Cuentos alusivos al medio ambiente
Por: Rubén Darío Varela
La fantasía que brilla en el 'tapete' verde de la naturaleza y la magia de
viajar a través de las historias. He aquí la colección de cuentos alusivos a la
protección de nuestro medio ambiente.
Historias de papá en las chivas colombianas
Un yogur de fresa y un paquete de papas de pollo de marca Margarita era casi
siempre el algo que Ricardo, el hijo de un humilde campesino echaba en el carro
de mercado cuando su padre Rodolfo lo llevaba a uno de los tantos supermercados
de la galería de Pereira en la década de los ochenta.
En ese tiempo abundaban los vendedores de tomate, cilantro, apio, cebolla larga,
plátanos y yuca que en costales sacaban las verduras y tubérculos que las viejas
chismosas llamaban “el revuelto”, era una época en la que prevalecía la cultura
campesina.
Era común ver a los campesinos con su habitual sombrero y bulto de mercado al
hombro saliendo de uno de los tantos supermercados de la galería. También era
común observar a una fila larga de jepps y chivas estacionadas en las carreras
novena y décima. En aquella época se escucha la algarabía de los jóvenes
encaramados en el
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techo de las chivas de madera ayudando a los campesinos de la época a subir los
bultos de mercado.
Ricardo recordaba con el paso del tiempo cada uno de esos detalles y en especial
las ocasiones aquellas en la que solía sentarse en el regazo de su padre en la
chiva de transporte, abría sus papas de pollo Margarita, destapa su yogur de
fresa, se lamía la tapa refregada aún de yogur y se disponía a escuchar mientras
viajaban a la finca en la vereda La Bananera, cada uno de los cuentos que le
relataba su padre Rodolfo.+
En el camino a la finca se observan vacas comiendo pasto, entonces Ricardo decía
–papi mira esa vaca y de inmediato, don Rodolfo el campesino se quitaba el
sombrero, se acomodaba el poncho y empezaba a decir- “Había una vez una vaca”….
y narraba una historia, luego el niño Ricardo decía, papi mira ese chivo, y el
padre contestaba “Había una vez un chivo”, después el niño replicaba -“Papi mira
el río crecido”, y don Rodolfo proseguía a narrar una historia del río, contando
historias de la legendaria “Llorona” y así sucesivamente.
Años después de estos lindos acontecimientos, Ricardo se convirtió en un hombre,
estudió Ciencias Naturales y decidió viajar a Estados Unidos, se enamoró y formó
una linda familia y al cabo de muchos años regresó a Pereira, hacía más de diez
años que su padre, el campesino Rodolfo había fallecido y la ciudad de Pereira
que había conocido de niño se había modernizado.
Un día domingo Ricardo decidió volver a la galería de Pereira, ahora se llamaba
Ciudad
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Victoria, sus recuerdos invadieron su corazón y la nostalgia se apoderó de su
alma porque ya no encontró los supermercados, los costales en las calles
repletos de cebolla de huevo y cilantro y ya no observaba la interminable fila
de jeeps y chivas, ahora todo era tan civilizado que no veía a muy pocos
campesinos con sus habituales, sombreros y carrieles.
Al cabo de un rato, Ricardo se dirigió a la estación de chivas, encontrando que
realmente quedaban ya muy pocas a comparación de aquella época. Tomó la ruta
de la vereda La Bananera y al sentarse en un puesto de este tradicional medio de
transporte entró en llanto y parecía inconsolable, en su mente tenía intacto el
vivo recuerdo de su padre, el yogur de fresa, las papas Margarita de Pollo,
observaba con detalle, las vacas y el río y recordaba casi que con detalle
aquellas narraciones de su padre.
Fue tanta la melancolía y el sentimiento que pocos días después, Ricardo decidió
llevar a sus dos hijos Federico y Felipe que se habían criado en Estados Unidos
para realizar un recorrido en una chiva colombiana a la vereda La Bananera,
antes de viajar en la chiva, les compró a cada uno un yogur de fresa y un
paquete de papas Margarita con sabor a pollo y una vez en la chiva, los cargó en
su regazo como su padre lo hacía y empezó a contarles historias de vacas y ríos
con la voz
entrecortada.
De repente sus lágrimas empezó a recorrer todo su rostro y Federico le preguntó
– “Papi por qué estás llorando”, Ricardo se secó las lágrimas y le contestó:
solo quiero que nunca en sus vidas olviden este día y que cuando tengan hijos
hagan lo mismo que yo hice con ustedes, cómpreles yogur de fresa y papas de
marca Margarita sabor a pollo y cuénteles mientras viaja la chiva, grandiosas
historias de vacas, chivos y ríos.
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