EDITORIAL
Liderazgo Cruel
Termina
la semana son ya normales las decisiones tomadas entre gritos de
gallos y madrugadas. Mientras un buen grupo de colombianos aún no
saben que vestirán, que podrán recibir de asistencia médica o peor
aún, muchos ni siquiera tendrán un bocado y no solamente en estas
fechas, sino casi todos sus días de vida.
Las preocupaciones son para quien la padece, se acabó la bondad que
caracterizaba al común denominador del ciudadano colombiano, se ha
vuelto tal absurdo ver como unos pocos disfrutan de las bondades de
esta tierra, que por demás es muy bondadosa y que refleja augurios
de progreso, pero no se concreta.
Queda descontado por parte de autoridades que de algún modo deben
velar por la seguridad social de los ciudadanos, que a pelen a una
gota de conciencia y que deja a un lado el ámbito político, que se
dediquen realmente al bienestar de los más desprotegidos o
vulnerables.
Si bien es cierto que cada individuo es responsable de manera
individual del deterioro de las propiedades y principios grupales,
también es cierto que existen instituciones del Estado que
contribuyen con dicho deterioro.
Al no poner en práctica el liderazgo distribuido, la flexibilidad,
el consenso, la formulación de objetivos y una evaluación continua
de lo social; todo ello ha generado el inmenso deterioro social que
origina la gran cantidad de muertes violentas, que ha diario suceden
en distintos poblados y ciudades del país; así como el deterioro de
las infraestructuras de calles muy pocas transitadas por los que les
tocaría poner remedio, como así a lugares históricos, estructuras
municipales y departamentales, ahora con ello llega este maléfico
virus.
Sin embargo, no se suele reflexionar sobre el sentido profundo de
estas frases que a todas luces nos enuncian un juicio moral de
realce o reconocimiento del decoro, honor o de la grandeza en la
manera de comportarnos. Hay que destacar muchos sectores
abandonados, que en estas situaciones salen a la luz con brillo
propio, pero no es así en todos los departamentos o ciudades.
En el sector salud no se estaba preparado para nada como lo que
sucede hoy en día, sin embargo en muchos departamentos y ciudades se
ha logrado contener en gran medida la contaminación del virus que
nos aqueja en la actualidad, medidas de todo tipo, unas acertadas y
otras no tanto, pero existen personajes que están luchando al lado
del pueblo.
Otros se ha dado a la tarea de politizar esta problemática, dejando
de lado su compromiso social y ético.
Pero no obstante en la situación en la que nos encontramos en la
actualidad es deber de todos poner nuestro granito de arena y luchar
por salir adelante, que por demás la situación ponen en riesgo a
todos por igual, entre los héroes silenciosos ahora también podemos
contar a los bomberos, funcionarios policiales, médicos y
enfermeras.
Seguramente se escapan algunos que no han sido nombrados aquí, sin
embargo ya es un plural común en que salgan más héroes silenciosos,
que dejemos a un lado la politi-quería,
que juntemos nuestras manos para hacer un trabajo digno y
dignificante, aquí no es hora de protagonismo, es momento de una
lucha de ¨Todos
para todos¨.
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Director
Zahur Klemath Zapata
Gerente
Laurie Agront
Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.
Editor
Enrique J. Marrero
Diagramación
Madiso Muñiz
Redes Sociales
Estrella Velásquez
Soporte Tecnológico
Aurooj Ali Khan
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Colaboradores
Jotamario Arbeláez
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Edgar Cabezas
Álvaro Ramírez González
Guillermo Navarrete Hernández
Rodrigo Castellanos
Iván Pulido
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Pereira, Colombia
Correro
elimparcialdiario@gmail.com |
El futuro está aquí
Por Zahur Klemath Zapata
zkz@zahurk.com
Esta es la
edición 12.931-511 de
El Imparcial
de hoy sábado 4 de junio de 2022.
Después de dos siglos
de luchas entre los mismos el país se ve más unido que nunca aunque
una bandada de palomas quieran hacer creer algo diferente.
Después del 29 mayo la
atmósfera
en la sociedad comenzó a volverse menos pesada, la bolsa de valores
subió y el dólar bajo vertiginosamente. Esto es una muestra que
comenzó a regresar la confianza en el destino del país.
Colombia no necesita
mirar al pasado para avanzar y construir una nación prospera. El
pasado ya hace parte de nuestras vidas pero el futuro no. La
experiencia vivida está latente en nuestra mente al igual que cuando
por primera vez uno se quema con un objeto caliente. Ya sabe que eso
que está caliente no se toca. Ya hay suficiente experiencia en la
política y los politiqueros que se han robado todo cuanto esté a su
alcance.
Los políticos han sido
los profesores que le han enseñado a la sociedad como robar, como
evadir todo tipo de seguridad y cerrarle el paso a la prosperidad.
Ya todo el mundo lo sabe. Los que no quieren el cambio,
a pesar que lo piden como estrategia para poder permanecer en el.
Son todos esos que ya todo el mundo lo sabe y hostigan por el cambio
para que cambie de manos y llegue a ellos.
Colombia necesita
enfocarse en la industria y la alta tecnología, educar a la gente a
que se unan a la gran empresa donde puedan tener todas las garantías
laborales y un retiro saludable para sus últimos días.
El trabajo informal,
el que se ha venido fomentando por décadas solo genera vivir de un
sueldo que solo alcanza para sobrevivir sin ninguna prestación
social y garantías de ahorro. Por eso vemos a millones
de personas viviendo de pequeños puestos como esclavos de su propia
miseria.
Colombia tiene todo un
gran potencial humano. No podemos dejar que esos cerebros creativos
se vayan a trabajar a grandes empresas en el exterior porque aquí no
las hay. La lucha constante para poder sobrevivir y alcanzar una
educación que puedan presentar con habilidad sus conocimientos a
quienes los necesitan, en Colombia no es posible.
El estado actual
deprecia ese conocimiento porque lo considera inútil porque les va a
quitar dineros del presupuesto que ellos necesitan para pagar los
compromisos de campaña.
El futuro está aquí y
a la vuelta de la esquina. |
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Crónica de Gardeazábal # 426
LA REINA DE TODOS
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio: https://www.spreaker.com/episode/50048747
La noticia de que la reina Isabel no podrá asistir hoy a la misa de
acción de gracias en la Catedral de San Pablo en Londres, porque no
se sintió bien después de que salió ayer al balcón del palacio a
presenciar la marcha de la Guardia de Escocia,
no va a mermar ni el fervor de los millones de ingleses ni el
entusiasmo conque muchísimos habitantes del mundo entero estaremos
pendientes este domingo del desfile en la carroza real para celebrar
los 70 años de su reinado. Y será así porque en un mundo que fue
aboliendo las monarquías y las hizo pasar de moda,
la reina de Inglaterra ha perdurado como imagen icónica para
por lo menos dos generaciones enteras. Ha permanecido tanto tiempo
en el trono y ha ejercido tan drásticamente su poder imperial desde
aquel ya remoto 1952, cuando siendo niño la vimos ser coronada en el
inolvidable noticiero “El mundo al instante” que presentaban en el
Teatro Boyacá de Tuluá (no existía entonces la televisión),
que verla ayer, ancianita,
impecablemente vestida de azul en el balcón palaciego
acompañada del gigantesco pero ya muy desmirriado Duque de Kent,
primo hermano suyo y comandante de las Guardia de Escocia, nos
resultó suficiente para que muchos retrocediéramos en el tiempo y
reconociéramos todo lo que esta señora ha significado para su país,
para la ya casi extinta mancomunidad británica y, en especial para
los ojos de un mundo que ha cambiado tanto,
pero tanto, desde su coronación que ella bien podría ser hoy
apenas una pieza de museo. Pero a los 96 años, la reina Isabel no lo
es porque ha tenido la gracia, la
habilidad o el don ,como dirían mis abuelos, de hacerse querer u
odiar pero a cualquier costo de haberse convertido con el paso de
los años en un verdadero ícono universal, en la reina de todos.
La hemos visto enterrar a su padre y a la centenaria reina madre.
La hemos visto saltar matojos con su hermana y sus hijos,
díscolos , atrevidos y sinvergüenzas. La notamos cruel cuando no
asumió el duelo por la muerte de Diana. Y
la hemos imaginado impasible, sentada frente al televisor viendo la
insidia de la serie de Netflix, “The Crown”,
que la pintó a veces muy vergajamente pero por encima de
cualquier defecto la caracterizó como el símbolo que ha sido y que
hoy sus súbditos y el mundo entero le reconocen con un gran aplauso.
El Porce, junio 3 del 2022
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