NEUTRALIDAD
DEL CARBONO CERO EN EL SECTOR AGRARIO
POR. - I.A. IVÁN R. PULIDO GONZÁLEZ
La neutralidad del carbono es la estrategia más buscada por el
mundo, relacionada a medidas que conlleven a un desarrollo rural
resiliente al clima, que en el caso colombiano salde los atrasos
tecnológicos de los procesos productivos para promover su
competitividad, en intento al ordenamiento de los diferentes
territorios geográficos para actividades económicas, basados en la
potencialidad de una agricultura sustentable, una ganadería que no
implique degradación de los suelos, una pesca que respete tanto los
cuerpos hidrográficos como el abuso en el consumo para mantener el
equilibrio de la seguridad alimentaria y promover la reforestación
en áreas delimitadas para ello; todas medidas que conlleven a la
mitigación de emisión de gases de efecto invernadero a la atmosfera.
Estrategias que en desarrollo del sector urbano, en paralela
resiliencia al clima, concuerde a la predominante demografía que hoy
representa el 76% de la población nacional, incluyente como mayor
generadora de emisiones de gases de efecto invernadero, tras ese
carácter masivo que implica su transporte y deficiente tratamiento
de sus residuos.
Así las cosas, la iniciativa deberá abordar la vulnerabilidad al
cambio climático tanto de las viviendas como de su infraestructura y
ecosistemas naturales de las ciudades, previendo un saneamiento
básico mediante sistemas eficientes de acueducto y alcantarillado,
incentivos al uso consciente ambiental del recurso agua, fomento del
reciclaje e instauración de transportes amigables con la naturaleza.
A la par del implemento de una estrategia que reduzca el consumo de
energía en los países ricos por un gas natural como mejor opción,
desarrollo minero energético bajo en carbono, resiliente al clima,
que haga entender al país Colombiano productor de petróleo, gas y
carbón; la necesidad de su transición a corto y mediano plazo al uso
de otras energías en lo posible renovables, basadas en sol, viento,
hidrogeno y biocombustibles con baja huella de carbono, como buen
aporte a los acuerdos pactados a cero contaminación en el 2.050.
Sin olvidar que todas esas medidas relacionadas sean complemento al
esencial manejo conservacional de los ecosistemas para futuro del
planeta, que nos garanticen los servicios ambientales, mediante los
cuales nos abastezcamos de nuestras necesidades básicas
regulatorias, soporte de vida y obvien la alteración de condiciones
que puedan derivar en un efecto domino con terribles consecuencias
catastróficas y peligro de extinción en masa de nuestra
biodiversidad.
Aun son inciertas las conclusiones extraídas de la reciente reunión
COP27 en Egipto, respecto a las metas acordadas en previas reuniones
de cero emisiones de carbono, cuyos alcances fueron implementar los
acuerdos establecidos en Glasgow, crear un fondo mundial para
compensar los daños y perjuicios ocasionados a los países afectados
por los desastres climáticos, junto con estrategias para reducir los
GEI, objeto de la pasada reunión COP 26, en la que solo 24 de los
194 países que formaron parte del acuerdo, presentaron ajustes,
entre los que no lo hicieron ni China actual líder en instalaciones
de energías limpias, pero al mismo tiempo promotor de nuevas minas
de carbón, ni los Estados Unidos, retirados durante el gobierno de
Trump. Para el final del encuentro en Glasgow, 74 países se habían
comprometido a alcanzar cero emisiones a mediados del siglo, hoy
todos los países del G20 se han fijado ese objetivo menos Méjico. Y
un punto álgido ha sido la emisión de metano, en el que Estados
Unidos y China firmaron un convenio de colaboración, no obstante
suspendida esa cooperación climática, este año por las políticas en
torno a Taiwán y China.
Parece concluirse, las decisiones emitidas tras este último
encuentro en Egipto, resulto un paño de aguas tibias, donde no se
resolvieron en principio, los puntos básicos de la agenda, quedando
pendientes las conclusiones esenciales de la reunión.
Lo único claro a debatir, es que no hay tiempo
para retroceder o dudar, por el bien de las futuras generaciones,
convirtiéndose como última opción de todos los países comprometidos
en la responsabilidad que el sector agrario se obligue al aumento de
productividad en base al uso de tecnologías que lo dirijan a la
neutralidad sin incremento de fronteras de tierra, para
aseguramiento alimentario de la raza humana. |
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En el que los actores principales para normatizar
el desarrollo productivo sustentable, serán los gobernantes, en base
a una adecuada planeación que afronte con rigurosidad, el
cumplimiento del compromiso cero emisiones para 2.050 para ese
sector.
Convirtiéndose de inmediata implementación, la delimitación y
caracterización del uso de áreas especiales de manejo ambiental, las
zonas de reserva forestal, las de alta biodiversidad, los
ecosistemas frágiles, las cuencas estratégicas, los páramos,
humedales y en fin todas las fuentes de recursos hídricos, con miras
a proteger de inmediato la biodiversidad terrestre, marina y la
obligación del uso racional del recurso agua como potenciales de
vida; en complemento a planteamientos que legalicen la propiedad
rural, el ordenamiento territorial de las fronteras con vocación
agraria para el uso eficiente de los suelos, como alternativas
productivas para el fortalecimiento de la competitividad de las
actividades agropecuarias.
A la fecha importamos más de 12 millones de toneladas de comida,
cifra suficientemente significativa para concientizarnos en la
importancia de las fronteras agrícolas, ganaderas, y de bosques,
como medidas prioritarias para evitar su desmonte masivo, perdida de
especies de gran valor económico, cultural, y biológico, amenazas de
extinción, conservación de la biodiversidad y fertilidad de los
suelos.
Situaciones que motivan a reflexionar, el porqué al contar con una
amplia frontera de 40 millones de hectáreas para la producción
agropecuaria, apenas 7,6 millones de hectáreas sean aprovechadas
para las actividades agropecuarias, prefiriendo desacatar las leyes
y a la misma naturaleza, que nos ofrece la legalidad de ubicarnos en
la cancha establecida por la gestión pública agraria para las
actividades relacionadas con los ámbitos agropecuarios, forestales,
acuícolas, y pesqueros, invadiendo por el contrario más de dos
millones de hectáreas con actividades agropecuarias, establecidas en
buena parte del 68% de zonas de reserva forestal, 17% de paramos y
15% de parques nacionales, afectándolos medio ambientalmente, en
desmedro a la diversidad y riqueza que nos ofrecen la legalidad de
gran variedad de pisos térmicos Colombianos, opcionados para ello.
Aunque las temperaturas se aprecian como los síntomas más palpables
del cambio climático, los efectos adversos colaterales son iguales
de dañinos, por los ríos que se secaran, los bosques que arderán,
las elevadas temperaturas que sofocaran nuestros cultivos, el agua
que escaseara, el aire que se contaminara, los glaciares que se
derretirán, el nivel del mar que aumentara, buena parte de las
ciudades costeras que desaparecerán, no será solo un problema para
ricos y pobres, sino que a todos nos afectara.
Inentendible, a nuestro criterio que el dinero influya tanto, como
para no importar las catastróficas consecuencias que derivaran de un
absurdo manejo climático que pronostique la extinción del Universo y
signifique más la codicia y posesión del mismo capitalismo.
Desafortunadamente, parece el entender conciliado de medidas no
significa concientización, donde se hace más importante priorizar en
la posesión de los bienes y servicios antes que producir los
fundamentales alimentos para nuestra supervivencia. Ojalá no sea
tarde el llegar a la concientización, cuando el hambre aseche, se
convierta en conflicto y escasee el agua y la contaminación
ambiental nos impida la facultad de respirar.
Tal vez, en animo a conservar la codicia, la única posibilidad que
nos asista, monetizar la posibilidad de mitigar la contaminación,
mediante la operación de un mercado de carbono, que motive a
adaptarse y a adoptar la amigabilidad con el medio ambiente.
Situación que por demás permita, plantear otras bases para el
desarrollo de actividades generadoras de ingreso relacionadas como
el turismo, provisión de insumos para las industrias de la
cosmética, farmacéutica y la de alimentos.
En resumen, las principales conclusiones a resumirse como políticas
de estado a establecer serían las siguientes:
i) Hacer viable la descarbonización del sector agrario al 2050, en
base a tecnologías que signifiquen productividad y competitividad.
ii) Articular todas las medidas integrales de mitigación para su
aplicación en conjunto.
iii) La productividad sostenible de cultivos y ganadería,
complementarla con la implementación de plantaciones comerciales
forestales, agroforestería y restauración de lo deforestado.
Asociación de Ingenieros Agrónomos Egresado UT, Amantes del
campo
.I.A. Iván R. Pulido González
- Representante
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Diálogos en
Cundnamarca
Por: Edgar-Cabezas
A los diálogos regionales de Cundinamarca y Bogotá vinculantes al Plan Nacional
de Desarrollo les fueron delegados para su coordinación, la ministra de cultura,
el ministro de ciencia, tecnología e innovación y el de educación. La Sabana de
Cundinamarca, es un organismo vivo perteneciente a la intra-cuenca hidrográfica
andina del rio Bogotá que vierte sus aguas al corredor biológico del rio
Magdalena.
La sabana de Cundinamarca en su estructura ecológica principal está constituida
por los paisajes de los páramos, el bosque alto andino y el conjunto de los
bosques ribereños de la unidad geográfica y ecológica de la Sabana de Bogotá.
Para ordenar el territorio y hacer un plan de desarrollo a partir del corredor
biológico del agua, es preciso incluir toda la cuenca alta del rio Bogotá
compuesta por los páramos de Sumapaz, Chingaza, Cruz Verde, Guatanfur,
Guacheneque y Guerrero; los cerros y bosques alto andinos que son conexos a las
subcuencas de los ríos Bojacá, Subachoque, Frio, Tunjuelo, Teusacá, Tominé,
Checua, Neusa y, un gran número de microcuencas y quebradas afectadas por
deforestación y por la contaminación de las actividades humanas rurales y
urbanas.
Los ecosistemas de la sabana de Cundinamarca prestan a sus respectivos
municipios y a la ciudad de Bogotá servicios ecosistémicos destinados a vivienda,
movilidad, conectividad a redes eléctricas e internet, agua potable,
alcantarillado, alimentación y turismo y a la vez garantizan la sustentabilidad
ecológica y la sostenibilidad económica de la región. Los servicios
ecosistémicos están en condición de vulnerabilidad por la variable climática que
en el periodo de lluvias causa inundaciones y derrumbes de montañas, y, en el
periodo seco, incendios forestales y sequías.
Como coordinador del diálogo regional en Zipaquirá, al ministro de ciencia le
faltó presentar la importancia de la ciencia, la tecnología y la innovación que
se desarrolla en la región, la asimetría político-administrativa entre la ciudad
de Bogotá y los municipios de Cundinamarca y sobre todo, haberse pronunciado
ante la emergencia climática que vive la región y el escaso suministro de agua
en el municipio de Zipaquirá.
La participación del gobernador de Cundinamarca y del alcalde de Zipaquirá fue
rechazada por el auditorio ya que a ellos se les censura el desarrollo y
promoción de Bogotá Región Metropolitana, la manipulación política de las juntas
de acción comunal y la mediocridad de la administración del ente territorial. La
ciudadanía participó con entusiasmo en las diferentes mesas y, por primera vez,
tanto las mujeres como los hombres sintieron y pensaron con rigor el Estado y
las políticas públicas que se presentarán al Congreso en la legislatura del
próximo año.
Los 19 municipios de las provincias de los Almeidas y de Sabana Centro solicitan
por compensación territorial y justicia ambiental, económica y social a la
ciudad de Bogotá, que por ser receptora de alimentos, redes eléctricas y agua,
se destinen recursos económicos provenientes de las tarifas de las empresas de
energía, acueducto y alcantarillado para que la región ordene y desarrolle su
territorio con base en el corredor biológico del agua que incluye acueductos,
alcantarillados y plantas de tratamiento de aguas residuales con sus respectivos
bosques de remediación; la movilidad a través del mantenimiento de las vías
secundarias y terciarias y, la conectividad mediante redes correspondientes a la
tecnología informática y de las comunicaciones.
De igual forma que colabore con asistencia técnica en la revisión y
actualización de los planes de ordenamiento y en la financiación para la
creación, mantenimiento y conservación del catastro multipropósito. La deuda de
Bogotá con los municipios de la Sabana debe cobrarse y pagarse.
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