Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición: 12.968-548

Fecha: Martes 30 de agosto de 2022

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

 

Hoy Pereira cumple 159 años
 

 

En esta edición, todo el equipo de trabajo del periódico Online El Imparcial felicitamos a Pereira en su cumpleaños 159 de existencia. El 30 de agosto es una fecha muy especial para todos los pereiranos porque fue justo ese día que inició la historia de la denominada ‘Querendona, trasnochadora y morena ciudad de Pereira, un territorio pujante, lleno de personas buenas.


Pereira por su ubicación estratégica sin lugar a dudas ha sido un polo de desarrollo, quizás una de las ciudades intermedias colombianas con más progreso del país.

 

Y es que el hecho de tener el viaducto César Gaviria Trujillo y a Ukumarí, el bioparque más grande y hermoso de Latino América hacen que Pereira siga siendo reconocida a nivel internacional como aquella ciudad cívica en la que a punta de solidaridad los ciudadanos fueron capaz de construir un estadio, un aeropuerto y un zoológico.


Estamos orgullosos de ser pereiranos, hijos de una tierra de arrieros, nuestros ancestros que en 1.863 empezó a forjar el camino de la esperanza de la ciudad conocida como la Perla del Otún, un nombre que tuvo su origen gracias a una misa oficiada por el padre Remigio Antonio Cañarte, quien se desplazó desde Cartago por orden del obispo del Cauca hasta los terrenos donados por Guillermo Pereira, hijo de José Francisco Pereira Martínez, fundador de la ciudad y de dónde viene el nombre de nuestra ciudad.

Cumplidos 159 años después de aquella misa, los pereiranos tenemos la satisfacción de mirar el pasado y encontrar todo el desarrollo que hemos tenido. Hace unos años nos dimos el lujo de estrenar el mega cable más largo de todo Colombia, siendo este un gran logro para los pereiranos y que facilitó el sistema de transporte para los residentes de barrios como Villa Santana, Tokio, Las Brisas entre otros que cuentan con una nutrida población.

En estos 159 años nos debemos sentir orgullosos de tener uno de los mejores y modernos estadios de todo el país y que incluso ha servido para la realización de diversos certámenes deportivos como lo fue el Mundial Sub-20. Sigamos entonces siendo orgullosos de ser pereiranos.

 


     

   

 

MI PAÍS DEL TINTO # 4

 

“La vida misma que se recopila en los viejos álbumes extintos. La existencia que transita ante nuestros ojos y quedaron atrapados en fotos en sepia”.

 

Por: Rubén Darío Varela

 


Aún permanecen casi intactos en mi memoria aquellos recuerdos de la infancia en la que en compañía de mis primos acostumbrábamos a pasar en la alfombra roja de la sala de mi casa, horas y horas enteras jugando con muñecos de tela y teniendo eso sí, una suma precaución para no quebrar unas porcelanas de elefantes, princesas y pingüinos azules, rojos, rosados y amarillos que parecían vigilantes encima de una repisa de madera también adornada con tocadiscos de la época.


No solo las porcelanas vienen a mi memoria en la nostalgia que se cierne en mi alma cuando recuerdo con algunos detalles ciertos objetos que se quedaron en mi retina, quizás como un simbolismo para recordar al que denomino mi ‘País del tinto de mi alma’ de la década de los noventa en la que los recuerdos familiares se quedaban empacados para siempre en un libro mágico que, aunque no era de oro, guardaba todo el tesoro de nuestra existencia misma, los álbumes.

En mi ‘País del tinto’ aún sobreviven los recuerdos de don Marino el sastre de la calle 19 entre tercera y cuarta en la ciudad de Pereira. Aquel hombre se la pasaba luciendo una cinta de metro delgada colgada en su cuello al son que fumaba cigarrillo y tomaba tinto mientras pedaleaba la máquina de coser y atendiendo a viejas chismosas del barrio que se sentaban en la sala de su casa, mientras yo jugaba con Julio, el hijo de este sastre.


Ellas solían esperar a que don Marino les entregara sus vestidos y anticipadamente se hablaban para llevar a la sastrería los viejos álbumes de sus casas. Ellas hacían carrizo en aquella sala y doña Gloria empezaba abrir el álbum para mostrarle a doña Amparo y doña Lucía las fotos de la hija de Raquel y José, ‘La Manuela’ como le decíamos en el barrio.


Recuerdo que, en mi niñez, a inicios de la década de los años noventa en mi ‘País del tinto’ abundaban los tradicionales álbumes con fotos en sepia a doquier y en donde eran protagonistas nuestros padrinos, tíos y padres luciendo pantalones de bota campana en fotos tomadas en misa, la mayoría de veces aparecían sosteniendo grandes sirios de los bautizos, primeras comuniones y matrimonios.


Veíamos también a los primos y hermanos ‘flacos como lagartijas”, posando a la orilla de la piscina y al fondo las tías en manteles de colores sirviendo el arroz con pollo, momentos captados que se recopilan en la magia de los álbumes que al abrirnos nos trasportan a nuestro pasado, nuestras raíces, memoria y a nuestra idiosincrasia; momentos mágicos que en mi ‘País del tinto’ hoy en día solo reposan en computadores.


 

 

 

Crónica de Gardeazábal # 484

 

SALCHICHÓN Y LIBROS

 


Por: Gustavo Alvarez Gardeazábal

     

Audio: https://www.spreaker.com/episode/51063967

Aunque el robusto José Antonio Ocampo, ministro de Hacienda no lo crea y el iluminati que ejerce de presidente no lo perciba con su fría mirada de esfinge, en Colombia ha resultado que hay millones de compatriotas que desayunan, cuando no es que apenas alcanzan a almorzar con una rebanada de salchichón, un trozo de pan y una gaseosa.

 

Como ahora sacan a relucir estadísticas para todo, los congresistas que representan a las cooperativas de contratistas mal llamadas todavía partidos políticos, deberían pedirle al Banco de la República, a la Contraloría General o a los investigadores de Raddar que les muestren cuantos kilos de salchichón se venden anualmente en Colombia y al dividirlos por los 8 trozos grandes que llegan al consumidor final para pasarlo con gaseosa o algotra bebida azucarada, tuvieran una imagen exacta del daño que van a causar.

 

Esa simpática cuenta daría cuantas rebanadas de salchichón se comen los colombianos y,obviamente, hasta donde llegará la magnitud del impacto que ocasionará el impuesto del IVA que quieren meterle a la comida diaria de millones de ciudadanos servirá de orientación sobre lo que están haciendo.

 

De allí para abajo, deberían conseguirse ( es más difícil) una estadística de cuantas gallinas, cerdos y bovinos se usan para fabricar esos salchichones o embutidos y medir las consecuencias que se darán sobre porcicultores, ganaderos y avicultores, que por supuesto van a ser las primeras víctimas del alza del salchichón.

 

Pero como el robusto ministro y la impasible esfinge no parecen haberse alimentado nunca con salchichón y gaseosa, pese a tener orígenes sociales tan diferentes, les tocará a los congresistas hacer las cuentas de los efectos bumerang que esta clase de impuestos en favor dizque de la salud pueden ocasionarse y medir la responsabilidad de su crueldad contra la dieta diaria de muchos compatriotas.

Casi lo mismo pero en menor escala van a tratar de hacer con los libros. En Colombia hemos gozado de pingües privilegios por más de 40 años los editores, los libreros y hasta nosotros los miserablemente pagados autores ( solo nos dan el 10% del precio de venta de los libros que dicen haber vendido, y si se venden 1000 es casi un bestseller).

 

Pues bien no pagábamos sino la tercera parte del impuesto de renta que los demás pagan, y con ello buscaban promocionar que el libro sea más barato y se pueda patrocinar la lectura y la educación. Ahora les van a cobrar IVA a los libros e impuestos del 37% de renta a libreros, editores y escritores. Como quien dice no nos va a quedar ni para comprar un salchichón y una gaseosa para desayunar.
 


El porce, agosto 29 del 2022

 

 

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