Pereira, Colombia - Edición: 12.973-553

¿Quiénes recogen la siembra de café en nuestra tierra?
 

Tradicionalmente los meses de agosto y septiembre se conocen como los dos meses de la principal cosecha de café en el Eje Cafetero, es decir, durante este tiempo es donde más abunda el café en tierras como Risaralda, Caldas y Quindío.

Este tiempo lo más lógico es que sea la mejor noticia para los dueños de fincas cafeteras. Sin embargo, en los últimos años ha venido ocurriendo un fenómeno bien particular y es que en este tiempo los dueños de las fincas sufren porque a pesar de la abundante cosecha no cuentan con personal suficiente para recoger la misma.

Los jóvenes del mismo campo y aquellos que residen en cascos urbanos no quieren coger café porque muchos de ellos ya consideran que se trata de un trabajo que los deshonra cuando realmente es el más digno de un colombiano.

A pesar de las convocatorias que se realizan, las personas no están atendiendo el llamado a trabajar en las fincas cafeteras, situación que incluso llevó a que desde hace tres años el Comité de Cafeteros de Risaralda se diera a la tarea de realizar trabajo de Call Center dos meses antes empezar con la búsqueda de personal de recolección de café para evitar que se pierdan grandes cosechas.

Aunque es cierto que los jóvenes no quieren realizar este tipo de trabajos de recolección de café, existen otras situaciones que han ocurrido en esta región cafetera que han sido escandalosas y que precisamente ha contribuido a que tanto jóvenes como adultos prefieran no trabajar en estas fincas cafeteras.

Estos motivos están directamente relacionados con el hecho que desde hace poco tiempo salió a la luz pública una serie de denuncias que indicaban que dueños de finca cafeteras estaban reclutando jóvenes drogadictos en la ciudad de Pereira y de Armenia con el fin de llevarlos a trabajar a sus fincas recolectando café para pagarles con droga como bazuco, pega y marihuana.

Se comprobó que estas denuncias fueron ciertas y esta situación ocasionó que muchas personas prefieran hoy en día trabajar recolectando café, independientemente que haya cosecha de café o no.

Otras denuncias indican que ante este antecedente de los dueños de fincas cafeteras que contratan estos jóvenes para trabajar, otras personas han preferido no hacerlo porque se han presentado denuncias de hombres que manifiestan que generalmente estos jóvenes se roban las pertenencias de otros compañeros en las fincas, incluso las ganancias, motivo por el cual prefieren no asistir a trabajar.
 

      Mi País del tinto # 10

La magia de la `Capital musical de Colombia”.
La ciudad de las trompetas, pianos y liras que no pierde su esencia.

Por: Rubén Darío Varela

 

Encontrar un lugar cuya magia se siente solo al ingresar y observar su arquitectura, sus colores y decoración barroca hace que la mente así sea por unos instantes se transporte en el tiempo y se sienta una especie de sensación literaria impregnada por la época colonial colombiana.

Dicha sensación fue aquella que sentí al ingresar a la sala Alberto Castilla de este lugar y observar las luces, los cuadros, la decoración, las vibras y la ocasión especial del evento que allí se realizó. Enseguida me di cuenta que me encontraba al frente de una joya arquitectónica colombiana.

En mi ‘País del tinto’ la existencia de estos lugares que yo llamo mágicos por ser deslumbrantes por su llamativa pintura y arquitectura se convierte quizás en otra alternativa de conservación de nuestra memoria, nuestras raíces, nuestra idiosincrasia, nuestra cultura, nuestro origen, nuestra alma, nuestro todo.

Viajar a Ibagué y darme cuenta que en mi `País del tinto` existe una ciudad intermedia colombiana cuyo apodo es la ‘Ciudad capital musical de Colombia’, me hizo reflexionar acerca del legado cultural que le ha aportado la cultura de los ‘pijaos` para mi país.

Encontrar entonces a las afueras de aquel conservatorio a 20 jóvenes que no superan los 25 años de edad ensayando con trompetas, liras y partituras, me reconfirmaron el merecimiento del apodo a la ciudad de Ibagué, la ciudad colombiana de mi `País del tinto` en donde en vez de armas, se empuñan liras, tambores, violines y trompetas.

Así es Ibagué, Colombia, la ciudad capital de la música colombiana, la misma que le ha escrito a la historia del país y que ha visto nacer a decenas y decenas de escritores que a través de sus relatos de historias tratan de explicar todos aquellos fenómenos sociales, culturales y de otros ámbitos históricos que hacen de Ibagué, una ciudad especial.

Además, el hecho de celebrar los 50 años de la editorial `Pijao Editores’, se constituye como una fidedigna representación del intrínseco afán de los tolimenses para a través de la literatura hacer grande a la Ibagué, Colombia, así como lo han hecho escritores como Jorge Eliécer Pardo y Carlos Orlado Pardo que durante 50 años a través de su editorial construyen la memoria de ‘Mi país del tinto’.

Crónica de Gardeazábal # 492

LA MISMA SUERTE DEL SIC Y EL DAS

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Audio: https://www.spreaker.com/episode/51184699

Si de verdad el gobierno aparentemente reformista de Petro y Velázquez quiere solucionar el problema que representan el Inpec y la Policía para la seguridad ciudadana y el tranquilo desarrollo del nuevo país , deben hacerles correr la misma suerte que tuvieron en su momento el SIC y el DAS: liquidarlos y montar una Gendarmería Nacional, netamente civil y una Guardia Carcelaria, especializada y moderna .

La policía rebosa en medio de todos los problemas que ya le conocemos porque desde sus primeros niveles de formación los futuros policías salen apenas con un año de educación superficial híbrida entre militares y guardianes del orden.

Pero también salen endeudados hasta el cogote por ese maldito tráfico de préstamos que facilitan a todos los estudiantes para que tengan celulares y computadores a crédito. De allí aparecen graduados de agentes del orden ,pero buscando como pagar la deuda a tres años que han contraído y especializados en usar, para su beneficio y no para el ciudadano común, la autoridad que da el uniforme.

Convertirlos en Gendarmería Nacional, desprovistos de arreos y funciones militares, y solamente en estrictos vigilantes y promotores del orden ciudadano, debe ser la meta del civilista exmagistrado Velázquez y del exguerrillero Petro.

Con cambiar 30 generales de un tacazo y poner al frente de la Policía a un respetable rezandero que llena de los santos de su devoción las oficinas donde ha ejercido cargos, y que además ya predicó por la radio interna de la institución que ningún policía puede tener relaciones extramatrimoniales estables, no se va a arreglar el problema.

En el Inpec, el asunto es más fácil porque es más protuberante, pero tiene el mismo inicio viciado. Los dragoneantes del Inpec son o expolicías o exsoldados o exguardias de seguridad privada que hacen tres meses de formación y usan descaradamente el uniforme para volverlo rentable, como se deduce, por ejemplo, del informe filtrado de la Procuraduría por la revista Semana sobre la miserable carnicería de la cárcel de Tuluá.

Estudiar a fondo las hojas de vida de cada aspirante. Volver anualizada la escuela de dragoneantes y dictarles cursos especializados en manejo de presos, transformaría definitivamente esa institución. Valdría quizás la pena que la singular pareja que hoy nos gobierna lo pensara así.

 

El Porce, septiembre 8 del 2022