EDITORIAL
Alerta naranja en el Nevado del
Ruiz
Si bien el riesgo de una erupción en el volcán nevado del Ruiz
continúa vigente y podría concretarse en cuestión de días, semanas o
incluso meses, lo que es claro es que nunca como hoy la capacidad
institucional para afrontar una emergencia natural de estas
características ha sido tan alta. De hecho, genera tranquilidad que
desde las propias autoridades del orden nacional, regional y local
se asegure que todas las medidas requeridas están ya implementadas o
en proceso de serlo rápida y eficazmente.
Resulta innegable que la tempranera instalación del Puesto de Mando
Unificado (PMU) ha permitido una coordinación hasta el momento muy
funcional, con base en los reportes del Servicio Geológico
Colombiano, las instrucciones de la Unidad Nacional de Gestión de
Riesgos de Desastres, las determinaciones ministeriales en distintas
materias y su reflejo en las decisiones tomadas por las
gobernaciones de Tolima y Caldas, así como por las alcaldías de
alrededor de una veintena de municipios. Asimismo, debe resaltarse
la proactividad con que las Fuerzas Militares y otras dependencias
han rehabilitado la red vial más urgente en caso de tener que
proceder a evacuaciones masivas.
Afortunadamente el país cuenta con equipos de monitoreo de última
tecnología para vigilar y alertar con la suficiente antelación de
cualquier cambio de fondo en las emisiones de ceniza, azufre y vapor
de agua, la temperatura del cráter, la frecuencia sísmica y, sobre
todo, la evolución de los flujos subterráneos de magma, entre otros
elementos que ayudan a determinar la inminencia o no de una
erupción.
En ese orden de ideas, sin desconocer que estamos ante un fenómeno
natural cuya dimensión y capacidad destructiva es difícil de
precaver de forma exacta, se puede asegurar que todo el operativo
activado en los últimos días sí reduce de forma sustancial los
niveles de riesgo para la vida humana en caso de un evento eruptivo.
Frente a la tragedia ocurrida en 1985, cuando Armero fue arrasado
por una avalancha derivada de la explosión del volcán, cobrando
alrededor de 25 mil vidas, es evidente que se ha avanzado de manera
superlativa y hoy el país está muy preparado para afrontar este tipo
de emergencias.
La persistencia del estado de alerta naranja obliga a continuar con
las evacuaciones preventivas puntuales, sobre todo en las veredas
más cercanas al nevado y las áreas en donde el material volcánico
podría empezar a fluir en caso de una erupción. Las autoridades
deben ofrecer a los pobladores de esas zonas las suficientes
garantías de que recibirán asistencia humanitaria adecuada y otros
apoyos que amortigüen el duro impacto que significa tener que dejar
atrás sus casas, sembrados y demás actividades agropecuarias.
En esta primera etapa hay muchos casos en que las familias no se
movilizan completas, sino que algunos de sus integrantes se quedan
en las casas y fincas para cuidar los bienes, los cultivos y
animales. Frente a ello, la presencia de la Fuerza Pública en las
zonas despejadas es vital ante el temor de los habitantes a ser
blanco de robos si abandonan sus predios. También se puede avanzar
en la estrategia de instalación de campamentos temporales para
albergar a quienes se resisten a salir de las áreas. Es crucial,
igualmente, acelerar los protocolos para el traslado de animales,
elemento clave para disminuir la resistencia de algunos pobladores a
ser evacuados.
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En
Colombia hasta la muerte se la roban
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Nada me impresiona
cuando miro a mi alrededor, al igual que a un médico cuando mira los
cuerpos despedazados de los humanos cuando estudia medicina. Nada es
aterrador para el médico y el científico cuando observa lo que está
sucediendo en el planeta.
Cuando se está en guerra, los cuerpos heridos llegan a enfermería
con todo tipo de laceraciones. Desde allí comienza una nueva
historia para pacientes y científicos. Las nuevas medicinas y
cirugías, al igual que los experimentos para curar, combatir y
alcanzar unos mejores manejos de la alta intervención quirúrgica
como saber para que realmente sirven las armas de combate.
La verdad es que Colombia no ha sido laboratorio para desarrollo de
nada, más bien ha sido un campo de batalla entre ignorantes y
presumidos gobernantes que han querido imitar a los de allende de
alta mar. Aquí no se han dado guerras que hayan cambiado la
personalidad del mundo. Simplemente centenares de miles de muertos
que han sido ignorados y que no se sabe cuál fue la razón por la que
realmente murieron.
Aquí no existe un muro con los cientos de nombres que murieron en
esta guerra no declarada y que sus dolientes puedan venir y derramar
sus lágrimas y sentir por lo menos consuelo que allí está el nombre
de su ser querido.
En el Battery Park Manhattan hay un monumento a los miles de caídos
en la segunda guerra mundial, al igual que en el lugar donde cayeron
las Torres Gemelas. Recordar es mantener vivo el pasado y enseñar lo
que pasó a las futuras generaciones.
En Colombia se han robado la existencia de los muertos, como si la
vergüenza de lo que ha pasado fuera más fuerte que los muertos
mismos. Solo aquí recuerdan a los muertos de la oligarquía porque se
vende más la publicación por la noticia que por lo que realmente
está pasando en el país.
Morir en Colombia no es un acontecimiento, es un accidente que pasa
a diario y no tiene ninguna importancia al menos que tenga carta de
presentación.
Las muertes son anunciadas, como escribió García Márquez. Pero nadie
le pone atención a los anuncios porque creen que nada pasará y
esto pasó con Armero. Además, el gobierno dejó a la deriva a la
gente para que ellos fueran sus propios responsables de lo que
estaba pasando.
Otra muerte anunciada se aproxima y todo sigue igual. Solo será
esperar y leer los resultados de los boletines que se van a
transmitir después de la erupción.
El 18 de mayo de 1980 el monte
Santa Elena hace erupción a las 8.32 de la mañana y un terremoto con
una fuerza equivalente a la de 500 bombas atómicas como la de
Hiroshima y se escuchó a más de 300 kilómetros de distancia, las
erupciones que le siguieron liberaron
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una energía equivalente a la de 27.000 bombas como la de
Hiroshima. Lo que la convierte en una de las erupciones volcánicas más poderosas
en la historia del siglo XX. Cuando la ceniza por fin se asentó, se pudieron
contabilizar los daños sufridos: 57 personas. Armero más de 30 mil personas.
Crónica # 623
HERODES Y CHUSPAS
Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/53511973
Conozco a Luis Fernando Velasco desde cuando fuimos los primeros
alcaldes por elección popular en 1988, enPopayán y Tuluá. Desde
entonces, le he visto actuar en la vida pública a paso muy lento
pero firme.
Siendo senador de la república por el partido liberal resolvió armar
tolda a favor de Petro, no se presentó al Congreso a reelección y
como era tan fulgurante su apoyo enfrentándose a Gaviria y yéndose
con Petro, todos los corrillos terminaron por darle teóricamente un
ministerio durante el empalme. No fué así. Como consolación le
dieron una de las consejerías cuasianónimas de la Casa de Nariño.
De allá, en plena crisis prevolcánica, el presidente Petro lo nombró
director de la Oficina de Riesgos y Desastres, donde había hecho
carrera muy cuestionada, su coterráneo popayanejo el “Mono”
González. Y como para buscar vitrina, Velasco no ha tenido que hacer
mucho esfuerzo porque tiene pinta y sabe manejar las cámaras, salió
en plena semana santa a dar sus declaraciones y olvidándose de las
sabias enseñanzas que su padre, el respetadobiógrafo de Mosquera le
impregnó, dijo que si las familias catalogadas como probables
víctimas de la erupción del Ruiz no se salían de sus parcelas, la
oficina a su cargo les arrebataría los niños a esos hogares para
salvarlos de la hecatombe entregándoselos a Bienestar Familiar.
No sé dónde esos arrestos de Velasco, a quien desde niño llaman
“Chuspas” y, que fue padre después de cumplir 50 años, pero aparecer
como Herodes, quitándole los niños a unos padres tercos aunque
entendibles en querer morir con sus hijos, no dejarlos huérfanos y
sin con qué comer, no solo es un acto de crueldad y hasta de
irrespeto a los derechos humanos, sino que plantea en todos los
hogares colombianos la duda sobre hasta donde los padres pueden
disponer del presente y futuro de sus hijos, o si es una tortura
gubernamental amenazar con quitarles sus críos para obligarlos a
salir de sus parcelas y salvarles una vida que ellos, acaso valoran
muy distinto a como lo hace Velasco.
Gustavo Álvarez Gardeazábal
El porce, 13 de abril del 2023
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