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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición: 12.960-540

Fecha: Jueves 11 de agosto de 2022

 

Con la espada de
Bolívar, al Poder.

 

 

Por: Jotamario Arbeláez


Foto Gustavo Petro: Indira Restrepo
Foto con Carlos Pizarro: Nelson Osorio

 

 

Señor Presidente de la República Gustavo Petro Urrego:
Perdone que me tome la confiancita de escribirle este mensaje abierto para celebrar el triunfo del país popular hastiado de vejaciones, pero en particular el esfuerzo personal suyo, para acceder al primer cargo de la nación.


    No fue fácil, fue pedregoso. Hubo que apelar a todos los argumentos, pero los más sorprendentes fueron la paz y el amor, como en nuestra época hippie. Quién lo creyera.


    La paz que nos estaban haciendo trizas los ahora destrizados, y el amor que todo lo puede con la condición de ser compartido. Pero contra todo peligro usted avanzó y venció.


   Y para mucho más de la mitad de la población se trata de una fiesta, en la que se sacará a bailar a la otra mitad que quiera. Para pasar a disfrutar del gran sancocho nacional que planteaba el hombre del bate.

Todo tuvo su origen en el robo de las elecciones al general Rojas Pinilla el 19 de abril de 1970.

 


 

    Él había sido despojado del cargo por una reacción popular impulsada por políticos opuestos en coalición, las empresas, la prensa, las señoras de calidad y los estudiantes,


   entre quienes me presenté con mis primeros pedruscos caleños, desde el Santa

 

 

 

 

Librada College, que ahora se está desmoronando ladrillo a ladrillo en vísperas de su segundo centenario santanderista.

 

Pasados 13 años, el declarado Indigno por el Congreso volvió para presentarse como candidato a la presidencia, luego de fundar y proclamar en Villa de Leyva el Tercer partido, la Anapo, y ganó.


   Lo que probaba que más indigna era la clase política que lo vetara, y que le aplicó el chocorazo por parte del considerado mejor estadista del país en toda su historia, según se dice.


   Indignados, el poeta nadaísta Elmo Valencia y yo publicamos El libro rojo de Rojas, para impedir la posesión de Pastrana, o al menos permitir que la noticia del fraude perviviera en las bibliotecas.


   Cuatro años después aparecería una especie de Guardia roja de Rojas, para seguir con el juego chino, de la manera más creativa.


   En primera página de los periódicos publicaban avisos pequeños de expectativa, como si se tratara de un energizante, un laxante o un vermífugo: “¿Falta de energía… Inactividad? Espere M-19”. “¿Parásitos… gusanos? Ya viene M-19”.


     Por entonces andaregueaba por el mundo publicitario y percibí que venía algo mayúsculo. Que cuajó el 17 de enero de 1974 con el robo de la espada de Bolívar.
 

    Se me dice que la campaña fue obra de mi amigo el poeta y publicista y algonadaísta Nelson Osorio Marín, y que en el robo de la espada en la Quinta de Bolívar participó, con Fayad, el amigo, director teatral y companadaísta Eddy Armando.

 


    Y por esos días se lanzó en miles de afiches el logo del brazo armado con el fusil, iniciativa del filósofo, adelantado en comunicaciones y poeta filonadaísta Zahur Klamath con sus asistentes Didier y Javier, desde Pereira.


    Y luego siguió el robo de las armas del Cantón Norte donde participó el amigo actor criptonadaísta Carlos Duplat, a quien en retaliación casi lo despelotan en el Cantón.


    Le fui cogiendo simpatía a ese movimiento que con su imaginación creativa se iba diferenciado de la actitud rígida de las Farc.

 

   Sin olvidar de que además de que fungieron como robinjudes repartiendo leche también cometieron atrocidades. Por lo que mucha gente reclama. Como si los pactos de paz se hicieran con la abuelita.

 

   Tenía todos los perfiles del nadaísmo, contando la irreverencia y el humor negro.

 

 

   

“Nuestra diferencia con las Farc -afirmó Fayad- es que a nuestros militantes no los ponemos a leer El Capital sino Cien años de soledad”.


    Y esta frase gloriosa de Bateman: “Los principios dejémoslo para el final”. Y eso es lo que estamos viviendo, los principios del gobierno de la esperanza, luego de 32 años de haberse desmovilizado.

En 1980 recibí el Premio Nacional de Poesía de la Editorial Oveja Negra, de García Márquez. Y la mayor parte de los amigos eMes estaban en La Picota. Y allá me dirigí a llevar parte del premio para que tomaran café.

 
     En compensación Rosemberg Pabón me regaló la ruana con la que había hecho la toma de la embajada dominicana. Que estoy que se la devuelvo.


    Coincidí con Ángel Becassino en Santo Domingo aportando copys y diseños en la búsqueda de la paz.


    El “comandante papito” Carlos Pizarro me devolvió los papeles del secuestro, diarios, dibujos, correspondencia, de Álvaro Gómez, que hoy reposan en la Universidad Sergio Arboleda, en medio de la biblioteca del líder asesinado por otros.

 

     Se me aguaron los ojos cuando María José Pizarro le puso la banda. Su padre se había apuntado a la presidencia. Pero le apuntaron primero.

Ahora que estamos en las buenas, gracias, presidente, por haber designado a nuestra militante nadaísta y camarada Patricia Ariza al Ministerio de Cultura.


    Casi todos los artistas, poetas y promotores nos la jugaremos con ella. Porque cultura será todo lo que se haga.

En la Quinta de Bolívar se dejó este grafiti: “Bolívar, tu espada vuelve a la lucha. Con el pueblo, con las armas al poder”.


    Con la desmovilización y firma de la paz se entregaron las armas. Sólo les quedó la espada, que devolvieron en su momento a través de Navarro Wolff.


    Y ahora, gracias a esa espada que no debe desampararle, ni usted a ella, porque se ha convertido de pedazo de fierro en símbolo sacro, comienza su gobierno de la esperanza.

 
     M-19. Con el pueblo sin armas pero con la espada de Bolívar, al Poder.


    Porque no sabe todo lo que esperamos de su gobierno, desde luego con el apoyo de quienes hemos vivido esta historia. Que ya no nos barajarán.

 

 

 

 

 

 

  

 

 

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