EDITORIAL
Se disparó el robo de celulares
Los robos son, sin duda, el delito de alto impacto más recurrente en
Colombia. Las estadísticas del Ministerio de Defensa señalan, por
ejemplo, que el año pasado se registraron más de 427 mil casos de
hurto común (muy por encima de los 356 mil de 2021), en tanto que en
la modalidad de hurto a personas también hubo un incremento, al
pasar de 280 mil a 353 mil en el mismo lapso.
Sin embargo, debe advertirse que en materia de robos hay un alto
subregistro, ya que muchas víctimas no interponen la respectiva
denuncia. Uno de los casos más evidentes de esta circunstancia es lo
que pasa con los robos de teléfonos celulares, un flagelo diario en
todo el país, en el que no pocas veces los asaltados terminan
muertos o gravemente heridos.
De acuerdo con el informe publicado en nuestra edición dominical, en
Colombia el año pasado fueron hurtados 815.459 celulares, pero solo
171.251 víctimas acudieron a las autoridades para reportar el
delito. Esto implica, entonces, que casi el 80% de los afectados se
abstuvieron de denunciar. Las razones que explican este fenómeno van
desde la prevención del ciudadano a involucrarse en un proceso penal
complejo y de largo plazo, pasando por la creciente percepción de
que es poco lo que las autoridades pueden hacer para recuperar su
teléfono, y terminando en el temor a que un pleito así puede
exponerlo a un eventual cara a cara con el criminal que,
incluso si es capturado en flagrancia, en cuestión de días, semanas
o meses sale de la cárcel y podría tomar represalias contra su
denunciante…
De hecho, la cifra más cercana sobre la dimensión de este delito se
deriva de los reportes que hacen los usuarios a las plataformas de
sus respectivos operadores de telefonía celular con el fin de
bloquear el aparato, anularle todos los servicios y cumplir otros
prerrequisitos para adquirir otro dispositivo y reasignarle el
número del hurtado.
¿Es imposible detener este flagelo? En la tercera semana de enero
cumplió un año de vigencia la Ley de Seguridad Ciudadana, uno de
cuyos objetivos primarios era, precisamente, atacar el robo de
celulares. Para ello no solo se agravaron las penas a esta clase de
delitos, sobre todo cuando se realizan con violencia y armas, sino
que además se tomaron medidas para atacar la llamada reincidencia
criminal. Es decir, para evitar que los ladrones capturados en
flagrancia de manera recurrente vuelvan a las calles al poco tiempo.
Aunque muchos alcaldes y gobernadores se han quejado en el último
año de que la Ley no cumplió ese objetivo y hoy continúa el
‘carrusel’ de ladrones de celulares que entran y salen de la cárcel
de manera rápida, tanto los fiscales como los jueces replican que sí
han aumentado los procesos penales por este delito y cada vez son
más restringidas las posibilidades de excarcelación. Las cifras
policiales, por ejemplo, señalan que el año pasado la labor de las
autoridades permitió la recuperación de 17.441 equipos y hubo 11.316
capturas. Incluso, en reciente entrevista con este Diario el
director de Seguridad Ciudadana de la Policía defendió los
resultados de la citada Ley y el incremento de detenciones por
hurto.
|
|
|
Los
líderes solo velan por sus propios intereses
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Se ha tenido un
buen concepto de los líderes, ellos como una fuerza defensora de los
intereses de la gran mayoría. Esto venía haciendo parte de la
historia de la humanidad como los personajes bíblicos y sociales que
defendían los intereses de los subyugados.
Todo esto funcionó muy bien en el pasado porque la sociedad no había
alcanzado el estatus que hoy tiene en su desarrollo intelectual. El
proceso ha sido lento en alcanzar el individuo su propio
reconocimiento y su equidad individual. En el pasado era una masa
que funcionaba bajo las necesidades de techo y comida, quien ofrecía
esto tenía a su merced vasallos que estarían allí confortablemente
sin importar el trato que se les diera. Eran simplemente cosas que
hacían parte del líder o patrón.
Hoy vivimos una era donde los niveles intelectuales permiten ser
independiente y en cierta medida autónomos y vivir bajo la regla que
nos imponemos en nuestro propio entorno. El Estado es independiente
conformado por otros personajes que ejercen su poder porque la
sociedad se los da y ellos se exceden pensando que son los amos de
la cosa pública.
Aquí es donde nace la confusión entre el Estado y el individuo. Son
dos entidades que conviven en el mismo territorio como una simbiosis
de partes que se necesitan para poder administrar el territorio
donde se regentan. El uno sin el otro no podría existir, pero la
parte que ejerce la administración se aprovecha en este caso de la
ignorancia de quienes los contratan y los avasallan como mascotas de
trabajo.
Un líder hoy es un elemento peligroso por el empoderamiento que él
se toma y ejerce frente a quienes lo han elegido. A su alrededor
crea un ejército protector que obliga a todos los estamentos civiles
y estatales a que funcionen según su criterio y su psicopatía.
El temor al enfrentamiento y la incapacidad de poderse defenderse
más la falta de poseer herramientas que puedan combatir al agresor,
en este caso al líder, prefieren huir y perderlo todo antes que la
vida. Hay un doble juego en que se amparan estos personajes, la
constitución. Normalmente ella está elaborada como un tratado de
derecho donde no permite que el pueblo y sus legisladores puedan
cambiar las leyes que van en contravía al beneficio de la sociedad.
Ella se ve acorralada e indefensa frente a los criminales y la
corrupción que el mismo Estado ha creado bajo leyes represivas.
El líder o cabecilla siempre vela por sus intereses personales y sus
secuaces, sus negociaciones van enfocadas a sumar apoyo de donde
venga, con tal de poder asumir el poder y luego repartir el botín,
estees
el principio de la democracia. Y como tal se ha visto porque no ha
habido filósofos
que esclarezcan estos
puntos.
|
|
Una minoría social y que trabaja organizadamente está entendiendo
que los líderes son los que se quedan con la productividad de todos
o destruyen lo que ya está elaborado y que la gente viene
disfrutando
.
DOS CRUCES EN CEMENTERIO BURGUÉS
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/52740124
Desde comienzos del siglo pasado les dio a los pueblos provincianos
en desarrollo por sentirse ciudades construyendo teatros operísticos
bien calcados de Europa. Surgieron el Junín en Medellín, el Heredia
en Cartagena, el Amira de la Rosa en Barranquilla, el Sarmiento en
Tuluá, el municipal en Cali.
Con el paso de los años, el cambio de gustos artísticos y los costos
de orquestas, cantantes y desplazamientos los fueron agotando o
reemplazando en las ciudades donde el estado no se adueñó de ellos.
Al mismo tiempo, unos años después de la primera Guerra Mundial, la
burguesía criolla resolvió copiar las formas inglesas de los clubes
sociales para congregar integrantes de la clase ascendente y
mantenerlos lejos del vulgar pueblo en donde solo los que se abrían
paso con mulas cargadas de oro podían ascender de categoría y ser
socios de esos clubes.
En muchas de las ciudades donde construyeron los teatros, montaron
los clubes. Hoy en día de los unos y de los otros quedan muy pocos,
pero esta semana pasada en Cali le pusieron sendas cruces al
legendario Teatro Municipal y al mismo tiempo al estiradísimo Club
Colombia.
En un acto atrevido, pero muy realista, dos aristocráticas familias
(Las Llano Carvajal y las Neme Hakim) alquilaron el Teatro
Municipal, cubrieron su silletería con una plataforma para emparejar
con el escenario y celebraron allí una pomposa boda con smoking
tropical, cantantes de ópera en los balcones del teatro y música
barroca en el trasfondo escénico.
El hecho en sí, que a muchos debe parecer desconcertante, a otros
bellísimo y a algunos más un crimen cultural, demuestra que el
Teatro Municipal de Cali ya no sirve para lo que fue hecho sino que
ahora es una excelente sala de eventos y el Club Colombia, donde la
burguesía azucarera celebraba sus fiestas, ya no sirve ni da caché
para esos festejos.
Ambos, entonces, han quedado enterrados con sendas cruces en el hoy
repleto cementerio de la oligarquía social y cultural de la capital
del Valle.
El Porce, febrero 16 del 2023
|