Pereira, Colombia - Edición: 13.002-582

Fecha: Martes 15-11-2022

 

COLUMNISTAS

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 NEUTRALIDAD DEL CARBONO CERO EN EL SECTOR AGRARIO

 

 

POR. - I.A. IVÁN R. PULIDO GONZÁLEZ

La neutralidad del carbono es la estrategia más buscada por el mundo, relacionada a medidas que conlleven a un desarrollo rural resiliente al clima, que en el caso colombiano salde los atrasos tecnológicos de los procesos productivos para promover su competitividad, en intento al ordenamiento de los diferentes territorios geográficos para actividades económicas, basados en la potencialidad de una agricultura sustentable, una ganadería que no implique degradación de los suelos, una pesca que respete tanto los cuerpos hidrográficos como el abuso en el consumo para mantener el equilibrio de la seguridad alimentaria y promover la reforestación en áreas delimitadas para ello; todas medidas que conlleven a la mitigación de emisión de gases de efecto invernadero a la atmosfera.

Estrategias que en desarrollo del sector urbano, en paralela resiliencia al clima, concuerde a la predominante demografía que hoy representa el 76% de la población nacional, incluyente como mayor generadora de emisiones de gases de efecto invernadero, tras ese carácter masivo que implica su transporte y deficiente tratamiento de sus residuos.

Así las cosas, la iniciativa deberá abordar la vulnerabilidad al cambio climático tanto de las viviendas como de su infraestructura y ecosistemas naturales de las ciudades, previendo un saneamiento básico mediante sistemas eficientes de acueducto y alcantarillado, incentivos al uso consciente ambiental del recurso agua, fomento del reciclaje e instauración de transportes amigables con la naturaleza.

A la par del implemento de una estrategia que reduzca el consumo de energía en los países ricos por un gas natural como mejor opción, desarrollo minero energético bajo en carbono, resiliente al clima, que haga entender al país Colombiano productor de petróleo, gas y carbón; la necesidad de su transición a corto y mediano plazo al uso de otras energías en lo posible renovables, basadas en sol, viento, hidrogeno y biocombustibles con baja huella de carbono, como buen aporte a los acuerdos pactados a cero contaminación en el 2.050.

Sin olvidar que todas esas medidas relacionadas sean complemento al esencial manejo conservacional de los ecosistemas para futuro del planeta, que nos garanticen los servicios ambientales, mediante los cuales nos abastezcamos de nuestras necesidades básicas regulatorias, soporte de vida y obvien la alteración de condiciones que puedan derivar en un efecto domino con terribles consecuencias catastróficas y peligro de extinción en masa de nuestra biodiversidad.

Aun son inciertas las conclusiones extraídas de la reciente reunión COP27 en Egipto, respecto a las metas acordadas en previas reuniones de cero emisiones de carbono, cuyos alcances fueron implementar los acuerdos establecidos en Glasgow, crear un fondo mundial para compensar los daños y perjuicios ocasionados a los países afectados por los desastres climáticos, junto con estrategias para reducir los GEI, objeto de la pasada reunión COP 26, en la que solo 24 de los 194 países que formaron parte del acuerdo, presentaron ajustes, entre los que no lo hicieron ni China actual líder en instalaciones de energías limpias, pero al mismo tiempo promotor de nuevas minas de carbón, ni los Estados Unidos, retirados durante el gobierno de Trump. Para el final del encuentro en Glasgow, 74 países se habían comprometido a alcanzar cero emisiones a mediados del siglo, hoy todos los países del G20 se han fijado ese objetivo menos Méjico. Y un punto álgido ha sido la emisión de metano, en el que Estados Unidos y China firmaron un convenio de colaboración, no obstante suspendida esa cooperación climática, este año por las políticas en torno a Taiwán y China.


Parece concluirse, las decisiones emitidas tras este último encuentro en Egipto, resulto un paño de aguas tibias, donde no se resolvieron en principio, los puntos básicos de la agenda, quedando pendientes las conclusiones esenciales de la reunión.

 

Lo único claro a debatir, es que no hay tiempo para retroceder o dudar, por el bien de las futuras generaciones, convirtiéndose como última opción de todos los países comprometidos en la responsabilidad que el sector agrario se obligue al aumento de productividad en base al uso de tecnologías que lo dirijan a la neutralidad sin incremento de fronteras de tierra, para aseguramiento alimentario de la raza humana.

 

 

En el que los actores principales para normatizar el desarrollo productivo sustentable, serán los gobernantes, en base a una adecuada planeación que afronte con rigurosidad, el cumplimiento del compromiso cero emisiones para 2.050 para ese sector.

Convirtiéndose de inmediata implementación, la delimitación y caracterización del uso de áreas especiales de manejo ambiental, las zonas de reserva forestal, las de alta biodiversidad, los ecosistemas frágiles, las cuencas estratégicas, los páramos, humedales y en fin todas las fuentes de recursos hídricos, con miras a proteger de inmediato la biodiversidad terrestre, marina y la obligación del uso racional del recurso agua como potenciales de vida; en complemento a planteamientos que legalicen la propiedad rural, el ordenamiento territorial de las fronteras con vocación agraria para el uso eficiente de los suelos, como alternativas productivas para el fortalecimiento de la competitividad de las actividades agropecuarias.

A la fecha importamos más de 12 millones de toneladas de comida, cifra suficientemente significativa para concientizarnos en la importancia de las fronteras agrícolas, ganaderas, y de bosques, como medidas prioritarias para evitar su desmonte masivo, perdida de especies de gran valor económico, cultural, y biológico, amenazas de extinción, conservación de la biodiversidad y fertilidad de los suelos.

Situaciones que motivan a reflexionar, el porqué al contar con una amplia frontera de 40 millones de hectáreas para la producción agropecuaria, apenas 7,6 millones de hectáreas sean aprovechadas para las actividades agropecuarias, prefiriendo desacatar las leyes y a la misma naturaleza, que nos ofrece la legalidad de ubicarnos en la cancha establecida por la gestión pública agraria para las actividades relacionadas con los ámbitos agropecuarios, forestales, acuícolas, y pesqueros, invadiendo por el contrario más de dos millones de hectáreas con actividades agropecuarias, establecidas en buena parte del 68% de zonas de reserva forestal, 17% de paramos y 15% de parques nacionales, afectándolos medio ambientalmente, en desmedro a la diversidad y riqueza que nos ofrecen la legalidad de gran variedad de pisos térmicos Colombianos, opcionados para ello.

Aunque las temperaturas se aprecian como los síntomas más palpables del cambio climático, los efectos adversos colaterales son iguales de dañinos, por los ríos que se secaran, los bosques que arderán, las elevadas temperaturas que sofocaran nuestros cultivos, el agua que escaseara, el aire que se contaminara, los glaciares que se derretirán, el nivel del mar que aumentara, buena parte de las ciudades costeras que desaparecerán, no será solo un problema para ricos y pobres, sino que a todos nos afectara.

Inentendible, a nuestro criterio que el dinero influya tanto, como para no importar las catastróficas consecuencias que derivaran de un absurdo manejo climático que pronostique la extinción del Universo y signifique más la codicia y posesión del mismo capitalismo.

Desafortunadamente, parece el entender conciliado de medidas no significa concientización, donde se hace más importante priorizar en la posesión de los bienes y servicios antes que producir los fundamentales alimentos para nuestra supervivencia. Ojalá no sea tarde el llegar a la concientización, cuando el hambre aseche, se convierta en conflicto y escasee el agua y la contaminación ambiental nos impida la facultad de respirar.

Tal vez, en animo a conservar la codicia, la única posibilidad que nos asista, monetizar la posibilidad de mitigar la contaminación, mediante la operación de un mercado de carbono, que motive a adaptarse y a adoptar la amigabilidad con el medio ambiente.

Situación que por demás permita, plantear otras bases para el desarrollo de actividades generadoras de ingreso relacionadas como el turismo, provisión de insumos para las industrias de la cosmética, farmacéutica y la de alimentos.


En resumen, las principales conclusiones a resumirse como políticas de estado a establecer serían las siguientes:


i) Hacer viable la descarbonización del sector agrario al 2050, en base a tecnologías que signifiquen productividad y competitividad.

ii) Articular todas las medidas integrales de mitigación para su aplicación en conjunto.

iii) La productividad sostenible de cultivos y ganadería, complementarla con la implementación de plantaciones comerciales forestales, agroforestería y restauración de lo deforestado.

Asociación de Ingenieros Agrónomos  Egresado UT, Amantes del campo 
.I.A. Iván R. Pulido González - Representante

 

 

 

Diálogos en Cundnamarca

 

 

Por: Edgar-Cabezas

A los diálogos regionales de Cundinamarca y Bogotá vinculantes al Plan Nacional de Desarrollo les fueron delegados para su coordinación, la ministra de cultura, el ministro de ciencia, tecnología e innovación y el de educación. La Sabana de Cundinamarca, es un organismo vivo perteneciente a la intra-cuenca hidrográfica andina del rio Bogotá que vierte sus aguas al corredor biológico del rio Magdalena.

La sabana de Cundinamarca en su estructura ecológica principal está constituida por los paisajes de los páramos, el bosque alto andino y el conjunto de los bosques ribereños de la unidad geográfica y ecológica de la Sabana de Bogotá. Para ordenar el territorio y hacer un plan de desarrollo a partir del corredor biológico del agua, es preciso incluir toda la cuenca alta del rio Bogotá compuesta por los páramos de Sumapaz, Chingaza, Cruz Verde, Guatanfur, Guacheneque y Guerrero; los cerros y bosques alto andinos que son conexos a las subcuencas de los ríos Bojacá, Subachoque, Frio, Tunjuelo, Teusacá, Tominé, Checua, Neusa y, un gran número de microcuencas y quebradas afectadas por deforestación y por la contaminación de las actividades humanas rurales y urbanas.

Los ecosistemas de la sabana de Cundinamarca prestan a sus respectivos municipios y a la ciudad de Bogotá servicios ecosistémicos destinados a vivienda, movilidad, conectividad a redes eléctricas e internet, agua potable, alcantarillado, alimentación y turismo y a la vez garantizan la sustentabilidad ecológica y la sostenibilidad económica de la región. Los servicios ecosistémicos están en condición de vulnerabilidad por la variable climática que en el periodo de lluvias causa inundaciones y derrumbes de montañas, y, en el periodo seco, incendios forestales y sequías.


Como coordinador del diálogo regional en Zipaquirá, al ministro de ciencia le faltó presentar la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación que se desarrolla en la región, la asimetría político-administrativa entre la ciudad de Bogotá y los municipios de Cundinamarca y sobre todo, haberse pronunciado ante la emergencia climática que vive la región y el escaso suministro de agua en el municipio de Zipaquirá.

La participación del gobernador de Cundinamarca y del alcalde de Zipaquirá fue rechazada por el auditorio ya que a ellos se les censura el desarrollo y promoción de Bogotá Región Metropolitana, la manipulación política de las juntas de acción comunal y la mediocridad de la administración del ente territorial. La ciudadanía participó con entusiasmo en las diferentes mesas y, por primera vez, tanto las mujeres como los hombres sintieron y pensaron con rigor el Estado y las políticas públicas que se presentarán al Congreso en la legislatura del próximo año.

Los 19 municipios de las provincias de los Almeidas y de Sabana Centro solicitan por compensación territorial y justicia ambiental, económica y social a la ciudad de Bogotá, que por ser receptora de alimentos, redes eléctricas y agua, se destinen recursos económicos provenientes de las tarifas de las empresas de energía, acueducto y alcantarillado para que la región ordene y desarrolle su territorio con base en el corredor biológico del agua que incluye acueductos, alcantarillados y plantas de tratamiento de aguas residuales con sus respectivos bosques de remediación; la movilidad a través del mantenimiento de las vías secundarias y terciarias y, la conectividad mediante redes correspondientes a la tecnología informática y de las comunicaciones.

De igual forma que colabore con asistencia técnica en la revisión y actualización de los planes de ordenamiento y en la financiación para la creación, mantenimiento y conservación del catastro multipropósito. La deuda de Bogotá con los municipios de la Sabana debe cobrarse y pagarse.

 

 

 

 

  

 

 

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