El humano y su indiferencia medio
ambiental
(Parte II)
Por: Iván Roberto Pulido
En el
mapa de la Tierra es posible dibujar otro mapa: el mapa de los
bosques y selvas que desaparecen delante de nuestros ojos. Y en el
mapa de la deforestación y la depredación todavía podemos esbozar
otro mapa: el de las gentes amenazadas por la destrucción de su
medio ambiente, una geografía donde los grupos indígenas predominan.
Tala desenfrenada, ganadería extensiva, agronegocios, esquemas de
desarrollo masivo y expulsión forzada de sus tierras, han tenido un
impacto devastador sobre estos grupos.
Invariablemente, la destrucción de su entorno conlleva también la
violación de sus derechos humanos: pierden su hábitat tradicional y
sus medios de subsistencia, su sistema social y sus prácticas
religiosas, y aun su espiritualidad. ¿No es mucho mejor respetar el
derecho de los grupos indígenas a que vivan en sus tierras, en lugar
de tenerlos en las megalópolis como refugiados ambientales,
sufriendo en su propio cuerpo la degradación ecológica?
Cada año millones de toneladas de desechos radioactivos, químicos
orgánicos, líquidos tóxicos, cenizas de incineradores, heces
humanas, pinturas y lubricantes son exportadas al Sur por el Norte.
Latinoamérica, en particular, se está convirtiendo en el basurero
preferido para los residuos peligrosos generados por compañías
norteamericanas, canadienses, japonesas y europeas. Estos residuos,
importados legal o clandestinamente, a menudo camuflados como
materiales «reciclados», contaminan nuestro medio ambiente y ponen
en peligro vidas humanas y ecosistemas enteros.
Las víctimas son mantenidas en la ignorancia, usualmente, sobre los
riesgos potenciales para su salud y sobre el tipo de sustancias que
son arrojadas en su entorno. Nosotros tenemos el derecho de no ser
el depósito de una basura que no hemos producido ni segregado.
Quizá, si estos residuos tuvieran que permanecer in situ o ser
tratados cerca del lugar de su manufactura, habría un tremendo
incentivo para la reducción tanto de desechos domésticos como
industriales. El derecho de no recibir la basura de otros es un
corolario de la responsabilidad para disponer de la propia basura de
uno.
En los próximos años, cuando hablemos de los derechos humanos
estaremos hablando de nuestros derechos elementales a tener un aire
y un agua limpios, de los derechos de las mujeres a criar niños
libres de plomo, del derecho de cada individuo a tener la
información y los medios a su alcance para hacer las decisiones
personales necesarias que puedan llevar a la población global a
estabilizarse, del derecho de las futuras generaciones a vivir
dignamente en un planeta rico en biodiversidad, y de la
responsabilidad de cada individuo para hacer esto posible.
Debemos dejar de hacer sofismas sobre incertidumbres científicas y
sobre escenarios conflictivos posibles donde sobreviven los seres
humanos, de debatir sobre la prescindibilidad de las especies y de
argüir sobre el número de cánceres atribuible a la destrucción de la
capa de ozono. Debemos hacer un acto de fe y reconocer que nuestro
planeta está en grave peligro. Debemos comprender que la mentalidad
de business as usual de muchos líderes políticos y económicos del
Norte y del Sur, quienes, carentes de una visión global persisten en
defender intereses nacionales (y a veces únicamente personales) a
corto plazo, no va a asegurarnos que nuestros descendientes puedan
gozar un día de sus derechos ambientales y humanos.
10.000 AÑOS DE DEGRADACIÓN AMBIENTAL
Durante estos períodos de tiempo los humanos comenzaron a talar y
quemar bosques para plantar alimentos; y a domesticar plantas y
animales para hacerlos dependientes de la interacción humana.
Los
primeros pastores también cambiaron su entorno a través de la
limpieza del terreno y la cría selectiva. Y si bien estos cambios se
produjeron a ritmos diferentes, ahora sabemos
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que hay ejemplos muy
extendidos de ello a largo de todo el mundo que pueden
proporcionar la información sobre cómo llegamos a degradar
nuestra relación con la Tierra y sus recursos naturales
hasta el modo en que lo hacemos hoy en día.
Resulta que muchas de las formas en que las personas en la
antigüedad usaban la tierra no eran tan "inocuas.
Hemos podido observar una trayectoria progresiva en nuestro
impacto ambiental, Y si bien la velocidad a la que el
entorno está cambiando actualmente es mucho más drástica,
también pudimos comprobar los efectos que el impacto del ser
humano tuvo en la Tierra hace miles de años". En busca de la
sabiduría de nuestros ancestros
CIUDADES MÁS RESPETUOSAS CON EL MEDIO AMBIENTE
Si bien el cambio climático de hoy y la destrucción del
medio ambiente están ocurriendo más rápidamente y en una
escala mucho mayor de lo que el mundo haya visto nunca,
señala que este estudio ayuda a proporcionar un contexto
histórico a los problemas de actuales.
ANIMALES EN PELIGRO DE EXTINCIÓN
Mostrar que recientemente ha habido un cambio muy acelerado
en el uso de la tierra, pero que sin embargo los humanos han
estado provocando hace 3.000 años.
Esto demuestra que los problemas que enfrentamos hoy están
muy arraigados en nuestra naturaleza humana y que van a ser
necesarias algo más que simples soluciones para resolverlos.
Eso es algo que no se puede ignorar.
Tales de Mileto, fue declarado precursor de la ciencia, tras
su filosofía caracterizada por dejar a un lado las
explicaciones religiosas o mitológicas respecto a los
fenómenos físicos de la naturaleza y dar paso al pensamiento
racional lógico, deduciendo el agua como principio
constitutivo del mundo.
Al parecer no trascendental, por confundir la filosofía con
la ciencia y carecer de una fuente directa de su
pensamiento, pero si concluyente la condición de
indispensabilidad del agua para la vida.
De tal realidad se desprenden toda una serie de temáticas a
futuro, como el no entender hoy, que cerca de 800 millones
de personas en el mundo, carezcan de acceso al servicio
básico de suministro de agua potable y que al menos 2.000
millones de personas se abastezcan de fuentes de agua
contaminadas, situación provocadora de muerte a más de
500.000 personas.
E inexplicable de igual entender que los incendios, sequias,
lluvias torrenciales, inundaciones devastadoras, huracanes,
tsunamis, deshielos glaciares, escasez de agua, lluvias
toxicas, que vemos diariamente a nivel mundial, muestras
fehacientes de los impactos que el cambio climático está
ocasionando a lo largo y ancho del planeta, no muevan a
prender las luces de alerta para que en especial los países
poderosos del universo prescindan de su codicia, para
implementar ´política internacionales serias y cumplibles
que den freno de una vez por todas con seriedad y severidad,
a la acción humana que a diario no hace más que agravar la
situación de la escasez, de valiosos recursos naturales no
regenerativos, provocadores de un cambio climático que ya
ronda en afectación de más del 40% de la población mundial,
situación por demás agravada de 1.700 millones de personas
vecinas de acuíferos del mundo, que por no costarles nada,
malgastan el recurso superando su capacidad de recarga,
poniendo en riesgo la seguridad hídrica de agua dulce, el
equilibrio de los ecosistemas y el desbalance de la
biodiversidad mundial, sin asomo de sonrojo alguno.
El padre de la filosofía, en honor a su sabiduría, bien nos
motivara algún día en su recordación a la reflexión hacia un
acceso universal equitativo de los recursos naturales, que
nos motive a prescindir de esa inflexión sin sentido, de la
humanidad a enemistarse con el medio ambiente.
Y a modo informativo, comentar que el 70% del agua dulce lo
consume la agricultura, en 330 millones de hectáreas dotada
de riego, que representa el 20% de la superficie cultivada,
que aporta el 40% de la producción global de alimentos.
Por
igual, anotar por aumentos de recursos hídricos para futuro,
especialmente presionados
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por la agricultura, razón de peso que
implicara apoyo económico constante, para la asignación equilibrada de aguas,
donde se deberán precisar políticas de estado que normaticen la eficiencia en el
uso del agua, basado en inventarios de recursos de aguas superficiales y
subterráneas, número de usuarios agrícolas, urbanos, energéticos e industriales.
Así mismo, proyectar con la mayor eficiencia el agua para que cumpla a cabalidad
su fundamental función en la seguridad alimentaria mundial, las proyección
poblacional del planeta es superar los 10 000 millones de habitantes para 2050,
reto que invita a la planeación inmediata para satisfacer las necesidades
básicas de alimentos de esta cifra mínima de personas.
Razón que indica la necesidad de acompañamiento de la ciencia, investigación,
transferencia y productividad aumentada a un aproximado 70 %, dado que la
agricultura de riego es aproximadamente dos veces más productiva por hectárea,
implica un efecto de amortiguación contra la variabilidad climática que a la vez
permite una diversificación de los cultivos más segura, resultado clave para la
seguridad alimentaria y nutricional del mundo.
Como conclusión a las proyecciones relacionadas, se hace necesario reconsiderar
la gestión del agua en el sector agrícola, mediante sistemas de riego de alta
tecnología, riego por goteo, almacenamiento de aguas lluvias, tratamiento de
aguas residuales para su reutilización, la combinación de cría de animales
acuáticos con plantas hidropónicas en un medio ambiente simbiótico o acuaponía,
todas técnicas que impliquen mínimos desperdicios de agua, aplicación de los
riegos en las horas de monos sol, y por lo tanto menos evapotranspiración o
infiltración; y por demás la ordenación general de los recursos hídricos y
seguridad hídrica como manejo integral que signifique menor afectación ambiental
y apoyo a la recarga normal de los acuíferos subterráneos.
Desafortunadamente, la capacidad para mejorar la gestión del agua en la
agricultura se ve limitada por políticas erradas, sin conocimiento y causa de la
problemática, por pura apatía de un tema que no interesa por considerarlo baladí
para la competitividad, un desempeño institucional deficiente y restricciones
financieras. Las instituciones públicas y privadas más importantes —entre ellas
los ministerios de agricultura y Medio ambiente, las autoridades encargadas de
gestionar las cuencas hidrográficas, los administradores de los sistemas de
riego, los usuarios de agua y las organizaciones de agricultores— por lo general
no cuentan con entornos y capacidades normativas para realizar sus funciones con
eficacia y demasiadas restricciones financieras.
Los agricultores y sus organizaciones a menudo están respondiendo a marcos de
incentivos altamente distorsionados en relación con políticas de apoyo agrícola
y fijación de precios del agua. Y más en un País como Colombia, hoy sometido a
la improductividad agraria, donde se prefiere como consecuencia de lo mismo a
pretender invertir en otras áreas que no significan sino agrandamiento del
conflicto que hoy ya alcanza los 200 años en lo que a tierras se refiere.
La mayoría de los Gobiernos y usuarios de agua no invierten de manera adecuada
en el mantenimiento de los sistemas de riego y drenaje.
El aumento en la eficiencia del consumo de agua para fines agrícolas, depende
también de las transferencias de tecnología para las inversiones agrícolas
destinadas a mejorar la gestión del suelo, del agua y a la mejora de la calidad
de las semillas.
Existen alternativas como semillas mejoradas, siembra directa, labranza mínima,
humectación y secado alternativo, intensificación sostenible del arroz y otras,
pero es necesario ajustar mejoras de los sistemas de abastecimiento de agua,
usando tecnologías de información, como los sensores de humedad del suelo y
estimación de la evapotranspiración a partir de datos satelitales, herramientas
de alta tecnología que aumentarían la eficiencia y la productividad del uso del
agua en la agricultura.
Todo un resumen de situaciones, que hacen necesaria la socialización del
problema y que promuevan la importancia de cuidar y concientizar sobre su uso y
manejo sostenible, tarea a emprender entre todos, en vigía a conservar tan vital
recurso natural que nos viene brindando nuestro todopoderoso planeta y lo
estamos desperdiciando y derrochando.
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