El Imparcial-Pagina 6

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			Nos están matando Natalia Cuervo López Este es el Hashtag que ha circulado desde hace meses en las redes sociales, y no está lejos de la realidad. Desde hace un año, la muerte de líderes sociales no ha cesado, parece que la vida en nuestro país no tiene ningún valor y luchar por condiciones dignas para los colombianos, es un problema con el que no quieren lidiar; las autoridades, los grupos al margen de la ley, la delincuencia común y el crimen organizado. Ese derecho constitucional al que accedemos todos al nacer y firmar un contrato de por vida con el Estado cuando nos registran como colombianos, no se puede hacer valer, porque al intentar hacerlo te convierte inmediatamente en un blanco militar. Los activistas, los líderes sociales, los líderes políticos, jóvenes, adultos, madres y padres, todos en general estamos en peligro, no puede ser que la lucha pacífica, con argumentos y evidencias no se pueda ejercer. Surgen entonces algunas incógnitas que cada día son más difíciles de descifrar, porque aunque las denuncias no paran ante los organismos de control, la seguridad no llega y sin inclemencia semana tras semana nuestros caídos aumentan. Y ¡digo nuestros!, porque luchan por usted, por mi familia y por mí. Es que las personas que dan cara a las problemáticas sociales con el fin de articular y dar soluciones, no solamente lo hacen por ellos mismos y sus hijos, cualquier beneficio nos toca a todos. Por esta razón los lloramos, nos duelen como si fueran cercanos, como cuando nos falta el ser amado, porque su lucha es la de todos. Bueno, cuando hablo de todos, es de aquellos que soñamos con un país en paz, con oportunidades para todos, en el que se respete las diferencias y en el que se construya una sociedad cohesionada y fuerte. La que queremos dejarle a nuestros hijos, esa de la que hablan los políticos cuando están en campaña, pero que termina siempre quedándose en promesas, puesto que priman los intereses propios de una oligarquía que no quiere de ninguna forma perder sus privilegios. Y ahí, en medio de esta pugna política por el poder, quedan en el suelo los sueños de un país que necesita urgentemente un cambio. Debe impactarnos y movernos de indignación, porque hasta la sangre nueva con miras al poder la están exterminando, estamos volviendo a los 90”, cuando el cartel de Medellín y otros, mataba a cualquier líder político que les presentará oposición. Es que no es casualidad que los lugares donde están matando a los nuevos líderes políticos, estén en medio del conflicto entre las fuerza militares colombianas, el ELN, las disidencias de las FARC y el cartel de Sinaloa, definitivamente la lucha contra la ilegalidad, la corrupción y el narcotráfico en este país está dispuesta impunemente a cobrar la vida de miles de inocentes. Así las cosas, son aproximadamente 672 de líderes sociales y dos candidatos políticos a las alcaldías del municipio Suarez en el	departamento del Cauca y en Tibú del departamento Norte de Santander, esto sumado a ex guerrilleros desmovilizados después de la firma del acuerdo de Paz entre el gobierno de Santos y las guerrillas de las FARC, es oneroso saldo que deja el último año de gobierno, lo que es vergonzoso. Sin embargo, mientras usted y yo permanezcamos callados, saliendo a trabajar todos los días, cumpliendo con lo necesario y haciéndonos los ciegos ante la realidad, tendremos un rotulo en la frente que hasta el día de nuestro deceso nos acompañará. ¡Cómplices!, Es hora de despertar o de lo contrario los próximos muertos sí pueden ser nuestros. LO SACARON Gustavo Álvarez Gardeazábal La madre abadesa logró por fin su cometido. Con su terquedad en usar la justicia como un instrumento político. Con su afán de favorecer a quienes habían manejado el convento provincial en que convirtieron promiscuamente a la ciudad de su antiguo comandante en jefe, precipitó con su cordón de San Francisco la renuncia del curioso y a veces hasta antipático alcalde. Lo acosó tanto suspendiéndolo sin formula de juicio y tan solo por sus discordantes procederes. Lo sancionó una y otra vez sin llenar los requisitos exigidos y lo humilló tan repetidas veces sin poderlo hacer aparecer ni siquiera como el responsable de las imprudencias de su hijo pizpireto, que finalmente el alcalde prefirió renunciar antes de notificarse de la nueva suspensión. Es decir, lo sacaron. En esta oportunidad la madre abadesa consideró, en su sapiencia medioeval, que el burgomaestre había pecado participando en política porque había promocionado en redes un video donde le pedía a sus gobernados que no votaran por la misma caterva de ladronzuelos que él había derrotado en su momento, y que como tal, debía cesar en sus funciones mientras se le investigaba tamaño delito. Probablemente era una intervención en el debate que se avecina si se considera ese acto dentro de la hipócrita manera de juzgar a la verdad como mentira o viceversa, aunque no dio ningún nombre de los integrantes de la tal caterva. Con su renuncia, la satisfacción debe rellenar de vanidad el hábito de la priora, pero como a partir del momento en que se le acepte su renuncia el alcalde queda libre de salir a la calle a decirles en público a los amigos de la abadesa por qué no deben gobernar otra vez a su ciudad, lo que se ha abierto es la puerta de los sustos, no las del infierno que cree evitarle a la patria la madre superiora con su forma de entender la justicia. Dé Clic a nuestro logo para descargar la aplicación del periódico