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El extraordinario gen que hizo especial nuestro cerebro
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Por ello, el número total de neuronas en la corteza depende del número de
células madre neurales que las tienen que generar. Y cuantas más neuronas se
generen y más variopintas sean, mayor serán el tamaño y la complejidad de la
corteza cerebral.
En el cerebro embrionario humano el número de células madre neurales, su
diversidad y su capacidad de proliferación son enormes, mientras que en el
pequeño embrión de ratón son mucho menores.
El gen que regula las células madre del cerebro
La nueva investigación de nuestro laboratorio demuestra que la alta
capacidad de proliferación de las células madre neurales de la corteza
humana, y de otras especies con una corteza de gran tamaño, se debe en buena
medida al gen MIR3607, cuya función permanecía completamente desconocida
hasta ahora.
Este gen pertenece a la familia de los micro ARNs, pequeñas secuencias de
ARN que actúan como pequeños directores de orquesta, regulando la actividad
de otros genes.
En este caso, MIR3607 aumenta la proliferación de las células madre de la
corteza para que eventualmente generen un mayor número de neuronas.
Nuestro equipo ha llegado a esta conclusión analizando la presencia y
función de este micro ARN durante el desarrollo embrionario de la corteza
cerebral en múltiples especies de mamíferos con grandes cerebros. Nuestro
estudio ha incluido el ser humano, mediante el cultivo de 'minicerebros' (organoides
cerebrales).
¿Por qué otros mamíferos no desarrollaron cortezas cerebrales tan
complejas?
La evolución puede ser caprichosa, y no siempre avanza hacia órganos o
estructuras más grandes y complejas. A veces los hace más sencillos o
incluso los elimina.
Esto se llama pérdida secundaria, y es conocido el caso de delfines,
ballenas y otros mamíferos marinos para quienes resultó más útil para nadar
con agilidad convertir brazos y piernas articulados, y manos con dedos, en
simples aletas.
De forma similar, cuando la estirpe de los roedores se separó de los
primates hace 75 millones de años, su evolución les llevó a reducir el
tamaño de la corteza cerebral en comparación a su ancestro común con los
primates.
Pero ¿qué cambios y mutaciones genéticas causaron esta reducción del tamaño
cerebral en roedores?
Nuestro estudio da respuesta por primera vez a este enigma. Resulta que en
los roedores no se expresa MIR3607 durante el desarrollo embrionario, a
diferencia de los primates. Eso hace que sus células madre neurales no
proliferen mucho.En consecuencia, se generan pocas neuronas, y la corteza
acaba teniendo un tamaño pequeño.Es decir: gracias a la aparición del gen
MIR3607, el cerebro de los mamíferos aumentó de tamaño durante la evolución,
y sigue siendo necesario que las células madre lo mantengan activo para que
nuestro cerebro tenga su tamaño apropiado.
En caso contrario, el desarrollo cortical y la neurogénesis son deficientes,
dando lugar a un tamaño mucho menor, tal y como ocurrió con los roedores.
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La respuesta está, sin duda
alguna, en nuestro cerebro. Y más en particular, en la corteza cerebral, su
parte más grande y compleja.
Como su propio nombre indica, recubre al cerebro y le proporciona su típico
aspecto rugoso.
La corteza cerebral del ser humano es una de las más grandes maravillas de la
naturaleza, que nos ha permitido pasar del uso de las herramientas más simples
de nuestros ancestros a crear herramientas tan complejas como un ordenador
portátil, o una estación espacial internacional.
Gracias a la corteza cerebral podemos construir desde los edificios más grandes
y eficientes hasta las más bellas catedrales.
¿Cuál es el rol del cerebro (y del estado de ánimo) en nuestra respuesta
inmune?
Podemos tener interacciones sociales de gran sutileza y lograr en tiempo récord
identificar un nuevo tipo de virus como el SARS-CoV-2 y desarrollar una vacuna
efectiva contra este.
Más aún, en la corteza cerebral reside buena parte de aquello que nos hace
únicos a cada uno de nosotros: nuestra personalidad.
¿Cómo evolucionó nuestra corteza cerebral?
Al igual que nuestras manos y nuestra nariz, nuestra corteza cerebral es fruto
de millones de años de evolución. |
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Tras la gran extinción de los dinosaurios hace 66 millones de años, los
mamíferos más grandes que sobrevivieron no eran mucho mayores que un
topillo, y su corteza cerebral pesaba unos pocos gramos.
Sin embargo, la incesante acción de múltiples factores siguió creando
mutaciones en el genoma de esos mamíferos primigenios, al igual que venía
ocurriendo desde el origen de la vida.
Algunas de estas mutaciones eran perjudiciales (como las que nos causan
cáncer de piel, por ejemplo), y se perdían al perecer sus portadores. Pero
otras mutaciones genéticas fueron beneficiosas, y se perpetuaron en las
siguientes generaciones.
Mediante este proceso repetido durante millones de generaciones, la corteza
cerebral pequeña y relativamente sencilla de aquellos mamíferos primigenios
fue aumentando en tamaño y complejidad hasta convertirse en el fenomenal
órgano que ocupa hoy nuestros cráneos y nos permite comprender este
artículo. "El cerebro es la estructura más compleja y enigmática en el
universo. Contiene más neuronas que las estrellas existentes en la galaxia".
Pues bien, el estudio que hemos llevado a cabo desde el Instituto de
Neurociencias en Alicante ha descubierto uno de estos cambios genéticos que
tuvieron lugar durante la evolución y que fueron clave para la expansión de
la corteza cerebral humana.
La corteza se forma durante el desarrollo embrionario a partir de células
madre neurales, que se dividen constantemente dando lugar a dos células hija
tras cada división.
Al inicio del desarrollo, la división de células madre neurales genera más
células madre, aumentando así en número.
A
partir de cierto momento, estas empiezan a generar neuronas (neurogénesis),
que finalmente conformarán la corteza cerebral adulta.
Este es un paso decisivo, porque cuando la división celular produce dos
neuronas, ya no queda célula madre de repuesto que pueda seguir produciendo
más neuronas.
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