EDITORIAL
Ola invernal: máxima prioridad
Una de las mayores tragedias naturales en Colombia en lo corrido de
este siglo fue la fuerte oleada invernal 2010-2011. Los informes
oficiales de la época señalan que hubo más de 3,1 millones de
damnificados, las pérdidas de vidas estuvieron por encima del medio
millar, el 96,4% de los municipios del país sufrieron algún tipo de
afectación, más de 1 millón de hectáreas de tierra productiva se
inundaron y el monto de las pérdidas fue tasado en 11,2 billones de
pesos, en gran parte por daños en infraestructura vial, destrucción
de viviendas, acueductos, cosechas frustradas y averías en bienes públicos y
privados impactados por la drasticidad de las lluvias, que superaron todos los promedios
históricos.
En ese entonces, octubre 2010-mayo 2011, el principal factor
disparador de la oleada invernal fue la presencia del fenómeno
climático de La Niña. Como se sabe, en este 2022 esa circunstancia
también está presente, con el agravante de que su intensidad ha sido
más larga de lo esperado, al punto que algunos pronósticos
meteorológicos nacionales e internacionales
advierten que sus efectos podrían extenderse hasta febrero de 2023.
De nuevo, como una década atrás, los promedios históricos de pluviosidad son inéditos,
obviamente incididos por un cambio climático que hoy tiene más
efectos negativos e irreversibles que los de hace once años.
Según los datos de la Unidad Nacional de Gestión del Riesgo de
Desastres esta ola invernal ya causó más de 200 mil familias
afectadas, alrededor de 240 muertes, 230 puentes vehiculares y 295
acueductos afectados, así como más de 1.112 sedes educativas
impactadas. No se tiene todavía un cálculo sobre la extensión de
cultivos perdidos, pero es sustancial. Ya 26 departamentos y más de
400 municipios declararon el estado de calamidad pública, pero la
cantidad de poblaciones con emergencias de distinto nivel es mayor.
Si bien ya se redirigieron 2,1 billones de pesos (provenientes de
presupuesto no ejecutado este año) a financiar la atención primaria,
los cálculos de la citada Unidad, según lo indicó su director en
entrevista dominical con este Diario, es que se requerirían
alrededor de 9,3 billones de pesos para subsanar el efecto total de
la oleada invernal que, se supone, debería estar cediendo hacia
finales de diciembre, pero algunas proyecciones advierten que podría
extenderse hasta febrero.
Se trata de un monto muy alto que es imperativo movilizar pero que
todavía no se sabe cómo será sufragado en su totalidad. Se está
hablando aquí de cerca de la mitad de lo que el Gobierno piensa
recaudar en 2023 durante el primer año de vigencia de la reforma
tributaria que esta semana debe terminar de ser aprobada por el
Congreso.
Pero el de los recursos no es el único obstáculo a superar. Si
bien desde el 1 de noviembre el Ejecutivo declaró la situación de “Desastre de
carácter nacional”, lo que ha permitido hacer destinaciones presupuestales
extraordinarias, crecen las
voces que consideran que la dimensión de la crisis
invernal requiere una figura que permita mayor capacidad de acción
por parte de las autoridades nacionales, como lo sería la
declaratoria de una emergencia económica, social y ambiental.
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Patria, patriotismo, antipatriota o desorgullo
Por Zahur Klemath Zapata
zahurzapata@gmail.com
Los pueblos en los comienzos de la historia humana eran nómadas, no
tenían arraigos territoriales, solo buscaban el sustento por
temporadas. Igual que los animales de la naturaleza.
Rómulo y Remo establecieron la antigua Roma y en ella se
instituyeron leyes de pertenencia territorial y patria. Fue uno de
los grandes imperios humanos. Hemos visto cómo se han construido
estos y han finalizado. Pero el común denominador es patria.
Latinoamérica ha sido un continente amorfo porque su identidad
original fue avasallada
quedando como rueda suelta por décadas. No hubo visión de futuro ni
de patria solo saquear las riquezas existentes y desaparecer con el
botín. No se aprendió de la historia ni se ha hecho nada. Se sigue
saqueando como si el fondo no existiera.
Simón Bolívar dijo en un momento que miraran al norte, pero
malinterpretaron lo que él quiso decir. Hoy esta saqueado este
continente sin piedad y la patria solo existe como nombre en los
carteles y los estamentos están tan corrompidos que nadie está en el
cadalso por tal vandalismo y el saqueo de la patria. Remo murió por
saltar el muro.
La gente huye de sus países porque no tienen patria, los patriotas
se quedan en ella porque la pueden saquear enarbolando la bandera de
nacionalismo. No hay orgullo de quienes gobiernan y los que
realmente aman y se sienten orgullosos, expresan ese sentimiento
mientras una mordaza les impide construir una patria porque quienes
están arriba tienen el poder.
Tenemos constituciones que son tratados de derecho y se honra en
ella a la patria pero no se defiende lo que realmente se debería
defender de quienes saquean el patrimonio de toda una sociedad. Y
esto nos convierte en antipatriotas sin ese orgullo que se siente
cuando nuestro equipo de fútbol gana contra otro país.
Si no hay una unidad social sobre el valor de la patria y una
autonomía en el manejo del estado estaremos saqueados sin piedad por
los que no tienen respeto a esa patria que tanta gente ha construido
con esfuerzo y visión para que su familia tenga un hogar donde
sentirse orgullosos de esa bandera que es el símbolo nacional.
De una nueva granada original hoy en
día somos simplemente un reguero de países que sobreviven porque la
patria es grande pero
son
más los asaltantes antipatriotas que nos hacen sentir como si no
existiera el orgullo nacional.
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Crónica de Gardeazábal #540
EL MÁS GRANDE DE LOS GRANDES
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio: https://www.spreaker.com/episode/51938097
Hoy hace 100 años murió en Paris, a los 51 años él, a mi parecer, el
más grande novelista de todos los tiempos, Marcel Proust. Autor de
una novela tan absolutamente característica que muchos hemos tratado
de sentirnos influenciados por ella.
EN BUSCA DEL TIEMPO PERDIDO fue una obra monumental cuando comenzó a
publicarse en 1913. Finalmente tuvo un poco más de 3.000 páginas
dividas en 7 volúmenes. El primero de ellos, “Por el camino de Swan”,
fue publicado gracias a su propia financiación.
Ninguna editorial aceptó su publicación. Por el segundo volumen,
publicado por Gallimard en 1918 obtuvo el aprestigiado Premio
Goncourt y el reconocimiento primero de la estricta y caprichosa
crítica francesa y después de todos los lectores y estudiosos de la
novela en el mundo entero.
Por sus larguísimas frases, por su perfecta manera de describir
paisajes, espacios, situaciones y temperamentos, ha sido muy difícil
conseguir que algún escritor lo repita o supere. Estigmatizado por
su apergaminado origen familiar. Acuscambado por su homosexualismo
que lo llevó a encerrarse pero le facilitó la redacción de su obra
y, atormentado por el asma que tuvo desde su infancia y que
finalmente lo llevaría por una pulmonía a su muerte, Proust liberó
los fantasmas y las cadenas de esos estigmas retratando el mundo que
lo rodeaba y en donde, dice la leyenda, que apenas se asomaba de vez
en cuando yendo a lupanares o salones de gozo burgués en la
medianoche parisina.
Impecable en el estilo. Discreto en la ampulosidad con que se
retrataba a si mismo en sus personajes. Orgulloso francés, se sintió
más patriota cuando la Primera Guerra Mundial tocó a sus puertas y
él, asmático y sicótico a los 42 años no pudo volver al ejército
donde había prestado en Orleans su servicio militar en la juventud,
pero con su aliento y su calidad avivó la llama del patriotismo de
sus conciudadanos que desde antes de morir lo consagraron como una
de las glorias de Francia y hoy, al cumplirse los 100 años de su
muerte, le vuelven a rendir tales homenajes para alentarle desde la
eternidad la vanidad que lo caracterizó.
El Porce, noviembre 18 del 2022
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