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Hasta
la última gota
Después de la mirada y el análisis correspondiente, se denota que
aunque no es la primera vez que los colombianos salen a las calles,
para manifestar su desacuerdo con algunas políticas de Gobierno,
pero sí es la primera ocasión en que estas congregaciones se
extienden por varios días de manera sostenida y a través de formas
de protesta inéditas para el país, que daba tregua para las
correcciones que se exijan, ahora las cosas han cambiado mucho y se
escuchan cacerolazos, entre salidas nocturnas, enfrentamientos cada
vez con mayor ahínco.
La sociedad y sus cambios son discrepantes y controversiales, como
se recuerda una movilización popular con un alcance masivo y
nacional de proporciones parecidas fueron las marchas para rechazar
a las FARC, en febrero de 2008.
Debido al acuerdo alcanzado con los diálogos de Paz, que se terminó
firmando hace 3 años, ya los colombianos pasaron de marchar en
contra de secuestros, asesinatos, tomas de tierras, tomas
guerrilleras y minas antipersonal, a marchar por oportunidades y
mejor futuro.
Con riesgo y con intensión de dejar el repudio y contradicción a las
nuevas políticas gubernamentales los colombianos están dispuestos a
poner en práctica todas las marchas posibles, hasta la última gota
de sudor y fuerza, están muy convencidos que se pueden lograr los
cambios, ya queda del gobierno sentarse de verdad y realizar los
avances que permitan regresar a la pasibilidad a la que se estaban
logrando, después de salir de los años de zozobra de guerrilla,
secuestros y demás.
Algunos manifestantes apuntan a pedir mayores recursos para la
educación pública, otros airean su indignación frente a la
corrupción, pero una buena parte de las razones se concentran en
exigir el cumplimiento integral de lo pactado, o rechazar el
incesante asesinato de líderes sociales, indígenas y excombatientes.
En las manifestaciones se escuchan consignas contra Duque y el
expresidente Álvaro Uribe, el más férreo opositor de los diálogos de
La Habana, han sido una constante que refleja un nuevo clima de
opinión pública. Un giro que ya insinuaban las encuestas, en las que
el mandatario alcanza una desaprobación del 69 por ciento y su
mentor político también aparece en números rojos desde hace ya algún
tiempo.
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Hablemos de Democracia
Por Zahur Klemath Zapata
Hablamos de democracia como si ella fuera el camino correcto para
alcanzar todos los beneficios que el ser humano espera encontrar a
través de esta vía electoral.
Suena bonito este vocablo que se repite en cada discurso como
bandera para alcanzar el bienestar de todos, pero si raciocinamos y
lo descuartizamos para mirar su interior, encontramos el cáncer que
se esconde dentro del establecimiento y que corroe la dinámica con
que debía funcionar para bien de toda la sociedad.
Lo que antes fue bueno para los ciudadanos por su condición
evolutiva y su estándar de vida, hoy va en contra vía a su modo de
vida y a los alcances de su intelecto. La corrupción que nace con la
democracia y el poder centrado en los elegidos impiden el sano
desarrollo del bienestar social.
No es fácil comprender y asimilar la condición humana en la que hoy
estamos viviendo. Cada uno de nosotros pertenecemos a un estado
evolutivo genéticamente que nos ubica en una realidad emocional e
intelectual diferente de nuestro vecino más cercano. Esto hace que
nos vamos agrupando en círculos que gravitamos en un universo que
nos permite vivir en el caos renovándonos cada día.
Los ciudadanos esta en el arco iris representado en el color que
representa su grado de evolución. Esto hace que cada nación se mueve
bajos estándares propios de sus conciudadanos y atienden las
órdenes y mandatos de quienes han elegido. Aquellos que se sienten
desprotegidos y no encajan emigren en la búsqueda de armonizar en
otro sitio que les brinde el bienestar que no han encontrado.
La democracia está interpretada según el sitio y la sociedad donde
ella predomina, ella funciona según las creencias que se han venido
estableciendo. Pero en esencia es la elección de gobernantes para
que gobiernen a los electores. Y en ese proceso nace la corrupción
porque sin ella no hay democracia. La democracia es el principio de
una monarquía con visos de libertad y autonomía ciudadana hasta que
el gobernante decide la dictadura. El pueblo elige para que los
gobiernen y los sometan a lo que los elegidos establecen para
bienestar del establecimiento al
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que ellos pertenecen y es el pueblo el que los sostiene por no
conocer otra vía de subsistir.
Si podemos entender nuestra autonomía y libre albedrío al que hemos
llegado, podemos evaluar lo que sucede a nuestro entorno y
distinguir que es lo que nos beneficia y que es lo que beneficia al
elegido. Al final de ese camino están unos pocos observando como la
gran mayoría mantiene el establecimiento sin darse por entendidos de
la realidad en la que viven.
En la democracia tú eliges a tu verdugo a tu señor y dueño,
aceptando sus leyes y ordenes como si él fuese una potestad que todo
lo puede hacer.
Al final se rebelan contra el establecimiento y contra quienes lo
administran. Para liberarse de la carga de impuestos y restricciones
que han impuesto para beneficio de ellos.
En el montaje y después debe existir corrupción para poder balancear
la inversión hecha para ser elegidos al cargo que se ha aspirado.
Luego continúa la corrupción para mantener en armonía la cosa
política y las infraestructuras que se han desarrollado y que solo
benefician a quienes las administran.
Pero lo que verdaderamente concierne a la sociedad, como las cosas
básicas, ellas serán atendidas en segunda mano porque no generan
dividendos económicos a los políticos. Solo los negocias que se
establecen a través del mercado de salud, medicina y educación son
los que se atienden regularmente.
Sostener ejércitos e infraestructuras es más beneficioso y rentable
para el establecimiento que propiciar bienestar social.
Cuando votas, votas como un inocente con la esperanza que las cosas
van a salir bien, pero eso jamás sucederá.
A través de los impuestos el establecimiento existe. Los políticos y
sus asociados se benefician del caudal de dinero que recibe el
Estado.
La abstención de votantes crece en cada elección porque el pueblo ha
venido entendiendo el juego y el por qué la democracia existe. Y
seguir ese juego es someterse a una esclavitud democrática donde el
ciudadano no es el que se beneficia
Hay que replantear la dirección hacia dónde vamos y establecer una
directriz que permita que el pueblo o ciudadanos puedan beneficiarse
por lo que están pagando en impuestos sin tener que mendigar por lo
ya pagado.
Lo que aquí se necesita son administradores de los bienes sociales
para que cada uno reciba a lo que tiene derecho del bienestar
social.
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