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ESPECIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.924-504

Fecha: Jueves 19-05-2022

 

Predicción afectiva

 

 

También conocida como predicción hedónica o mecanismo de predicción hedónica. Consiste en la capacidad que posee el ser humano para predecir un estado emocional en el futuro. Sin embargo, las preferencias, decisiones y comportamientos influyen en dicho proceso de predicción.

Hoy día, las predicciones afectivas son estudiadas por psicólogos y economistas, así como también han ganado terreno en las investigaciones sobre la atención médica, la ley y la felicidad. De igual modo, se ha investigado cómo las predicciones afectivas pueden tener un efecto en la toma de decisiones y en el bienestar, lo cual resulta de interés para analíticos de diferentes campos y políticos.
 


Los seres humanos cuentan con la capacidad innata de tener expectativas y plantearse ilusiones de cara al futuro. Dicha necesidad de predicción se relaciona con el deseo o anhelo de confirmar que los eventos van a traer bienestar; es por ello que se pronostica, de forma positiva mayormente, cuáles serán los estados afectivos que acompañarán tales eventos.

El psicólogo Daniel Kahneman, quien ha investigado sobre la psicología del juicio, la toma de decisiones y la economía del comportamiento, trabajó sobre el concepto de pronósticos hedónicos a principio de los noventa, analizando el impacto que este tiene en la toma de decisiones.
 

 


No obstante, el término en sí de ‘pronóstico afectivo’ fue acuñado posteriormente por los psicólogos Timothy Wilson y Daniel Gilbert. En sus primeras investigaciones se centraron en medir los pronósticos emocionales, pero, después, examinaron la precisión de los pronósticos, revelando que las personas, sorprendentemente, son jueces bastante deficientes de sus futuros estados emocionales.

 
Un ejemplo de ello es que, al predecir cómo el evento de ganar la lotería podría afectar la felicidad, lo más probable es que las personas sobreestimen los sentimientos positivos futuros, ignorando otros factores emocionales.



Wilson y Gilbert diseñaron un esquema conceptual denominado afective forecasting, en el que explican que la proyección de los estados emocionales para el futuro, en aras de incrementar el bienestar, influyen en las preferencias y comportamientos. En dicho esquema también se refleja cómo se auguran acontecimientos y se les dota de una significación sobrevalorada en la intensidad y duración emocional, lo cual genera expectativas que no coinciden luego en la experiencia afectiva real, cuando el evento ha ocurrido.

Aunado a ello, Wilson y Gilbert examinaron las variables que influyen en la predicción afectiva. Uno de estos sesgos proviene de la corrección única de influencias ante el evento anunciado. Es decir, que en el momento de predecir las dificultades que formarán parte de la experiencia real se minimizan, o incluso se substraen las posibles dificultades que podrían influir en dicha vivencia.

Esto se puede asociar a la noción de evitación cognitiva, entendida como una variable que restringe los elementos que provocan incertidumbre. En el modelo de Wilson y Gilbert se considera que las personas disponen de un sistema inmunológico psicológico, el cual permite resignificar hechos y encontrar un sentido a lo que se vive, lo cual se relaciona con la resiliencia.

En la predicción afectiva se pueden presentar algunos elementos, tales como:
 

 


La valencia afectiva: o el valor de la emoción. Esta es la capacidad de saber si un evento reportará emociones positivas o negativas.

Las emociones específicas: o la capacidad de poder determinar cuáles circunstancias generarán felicidad y cuáles provocarán sentimientos de miedo, angustia, inseguridad o ansiedad.
Intensidad y duración de las emociones: respecto a la predicción de la intensidad y duración, los seres humanos no siempre logran hacer una buena valoración.

En cuanto a los procesos de los sentidos, los eventos importantes en la vida pueden tener un impacto notable en las emociones de las personas por mucho tiempo, pero la intensidad tiende a disminuir, o lo que se conoce como evanescencia emocional.

 

Esto se debe a que los seres humanos cuentan con procesos  psicológicos que les permiten amortiguar una emoción. Los eventos inesperados, improbables o sorprendentes suelen generar una reacción emocional de mayor intensidad.


Por lo general las personas no se sienten cómodas con el caos, motivo por el cual de forma automática piensan cómo darle sentido a un evento. Esto se relaciona con la negligencia inmune, es decir, que cuando suceden actos no deseados, nos enojamos e intentamos encontrar un significado para poder hacer frente a lo que sucede. Sin embargo, no se suele anticipar qué dará sentido a los eventos para que estos disminuyan la intensidad. Esto se conoce como negligencia de la ordenación. Un ejemplo de esto es cuando un empleado piensa: “estaré contento si me jefe me da un ascenso”, pero cuando lo consigue, aunque el empleado se emocione, con el tiempo adquiere un sentido de la situación que les lleva a pensar: “soy muy dedicado, mi jefe debería haberlo notado” y esto amortigua la reacción emocional.

Son muchos los aspectos que pueden dar lugar a errores cognitivos. Los pronosticadores afectivos confían en los recuerdos que tienen sobre eventos pasados y, al informarlos, pueden omitir detalles, cambiar hechos que nunca sucedieron o agregar cosas que nunca pasaron y esto afecta su capacidad predictiva, pues aumenta el sesgo de impacto. Esto se ejemplifica cuando los fanáticos de béisbol recurren al mejor juego que puedan recordar para hacer pronósticos del juego que están por ver.

 

  

 

 

  

 

 

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