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Efecto secundario de la vacuna de
Moderna común en otros muchos fármacos
La Agencia Española de Medicamentos y Productos Sanitarios (AEMPS) ha ampliado
la lista de efectos secundarios de Spikevax, la vacuna de Moderna contra el
coronavirus. Ahora, entre ellos se encuentra la parestesia. Y, como es lógico,
tanto los antivacunas como las personas que sí han confiado en la inmunización
han contenido la respiración.
¿Qué es eso de la parestesia? ¿Es grave?
Son preguntas normales cuando se descubre que un fármaco al que hemos tenido o
vamos a tener acceso produce efectos secundarios que desconocemos. Por eso, lo
mejor es entender de qué se trata. Pero, sobre todo, saber que no es algo nuevo,
propio de las que algunos llaman vacunas experimentales (spoiler: no lo son).
Existen muchos fármacos que cuentan con la parestesia en su lista de efectos
secundarios. Lógicamente, eso no quiere decir que no debamos darle importancia
ni tenerlo en cuenta. Por eso la AEMPS ha actualizado su lista. Pero es
importante recibir la información con la cautela y la información necesarias
para que nuestras decisiones no se vean gobernadas por el miedo.
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¿Qué es la parestesia?
La parestesia es un trastorno de la sensibilidad que se manifiesta en forma
de hormigueo. Ocurre generalmente en las extremidades, aunque puede ocurrir
en cualquier parte del cuerpo. Puede darse por muchos motivos, por ejemplo
cuando tensionamos un nervio al mantener una postura mucho tiempo. Todos
conocemos esa sensación de pierna dormida cuando estamos sentados en una
postura incómoda.
Otras veces, en cambio, puede ir asociado a afecciones relacionadas con el
sistema nervioso, desde la esclerosis múltiple hasta los trastornos de
ansiedad. De hecho, el hormigueo es un síntoma bastante común en las
personas que sufren ataques de ansiedad.
La parestesia por sí sola no es grave. Sí que es importante buscar ayuda
médica si se mantiene en el tiempo, precisamente porque puede estar
desencadenada por alguna patología grave.
En el caso de las vacunas del coronavirus, ya se habían detectado casos de
parestesia con anterioridad. De hecho, estaba reportado como uno de los
efectos de la de Pfizer. Por eso, no es raro que, tratándose ambas de
vacunas de ARNm, la de Moderna también genere este efecto. No obstante, cabe
destacar que no es un efecto común. Y es que, según los datos de la AEMPS,
se da en 0,79 casos por cada 100.000 en todo el mundo. En España
concretamente a 9 de enero de 2022 se habían notificado 158 casos entre 14,2
millones de dosis administradas. Suele aparecer al tercer día de la
inyección y, por lo general, desaparece en unas horas sin revestir gravedad.
Otros fármacos más allá de la vacuna de Moderna
Ya hemos visto que la parestesia no es un síntoma común ni grave con la
vacuna de Moderna. Pero es que, además, tampoco es único de esta, pues se
encuentra en la lista de efectos secundarios de otros muchos fármacos. |
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Basta con una breve visita al vademecum español, donde se encuentran todos
los fármacos de administración legal en nuestro país, para encontrar una
lista bastante variada.
Uno de ellos es la azitromicina. Se trata de un antibiótico usado para
tratar multitud de infecciones bacterianas, desde amigdalitis hasta
infecciones digestivas y de la piel.
También podemos encontrar la parestesia en la lista de efectos secundarios
de la pregabalina. Este es un análogo del neurotransmisor GABA, por lo que
se usa para tratar algunas afecciones asociadas al sistema nervioso. Es, por
ejemplo, el caso de los trastornos de ansiedad generalizada, el dolor
neuropático o la epilepsia. En una línea similar, relacionada con
enfermedades del sistema nervioso, nos encontramos la sertralina, que
también puede provocar parestesia.
Otros fármacos que pueden generar esta sensación de hormigueo son
anestésicos locales como la lidocaína. O antihistamínicos como la
ciproheptadina.
En definitiva, sí, la vacuna de Moderna, así como otras vacunas del
coronavirus, puede provocar parestesia. Incluso otros efectos secundarios
más preocupantes. Pero generalmente son poco comunes, especialmente los más
graves. Y, como hemos visto, es algo que puede pasar con otros muchos
fármacos. A nadie se le ha pasado por la cabeza dejar de pautar azitromicina,
lidocaína, sertralina o ciproheptadina a quien lo necesita. Porque son
fármacos muy eficaces en los que los beneficios superan con creces a los
riesgos.
Con las vacunas del coronavirus ocurre lo mismo. La probabilidad de sufrir
efectos graves al padecer el coronavirus es mucho mayor que con la
inmunización. De hecho, el sistema nervioso es uno de los que se ven más
afectados con este patógeno. Más allá del respiratorio, claro. Se ve
claramente en los pacientes con Covid-19 persistente, muchos de los cuáles
sufren síntomas asociados al sistema nervioso, como dolores de cabeza o
lagunas de memoria.
Por lo tanto, el balance beneficio/riesgo con la
vacuna de Moderna y con el resto de opciones se decanta claramente hacia el
beneficio.
Asumimos riesgos cada vez que tomamos un fármaco. Es más, los asumimos cada
vez que tomamos una copa de alcohol o nos fumamos un cigarro. Quizás vaya
siendo hora de levantar la lupa de esas vacunas que, poco a poco, están
restando fuerza a esta pandemia. Se lo merecen.
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