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Las
mentiras de la Globalización
Por: Uriel
González Gómez
Cuando te sientas a ver las noticias y vez que el periodista dice,
“el presidente de estados unidos, amenazo con imponer sanciones
comerciales a china” entonces el televidente debe preguntarse pero
porque, y no es precisamente porque venda “X” producto malo, o sea
un país que apoye terroristas o esas cosas que odian los Estados
Unidos, lo hace porque ve amenazado su propio comercio, entonces
aquí es donde uno se pregunta, el libre comercio producto del
capitalismo en realidad se puede hacer, o existen condiciones con
las que no te puedes topar.
Veamos
“El capitalismo promueve el emprendimiento. El capital privado puede
generar mucha riqueza, algo difícil en otros sistemas. Se tiene
acceso a la propiedad privada. ... Existe un movimiento económico
constante, aunque sólo sea un porcentaje mínimo de la riqueza del
país y mejora la calidad de vida”.
Del estrato anterior se puede leer que definitivamente este modelo
económico es muy equitativo, en sus intenciones de generar mayor
calidad de vida, ¿pero si se aplica en la realidad este modelo para
mejorar la calidad de vida de las personas? - Colombia inicio su
apertura económica en los años 90 y se puede decir que introdujo
dentro de su economía los postulados económicos del capitalismo,
para impulsar el desarrollo económico, pero para sorpresa de muchos
en Colombia seguimos siendo el 2do país más desigual de la región
para el año 2020, entonces, puede preguntarse - ¿De qué ha servido
la apertura económica? - según un informe de portafolio el 82% de la
riqueza creada en el mundo el año pasado fue para el 1% más rico de
la población, si esto sucede en el mundo, en Colombia la cosa esta
peor, porque el vecino ayer perdió a casa, al quebrar su micro
empresa.
La globalización ha traído consigo importantes avances, porque ha
permitido que las personas de todo el mundo puedan comerciar sin
muchos problemas, pero sin duda el mayor problema de esta situación
es como se puede hacer, mientras usted pase desapercibido no tendrá
problema, pero si usted piensa en competir contra monopolios
económicos, sin debe pensarlo dos veces o si quiere tres veces o
más, o le pasa lo que le paso a mi vecino.
Y es que el comercio mundial funciona casi como una galería de
pueblo o de ciudad, - sin duda un mal ejemplo, pero aplica o cae
como anillo al dedo, decía mi abuela; > ustedes han visto u odio que
siempre el que lleva más años pone condiciones, así en el papel la
política de la galería sea la igualdad, así de simple, para mayor
ejemplo el mundo ve como los Estados Unidos el padre del libre
mercado, pone sus condiciones en el mundo, y hasta ahora nadie
quería mostrarle los dientes, hasta que apareció el dragón de
oriente, vendiendo productos de igual calidad y buen precio por el
mundo, y al Tío Sam, NO LE GUSTO que otro viniera a su patio a
vender lo que el vende, y provoca la furia de la política económica
de estados unidos y ahora pone al presidente Donald Trum a poner
sanciones, a ver si logra intimidar el nuevo vecino.
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Pero aunque en algunas cosas el ejemplo de la galería sirva, se
supone que el libre comercio tiene reglas de, y es aquí donde se
demuestra que viable es el modelo económico, si en realidad este
modelo permite la generación de riqueza para todos, o simplemente
quien tenga el poder y las armas puede hacer uso, pues China está
poniendo a prueba esta situación y hasta el momento va ganando la
batalla económica y comercial.
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Uriel González Gómez
Correo
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“Pseudo
intelectuales” y polarización, buena salud social
Por: Carlos Alberto Ricchetti
A menudo, suelen encontrarse personajes que frente a una impotencia
producto de sus limitaciones intelectuales, de la actitud criminal
de negar la evidencia, aunque en el fuero íntimo la reconozcan, se
encolerizan ante la verdad de los argumentos incontratables para
apelar al descredito del contradictor.
Después de largos análisis sobre tal disyuntiva, de volver una y
otra vez atrás para reconocer cualquier error, apartar ciegamente el
mínimo sentimiento de culpa por alguna injusticia cometida “de
palabra, obra u omisión”, como cita la oración del “Yo pecador”,
pueden advertirse similitudes con la infaltable vecina chismosa del
barrio.
No se trata de hacer un comentario de mala fe, ni de comparar a
quienes gustan rebajarse en lo más bajo de la cotidianidad, al punto
de hacer comentarios de terceros por no tener vida propia, con
verdaderos “artesanos de la palabra” que, al margen de la
ignorancia, del grado de mala intencionalidad, buscan superarse a sí
mismos tratando de manipular a otros.
Sin embargo, existe una condición innegable descartando la
posibilidad de establecer un ofensivo retrato paralelo porque, en
definitiva, nadie es completamente igual a nadie a pesar de poseer
características similares, como errores comunes o virtudes hay entre
todos los mortales.
El chismoso odia al que no se hace eco del comentario, de una
vulgaridad, del señalamiento despectivo sobre alguien. Se siente
aburrido, ofendido y ni hablar si para su desgracia, se llega a
topar con un interlocutor más directo de lo usual, mandándolo “de
paseo” como si fuera poco.
Igual le ocurre al ignorante, al arribista; al mentiroso, diciendo
sufrir, pero es incapaz de hacer algo por los demás o él mismo para
dejar de hacerlo, así como el fabulador, auténtico profesional del
discurso leproso, impositivo, vacío, que no soporta el mínimo
análisis y como su dueño, parece gozar con la caída de aquel cuyo
único pecado, es intentar vivir dignamente. |
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Pregoneros
La suma de los extremos es siempre mala, excepto para rechazar el
relato alevoso e
infundado de los funcionales gratuitos de los intereses gigantescos
de aquellos beneficiándose de cuanto es injusto, gracias al accionar
de pobres infelices sin recibir siquiera los huesos a cambio de su
infatigable labor.
Por más sólidas que sean las bases del poder, los resortes de los
poderosos, como el dueño de la fábrica precisa del esquirol barato,
aunque en el fondo lo odie por traicionar a los suyos, necesita, al
decir de un querido amigo, del “menesteroso con guayabera”, haciendo
ostentación de riqueza disimulando los bolsillos rotos.
Del retrógrado, para el cual el progreso es malo, la abundancia de
bienes materiales a cambio de impuestos, “asistencialismo” o llama
“alimentar vagos” al subsidio, mientras calla cuando los ladrones de
guante blanco, holgazanes si los habrá, tienen el centenario
privilegio de acaparar los negocios del estado, además de vaciarlo,
pretender destruirlo, salvo a la hora evadir sus millonarias deudas
privadas.
Pero el máximo peligro lo representa el perverso, el criminal
incondicional, defendiendo de antemano lo incorrecto. Un genuino
enemigo social, gustoso de romantizar la pobreza, de vender la
desigualdad como superación, al ponderar el mal de muchos a través
del sufrimiento crónico para supervivir con lo justo lleno de
obligaciones, carente de derechos, marginados a disfrutar de la
vida, víctimas del “culto a la eficiencia”.
Síntoma
Según los antiguos griegos, los “politikon” eran los hombres
preocupados por el rumbo de la sociedad, las inquietudes de los
ciudadanos, los grandes problemas nacionales. Lo contrario eran los
“idiotas”, a los cuales el genial poeta y dramaturgo alemán Bertholt
Brecht llamaba “analfabetos políticos”.
Hasta el momento aún no hay palabra a fin de definir a los empeñados
en tergiversar, ocultar, calumniar, rendir culto a la mentira,
venerar falsos ídolos, pontificar delincuentes, hacer el juego a los
corruptos, a los abusadores, a los asesinos, a nombre de una
libertad de expresión e ideología que desprecian por no ser
democráticos, quedando en evidencia cuando “les cantan la tabla” y
se emberracan al no lograr su funesto propósito.
De allí a que la polarización no es tan mala. Es la señal inequívoca
de una sociedad comenzando a despertar, harta de tragar basura, de
“comer cuento”, exigiendo una cualitativa dosis de dignidad, vivir
con la frente alta consumiendo cuanto produce, al interior de
escenarios proclives a satisfacer las necesidades del cuerpo, del
espíritu, del alma.
De tal modo, no sería vano ahondar en un grado de desarrollo
psicológico, intelectual o social, cuyo valor sea proporcionar al
rechazo colectivo de estos serviles emisarios de la subordinación
gratuita, la putrefacción de la ética, la miseria humana y el odio
visceral a los que no representan dichos antivalores porque los
soportan como el perro a la cebolla.
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