Memorias del pintor Oswaldo Vigas,
intactas en su colorido atelier
El atelier de Oswaldo Vigas en Caracas se mantiene
intacto, como congelado en el tiempo. Allí está la mesa que le
servía de paleta donde mezclaba los colores este reconocido artista
venezolano, cuya obra se exhibe en museos y galerías de todo el
mundo.
Ahora, con motivo del centenario de su nacimiento, Vigas (1923-2014)
se convirtió en el primer pintor de su país en tener su propio
catálogo razonado, un trabajo en el que se pueden recorrer las
distintas etapas de su vida artística.
Alrededor de la mesa con varias capas de pintura acumulada hay tres
de sus cuadros colocados en caballetes.
Uno de ellos, una magnífica crucifixión "pop" verde y rosa con las
formas características de Vigas, es uno de sus últimos trabajos,
cuenta su hijo, el cineasta Lorenzo Vigas, ganador del León de
Venecia con "Desde allá" (2015).
"No tocamos nada", dice Lorenzo sobre el taller,
abierto por su familia para la AFP. "Lo dejamos como estaba" antes
de su muerte, el 22 de abril de 2014.
Al igual que Pablo Picasso, con quien Vigas tiene una foto exhibida
en el estudio, el artista venezolano era un adicto al trabajo, que
pasó por diferentes períodos, cambiando a veces radicalmente de
estilo. "Trabajaba mucho de noche, hasta las 5:00 o 6:00 de la
mañana. Se levantaba tarde. La noche era para su arte y el día era
más social", recuerda Lorenzo.
El catálogo razonado de su obra, realizado por la Fundación que
lleva su nombre,
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recorre la prolífica carrera del artista, desde sus
trazos constructivistas o formalistas hasta la
geometría lírica.
Fueron necesarios 16 años de trabajo para catalogar las 4.000 obras
del artista que "pintaba, pintaba y pintaba", asegura su hijo.
El inventario es el primero de un pintor venezolano, pues no existen
catálogos razonados de los famosos, y a veces rivales,
Carlos Cruz-Diez, Jesús Soto, Armando Reverón o
Manuel Cabré.
"Mi padre era un artista muy ordenado y que acumuló durante su vida
la información de todas las obras que vendió y eso nos permitió como
Fundación hacer el trabajo", señala el hijo. "Sin ese trabajo no
hubiéramos podido hacer el catálogo".
Esta monografía contribuirá a difundir mejor su obra en el mundo,
explica Lorenzo, pero también a luchar contra las innumerables
falsificaciones de obras del artista, que se venden a veces por
cientos de miles de dólares.
En el estudio, decenas de obras con la palabra "Falso" están
apiladas en el suelo. Ahora basta con unos pocos clips para saber si
se trata de un Vigas auténtico o no.
La hija de Picasso
El atelier de Vigas también refleja otra faceta de su
vida: es un espacio amplio que permitía recibir muchos visitantes.
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"Era un animal social, venía mucha gente, necesitaba
eso", recuerda su hijo.
Su viuda, Janine Castes Vigas, de 87 años, recuerda las fiestas y
los conciertos. "Venían muchísimas personas", dice.
En las paredes, las fotos reflejan la vida social del maestro.
Janine, francesa a quien conoció en una discoteca durante su etapa
parisina en los años 1950 y 1960, tiene una anécdota para cada una.
La de Picasso, por ejemplo, es anterior a que se
conocieran. "Todos los artistas sudamericanos soñaban con conocer a
Picasso. Oswaldo conquistó a la hija de Picasso. Maya se enamoró de
Oswaldo y él la convenció" para que le presentara a su padre.
Maya Widmaier-Picasso murió en diciembre pasado. En el muro aparecen
fotos con el colombiano Fernando Botero, el cubano Wifredo Lam y el
crítico francés Gaston Diehl.
Janine mira con nostalgia una foto de París en la que Vigas aparece
tocando las maracas junto a Soto en la guitarra y los también
artistas Elbano Méndez Osuna, en la mandolina, y Jesús Hurtado. "Fue
un gran momento. Nos divertimos mucho".
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