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Pereira, Colombia - Edición: 12.959-539 Fecha: Martes 09 de agosto de 2022 |
TECNOLOGÍA Y CIENCIA |
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La evolución tecnológica de los sistemas de armas
Sin pretender
ser exhaustivos, por las limitaciones lógicas de espacio, y a riesgo
de dejarnos por el camino tecnologías o desarrollos que se puedan
considerar relevantes, intentamos en estas páginas hacer un repaso a
la gran evolución de la tecnología militar de las últimas cuatro
décadas y los cambios que ésta ha propiciado.
Hasta su finalización en 1992 sería un escenario clave en que diversos sistemas de armas cobrarían relevancia. Baste recordar el efecto demoledor del que podría considerarse el primer helicóptero de ataque, el Mil Mi-24 Hind (en la concepción rusa más bien helicóptero de asalto artillado), cuya velocidad y potencia de fuego supuso un antes y un después en el escenario.
Que se trata de
un concepto exitoso lo demuestra el hecho que hoy se sigue
fabricando, empleando y comercializando en versiones más modernas.
Otra aeronave especializada que operó allí fue el avión de apoyo próximo, o CAS (Close Air Support), Sukhoi Su-25 que entró en producción precisamente en 1978 y entraría en servicio tres años después, completando su desarrollo en el conflicto afgano.
Paradójicamente, 1978 es también el año en el que comienza la producción el misil aire-superficie de guiado infrarrojo portátil estadounidense FIM-92 Stinger, que entró también en servicio en 1981 y supuso un duro revés para la superioridad aérea de los medios rusos, al ser introducido por Estados Unidos en el conflicto.
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Tecnología en guerra de Afganistán
Se trata
de sistemas de armas que, con las debidas mejoras, siguen en
servicio en la actualidad. El carro de combate de referencia
en Estados Unidos y gran parte de sus aliados era hace
cuarenta años el M-1 Abrams, que entró en producción en 1979
y en servicio en 1980.
En 1991,
el USS Wisonsin fue el último en entrar en combate y
actualmente no hay ninguno en servicio, ya que aviones de
combate y misiles se hicieron con el protagonismo del
entorno naval, con el portaviones y sus alas embarcadas como
principal aspiración de cualquier marina de guerra
importante. Evolución reciente
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fue el escenario donde los aviones israelíes sufrieron bajas debido a las baterías de misiles de Egipto y Siria.
Esto sirvió a Tel Aviv para
desarrollar sistemas aéreos no tripulados, o UAV (Unmanned Aerial Vehicle),
diseñados tanto para realizar misiones de vigilancia, como para actuar como
señuelos para los sistemas de misiles enemigos y poder así conocer mediante
medios de guerra electrónica sus características y hacerlos así menos efectivos,
tarea que realizaron con éxito en la Guerra de Líbano de 1982, dejando fuera de
combate los sistemas sirios.
Desde entonces, los UAV se
han prodigado entre las Fuerzas Armadas, siendo empleados para multitud de
tareas, sobre todo de inteligencia, vigilancia y reconocimiento ISR (Intelligence
Surveillance and Reconnaissance).
Como reconocían los mandos
estadounidenses ya durante la Guerra de Vietnam, la principal ventaja de estos
sistemas no tripulados es que, a pesar de su alta tasa de pérdidas, se los puede
enviar a misiones peligrosas sin poner en riesgo la vida de los uniformados.
Un salto interesante se produjo con la denominada Iniciativa de Defensa Estratégica (SDI) estadounidense, que, entre 1984 y 1993, pretendió desarrollar tecnologías que protegieran a Estados Unidos contra misiles balísticos lanzados desde tierra, mar o aire y que podrían proceder también del espacio, de ahí que recibiera el sobrenombre de Guerra de las Galaxias, al coincidir, además, con el estreno de la homónima película de ciencia ficción en 1977.
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