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Impactos
devastadores de la Covid-19
Los Gobiernos en todo el mundo destinarán este año alrededor de USD 5 billones a
la educación preescolar, primaria y secundaria. Pero la actual generación podría
perder el doble o el triple de esa cantidad en términos de ingresos, a menos que
todos los niños y jóvenes regresen a la escuela, permanezcan en clases y
recuperen los elementos pedagógicos principales.
El primer impacto se tradujo en los millones de vidas perdidas debido a la
enfermedad provocada por el coronavirus. El segundo fue el sufrimiento humano
causado por la inestabilidad laboral y la pobreza. El tercero afecta a los niños
y jóvenes que deberían estar en la escuela, pero que se les dijo que se quedaran
en casa.
Han pasado dos años desde que empezó la Covid-19. Casi todos los países
resolvieron que una de las principales formas de combatir la pandemia era que
los estudiantes no asistieran a las escuelas y universidades. Los expertos en
salud pública plantearon que mantener las instituciones educativas abiertas
llevaría a una mayor propagación del virus. Para “aplanar la curva” y prevenir
la congestión de los hospitales, los niños tendrían que quedarse en casa.
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Muchos países europeos y de Asia oriental reabrieron las escuelas de manera
relativamente rápida, conscientes tanto de los costos evidentes para los niños
como de las escasas pruebas de los beneficios de un cierre total de los centros
educativos.
Sin embargo, en muchos países de Asia meridional, América Latina,
Oriente Medio e incluso en Asia oriental, los cierres de las escuelas se
mantuvieron por períodos excepcionalmente prolongados. Nuestros propios países,
India y Perú, son ejemplos típicos de esta tragedia.
A fines de 2021, los días de clase perdidos superaron con creces los 200, lo que
equivale a un año y medio de escuela. Esta larga interrupción del aprendizaje
podría tener consecuencias duraderas, en particular en los países pobres y de
ingreso mediano.
La mayor parte del impacto será para los niños y los jóvenes que tenían entre 4
años y 25 años en 2020 y 2021, generándose una enorme desigualdad
intergeneracional.
No asistir a la escuela por un período tan extenso implica
que los niños no solo dejan de aprender, sino que también tienden a olvidar
mucho de lo que han aprendido.
A fines de 2020, el Banco Mundial estimó que una
ausencia de siete meses de la escuela incrementaría el porcentaje de estudiantes
con “pobreza de aprendizajes” de 53 % a 63 %. Otros 7 millones de alumnos
abandonarían la escuela.
Los efectos en las niñas y las minorías marginadas
serán aún peor. Nuestros cálculos de las pérdidas se han revisado al alza, y
ahora esperamos que, a menos que se tomen medidas rápidas y audaces, la pobreza
de aprendizajes puede llegar al 70 %.
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Mayores pérdidas para los que menos tienen
En todos los países —ricos, de ingreso mediano y pobres— los niños de las
familias más pobres soportan las mayores pérdidas ya que sus oportunidades de
mantener cualquier participación en actividades de aprendizaje a distancia son
limitadas. Para ellos, el acceso a internet es deficiente: solo la mitad de
todos los estudiantes en los países de ingreso mediano y solo una décima parte
en los países más pobres tiene acceso a la web.
El uso de la TV, la radio y los
materiales para facilitar el aprendizaje han ayudado, pero no pueden reemplazar
la educación presencial. ‘Aprender’ no puede significar simplemente mirar
televisión o escuchar la radio durante unas pocas horas al día.
Como resultado se produce un aumento de la ya enorme desigualdad de
oportunidades. En el mundo en desarrollo, la Covid-19 podría conducir a un menor
crecimiento, mayor pobreza y más desigualdad para una generación completa, una
terrible triple amenaza para la prosperidad mundial en las próximas décadas.
"El futuro de 1000 millones de niños de todo el mundo está en riesgo. A menos
que se les permita regresar a la escuela y se encuentren maneras de remediar los
efectos de la interrupción de las clases, la Covid-19 dará lugar a un enorme
retroceso para esta generación".
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