Pereira, Colombia - Edición: 13.062-662

Fecha: Martes 04- 04- 2023

 

COLUMNISTAS

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CHARLAS CON UN MAESTRO SAMMASATI



Por: Gongpa Rabsel Rinpoché
Lama Sammasati para Latinoamérica



Upadesha 67 - Las consecuencias de las acciones

 

“No es una buena acción, si tienes que arrepentirte después de hacerla, y los frutos amargos de la mala acción son recogidos con lágrimas”.

El budismo enseña que todas las acciones tienen consecuencias, tanto positivas como negativas. En el upadesha 67, se hace hincapié en la importancia de la reflexión antes de actuar, ya que cada acción tiene un impacto en nosotros mismos y en los demás.

El upadesha comienza con la afirmación de que una acción no es buena si después debemos arrepentirnos de haberla hecho. Esta afirmación es clave para comprender la ética budista, que valora la intención detrás de la acción tanto como el resultado de la acción en sí misma. En otras palabras, una buena acción no se define solo por el resultado final, sino también por la motivación detrás de ella. Si nuestra intención es positiva y amorosa, la acción será considerada buena, incluso si el resultado no es el esperado.

Por otro lado, si nuestra intención es egoísta o dañina, la acción será considerada mala, incluso si el resultado es beneficioso para nosotros. En este sentido, la ética budista se enfoca en la intención detrás de la acción y no solo en la acción misma.

El upadesha 67 también señala las consecuencias negativas de las malas acciones, que son recogidas con lágrimas. Esto es una metáfora para indicar el sufrimiento que se experimenta como resultado de las malas acciones. El budismo enseña que todas las acciones tienen una semilla kármica, que puede germinar y dar lugar a una experiencia positiva o negativa en el futuro.

Es importante tener en cuenta que el budismo no ve las consecuencias kármicas como un castigo divino o una recompensa, sino simplemente como una ley natural de causa y efecto. Cada acción tiene una consecuencia, y es nuestra responsabilidad elegir sabiamente para evitar el sufrimiento y promover la felicidad.

Por lo tanto, el upadesha 67 enfatiza la importancia de la reflexión y la atención plena antes de actuar. Si podemos aprender a cultivar una intención amorosa y compasiva, nuestras acciones serán más propensas a tener consecuencias positivas en nuestras vidas y en las vidas de los demás. Además, si somos conscientes de las consecuencias kármicas de nuestras acciones, podemos t
omar decisiones más informadas y evitar el sufrimiento innecesario.

En resumen, el upadesha 67 nos recuerda la importancia de la ética y la responsabilidad personal en nuestras acciones.

 

Cada acción que tomamos tiene una consecuencia, ya sea

 

 

 

positiva o negativa, y es nuestra responsabilidad elegir sabiamente. Al cultivar una intención amorosa y compasiva, podemos promover la felicidad y evitar el sufrimiento en nuestras propias vidas y en las vidas de los demás.

 

Vendedores de Información

 


Edgar-Cabezas


Hubo una época en la que los medios de comunicación no hacían tanto énfasis en la discordia entre los colombianos, en la que los episodios de la violencia intrafamiliar contra la mujer, los niños, los adolescentes, los viejos, los homosexuales no eran titular de primera página, ni de la presentación de la parrilla de los noticieros de radio y de televisión en los horarios de la mañana, el medio día y la noche. Tampoco se reseñaban las luchas sindicales, estudiantiles, de los pueblos étnicos o la confrontación armada entre las fuerzas militares y de policía con las guerrillas y la delincuencia común.

Existía por entonces un ocultamiento tácito de los episodios de violencia que sucedían al interior de la sociedad colombiana, tanto así, que los críticos al sistema apodaron al noticiero de televisión Noticolor como “lambicolor”, por la lambonería periodística que, a favor del gobierno hacia el noticiero, pintando a la sociedad colombiana de color rosa, navegando sobre un océano de aguas tranquilas, en la recién inaugurada televisión a color.

La gente clamaba que los medios de comunicación informaran sobre los hechos existentes y lo que pidieron se les concedió, de tal manera que lo que pensaban los empresarios de la comunicación que no era vendible, las malas noticias, esas eran las en efecto vendibles, porque “a la gente ignorante lo que le gusta es el bochinche, la pelea, la discordia y violencia informática” y, entonces la libertad de prensa y de expresión cayó en la venta de noticias violentas que entretienen a la gente y la mantienen en la ignorancia.

Era la época en la que los medios de comunicación y los comunicadores se sostenían mediante la pauta y la publicidad con la que el estado y la empresa privada financiaba la libertad de expresión y la libertad de información.

Pero esas épocas ya pasaron hace tiempo desde que empresarios y banqueros en lugar de pagar publicidad a los medios de comunicación, los compraron para hacerlos parte del conglomerado de sus empresas y convertir a los comunicadores en sus empleados, de tal manera que si algún periodista pone en cuestión el monopolio que administra un empresario sobre los medios de comunicación en defensa del monopolio de sus empresas, se le despide, porque la libertad de prensa y de información “no puede patear la lonchera, ni morder la mano del amo que lo alimenta”.

Los empresarios en Colombia se tomaron en serio que la prensa es el cuarto poder, y que, por ser de su propiedad ese cuarto poder, ellos son servidores del interés público; que sus empleados representan las voces de la humanidad de a pie, que son benefactores de la vida democrática, ayudantes de la política que mantienen en el imaginario ciudadano que los medios de comunicación son libres e independientes y que los individuos y la sociedad están recibiendo la información que se merecen.

 

Por eso, ante todas las reformas que el gobierno del cambio tiene que hacer, ellos se oponen desde los medios de comunicación de su propiedad, porque sus empresas bancarias, de salud, alimentos, construcción, contratación, transporte y comercio se perjudican. Así es que ellos a través de los medios de comunicación pretenden estar en la cima de los otros poderes del Estado imponiendo en la agenda legislativa

 

 

el orden del articulado de las reformas, judicializando a los políticos contrarios a sus intereses y ejerciendo la fuerza para nombrar, mantener o destruir al ejecutivo.

¿La libertad de prensa debe estar en manos del gobierno o el gobierno en manos de la prensa?

 

Una realidad a la que no escapamos

 

 

Por: Rubén Darío Varela Hurtado


Todos los días vestido con su misma bufanda de color negra, camisa gris y sudadera blanca se le ve vestido a don Luis, siempre humilde y una mirada triste y acongojada, resignado en su silla de ruedas y a la espera que su hijo de unos 20 años de edad lo conduzca justo a una entrada lateral de la Catedral de Pereira en donde se hacen tipo 9 de la mañana para pedir limosna.

Alguna vez me atreví a preguntarle al muchacho de su situación y me decía que no tenía trabajo y que, aunque lo tuviese no tenía quien cuidara a su padre, por tal motivo prefiere pedir limosna para así pagar los 10 mil pesos para pagar el cuarto en la galería.

En mi país del tinto y especialmente, hablando de mi casa, Pereira que ando de arriba para abajo al derecho y al revés he conocido historias tan desgarradoras de ancianos que viven en la desgracia, el desamparo y el abandono como doña Lucía, una señora de la que me contaron se levantaba a las 4:30 en el barrio Turín a barrer las calles.


Hace unos años cuando me contaron su historia y tenía la goma de iniciar un proyecto de vida en el periodismo fui a visitarla, me impresioné cuando ingresé a su cuarto y la observé que se estaba tomando una ‘changua de huevo’ y dos ratas estaban a u costado del plato del colchón le salía tierra y según una vecina su hija, además de pegarle, la encerraba y no le hacía aseo a su habitación hace algunos meses.

También conocí la historia de don Arturo, un humilde campesino cuyos hijos ingratos lo abandonaron a su suerte y hoy en día solo subsiste con los $80.000 pesos que les da el Gobierno Nacional. A veces cuando este subsidio miserable se demora unos días en hacerse efectivo es común observar a don Arturo deambular por el parque Gaitán, se le observa triste y sentado generalmente en las noches en las afueras del Hospital San Jorge a la espera de alguien que necesite traer tinto del quiosco de al frente para tener la esperanza de reunir, aunque sea para una libra de lentejas.

En mi país del tinto es común y perdón la redundancia, sentarse a tomar tinto en un parque y observar escenas de personas de la tercera edad que a decir verdad uno no cree que puedan ocurrir y que en realidad le desgarran el alma hasta las personas más insensibles, pero como vivimos en mi país del tinto, este tipo de situaciones es tan común como la arepa al desayuno o el aguardiente de los fines de semana.

Estoy seguro que seguiré caminando, tomando tinto y encontrando más este tipo de historias que solo ocurren en mi Colombia, en mi país del tinto como lo llamo yo.
 

 

  

 

 

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