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Bendito
marañón
Iván R. Pulido
El as para la reactivación
económica colombiana
Tantos ires y venires e inequidades contra la comunidad campesina y productores
medianos por más de siete décadas tras desequilibradas y desbarajustadas
políticas, han propiciado las consecuencias de pobreza e inequidad entre lo
rural y urbano, vulnerando a quienes nos alimentan, concluyendo en sinsabores
que solo la conciencia en justicia de sus originadores les autocastigara.
No de entender el soporte de tanto suplicio en su contra por mínima educación,
mala remuneración, fragilidad en servicios de salud, nula asistencia técnica,
malas vías secundarias, terciarias y vulnerabilidad en el comercio de sus
productos, que razonan en no saber por qué estos derechos no pueden hacer parte
del buen vivir de quienes laboran en la ruralidad.
De rememorar la década de los 70 - 80, era dorada agraria de privilegios que
significaron motricidad para el desarrollo económico nacional, en que la
investigación y desarrollo tecnológico eran baluartes para la planeación
económica del país; que demostró la importancia de la educación como pilar
básico para el
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desarrollo
armónico de la sociedad, ejemplo argüido por investigadores de la talla de
Manuel Torregrosa (q.e.p.d.) PhD genetista fitomejorador, a quien su pasión
por la naturaleza le inclino al desarrollo de promisorias variedades de maíz
para implementarlo en siembras desde el caribe hasta los altiplanos, evento
que propicio la propagación de este alimento básico de la canasta familiar,
en salvaguarda a la protección de la soberanía alimentaría y la economía
campesina.
Como también de enaltecer que cinco décadas más tarde, brote del panorama de
Agrosavia otro doctor del mismo talante de Torregrosa, como el caso del
Ingeniero Javier Orlando Orduz PhD, quien como funcionario del C.I. de la
Libertad de Agrosavia en Villavicencio, rompe con golpe de gracia ese
letargo agrario y persiste por más de tres décadas en la búsqueda de un
proyecto viable para la diversificación del agro colombiano, atinándole a la
fruticultura amazónica concluyendo en cuatro promisorios productos, Marañón,
mangostino, rambután y lima acida Tahití, que se acoplan sinérgicamente como
bionegocios para exportación.
Ejemplo de esta implementación tecnificada a destacar el cultivo de Marañón,
el cual cuenta en Colombia con 14.000 hectáreas, de las cuales el 85% se
ubica en el Vichada, como árbol frutal sostenible multipropósito aliado a la
salud humana por sus propiedades medicinales, que armoniza por su excelente
adaptación a regiones secas cálidas, costos bajos de producción y generación
de un empleo formal por cada diez hectáreas.
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Proyecciones de Agrosavia para el Caribe y regiones similares, conciben un
futuro sendero mayor a 30.000 hectáreas en diez años, que lograran superar
la productividad y competitividad de potencias Marañóneras como India o
Vietnam.
El mercado mundial del Marañón mueve más de $ 8.000 millones de dólares,
liderando la producción África, Asia y la mayor demanda Estados Unidos,
India, China, Australia, Canadá y Nueva Zelanda, con atractivos precios de
US $9.500 por tonelada.
Como principales usos del marañón, el seudo fruto para elaboración de
conservas, dulces, mermeladas, gelatinas, vinos, jugos, vinagre y consumo
como fruta fresca; su almendra rica en antioxidantes, carotenoides y
vitamina E, previene enfermedades cardiacas, regula el azúcar en la sangre,
mejora la memoria, reduce la presión arterial, fortalece el sistema
inmunitario, previene la osteoporosis, la anemia, mantiene la salud de la
piel, el cabello, las uñas; sus hojas en infusión actúan como
broncodilatadoras y de su tronco se extrae una goma especial para
encuadernación. Todo un espectáculo de producto a posicionarse en el top
Colombiano de productos para exportación al estilo del café, banano y
flores.
COMITÉ CENTRAL DE INGENIEROS AGRONOMOS EGRESADOS UT 73 B
POR. - I.A IVAN ROBERTO PULIDO GONZALEZ. - REPRESENTANTE. |
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