por los familiares del difunto, quienes sin mediar palabra se valieron de puños y patadas para agredir al periodista.


Lo más grave de este caso, lo constituye el hecho que dicha agresión no solo estuvo a manos de los familiares del difunto que se opusieron al trabajo del periodista, sino de algunos ciudadanos que equivocadamente también agredieron físicamente a Gustavo Roa creyendo que se trataba de un ladrón, luego de que algunos familiares así lo afirmaran con el objetivo que más personas se unieran a esta abominable agresión.


El resultado de este caso dejó como consecuencia tres fracturas en el rostro para el reportero gráfico de este medio de comunicación, quien posteriormente a la agresión fue atendido medicamente y recibió una incapacidad de cinco días mientras se recuperaba de las brutales agresiones.

Indignante para la prensa

Sin embargo el hecho que estos dos periodistas hayan sido agredidos por la comunidad, no es lo más indignante para nosotros, los medios de comunicación del país, la indignación en el gremio se incrementó cuando al realizar una exhaustiva revisión de los casos; se evidenció una total negligencia por parte de las autoridades, específicamente de integrantes de la Policía Nacional que en ambos casos hacían presencia y permitieron que las agresiones fueran afectivas.

Ya Gustavo Roa, en diferentes medios de comunicación del país denunció el hecho que ante la golpiza que le propinaron en el barrio Nueva Zelanda, buscó respaldo en dos agentes de la policía que hacían presencia y que la respuesta de los uniformados fue que él se lo había buscado por seguir grabando con su cámara, como quien dice, según estos policías de “pacotilla”, el reportero tuvo la culpa de que lo golpearan brutalmente ¿por qué?, ¿por hacer su trabajo? Qué indignante.


En el otro caso, Felipe Quintero, periodista judicial de RCN, también denunció ante los medios nacionales que ante la agresión de la que era víctima por parte de los seguidores de Jesús Santrich buscó ayuda con uniformados de la Policía Nacional que hacían presencia en el lugar y que como

 
   

respuesta solo recibió negligencia, indicándole que se debía dirigir a los superiores a poner la denuncia.


La verdad es que no se sabe que causa más indignación, si el hecho que desadaptados sociales, porque no se pueden llamar de otra manera, ya crean que en este país no sucede nada si interrumpen el trabajo o agreden a un periodista, o el hecho que las autoridades sean tan negligentes a la hora de defender a los comunicadores sociales de este tipo de atropellos.


En mi juicio el segundo caso es más indignante, no es posible que las autoridades que se suponen que deben de ser garantes de los ciudadanos que se encuentran en peligro de agresión no los defiendan y sean negligentes cuando el deber de protección es precisamente su función y más aún al tratarse de personas como los periodistas que hacemos un gran trabajo de informar a la sociedad.


Es hora entonces de tomar cartas en el asunto e investigar a fondo los hechos para judicializar a los agresores de estos dos hechos con el fin de que se les dictamine un castigo ejemplar que sirva de referencia para que la gente en Colombia tome conciencia que el agredir y cohibir al personal de la prensa es un acto sumamente delicado que trae consigo catastróficas consecuencias penales.

 

 

Teleférico Vs Vida

 

 

Por: Leonardo Franco Arenas

 

Desde la década de los cincuenta se tienen noticias de iniciativas públicas y privadas para construir un teleférico hacia la Laguna del Otún, embalse natural y la fuente hídrica más importante en esta zona del país; para resumir, una vital fábrica de agua. Está ubicada en el Parque Nacional Natural los Nevados, área protegida creada para la conservación de diferentes ecosistemas y corredor biológico de importancia mundial. Allí nace el rio Otún fuente de vida para casi tres millones de personas.

“El sistema de humedales del Otún, localizado en el Parque, fue declarado humedal de importancia internacional por la convención RAMSAR. Conservar la riqueza hídrica y biológica, en armonía con las comunidades asentadas en la zona de influencia y visitantes, nos permite tener una visión de un mejor futuro para todos” Parques nacionales naturales de Colombia. www.parquesnacionales.gov.co

Casi siempre se había hablado del teleférico, el Cedral – Laguna del Otún, en la década del sesenta; más tarde a comienzos de los noventa se revivió este esperpento y la sociedad civil tuvo el valor y el peso para frenarlo cuando ya se habían construido las bases en concreto para un complejo turístico (aunque usted no lo crea) en el sector de la asomadera.

Ahora como dice matador en un trino de twiter, “¿Teleférico a la laguna del Otún? El señor bajito de los Crocs le vende humo a la chusma palurda que lo aplaude. La Laguna del Otún es reserva protegida incluso del turismo, es como si en el páramo de Santurbán aprobaran la minería”

El proyecto en la ruta Santa Rosa de Cabal – Laguna del Otún ¿será cierto?; este taco lo soltó el ex, cuando le preguntaron sobre las visas retiradas a tres magistrados. De ser cierto y no una simple cortina de humo a las cuales nos tiene acostumbrados el hombre, ¿los risaraldenses y colombianos lo permitiremos? Claro que no.

Cuando el río suena, recordemos que en su gobierno se entregaron en concesión los más visitados Parques Nacionales Naturales, casi todos a Aviatur.
 

 

 

 

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