Cuentos dedicados al medio ambiente
Por: Rubén Darío Varela
El Imparcial es un medio comprometido con el cuidado del medio
ambiente, es por esta razón que en esta ocasión publicó los primeros
4 cuentos, de un total de 40 narraciones infantiles con las cuales
pretendo enaltecer la importante labor de cultivar la semilla del
cuidado ambiental a través de fascinantes escritos infantiles. Así:
La negra del “tumbado”
Había vez una mujer afro descendiente que desde hace unos cinco años
atrás se la pasaba viajando por todas las ciudades colombianas en
buses, todos los conductores y los trabajadores de las terminales de
ciudades como Pereira, Armenia, Manizales, Cali, Medellín y cada que
la veían entrar a un terminal, todos decían ahí viene la negra del
“tumbado”, usaba pañoleta de color amarillo, trenzas africanas,
falda de colores fuertes y escandalosos y siempre se le veía
encartada con dos tambores que cargaba en su espalda.
Muchos conductores de empresas de buses como Expreso Palmira, Flota
Occidental y Trans Armenia decían que la negra del c si sabía
ponerle sabor a la vida y a los viajes, cada vez que los buses
recorrían las calles colombianas ella se paraba de su asiento y
empezaba a tocar el tambor, tocaba el bullerengue, como música de la
herencia africana del pacífico colombiana, interpretaba música de
folclor y le alegraba la vida a todos los pasajeros que la
escuchaban porque sabían que la negra del “tumbado”, no lo hacía por
plata, sino por gusto, por amor a la música.
En los terminales ella tomaba tinto con los taquilleros y les
afirmaba que estas presentaciones improvisadas las hacia porque
quería que las nuevas generaciones recordaran la importancia del
bullarengue africano.
En uno de los tantos viajes, la negra del “tumbado”, contó la suerte
de ser escuchada y analizada por uno de esos famosos casa talentos
que le decían, y al terminar el viaje, este
caballero, calvo, fornido y con ojos expresivos la abordó y le
propuso que trabajara con él para promocionar
la música del bullerengue en los jóvenes en una campaña
ambientalista que estaban realizando.
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Los conductores, pasajeros y taquilleros de los terminales no
volvieron a ver a la negra del “tumbado” hasta que un día en una
reunión informal de “recocha” entre los conductores de buses y las
taquilleras, un conductor les mostró un afiche de la nagra del
“Tumbado”, todos sonrieron y soltaron la carcajada al enterarse que
la afro descendiente se había vuelto famoso gracias a la joda con
ese tal bullerengue.
Melissa, la muñeca de trapo
Melissa era una niña muy engreída que todo el tiempo se la pasaba
jugando con muñecas, tenía barbies habidas y por haber, barbies
cocineras, escaladoras, bailarinas y hasta astronautas, muñecos de
algodón de lana, hasta algunos fabricados con cartón, botellas
plásticas, hilo y papel celofán.
Era tanta su afición que ya era conocida por toda la familia y su
tío José la bautizó la muñeca de trapo porque a donde viajaba
cargaba consigo un par de muñecas para una ocasión diferente.
Rubén, el otro tío de Melissa decía siempre que la niña tenía una
imaginación de escritora o artista porque cada que viajaba en buses
y llegaba a casa se ponía a dibujar las imágenes que veía en el
trayecto del vehículo en la carretera para sacar de allí un molde
para la que sería su próxima muñeca.
Un día de tantos Melissa fue acompañar a su mamá a la tienda y de
regresó transcurrió un suceso desafortunado, la bolsa de plástico en
la que su mamá cargaba los víveres se desfondó y la leche se cayó al
igual que los huevos y se quebraron.
-Esta maldita bolsa de plástico, gritó la madre de Melissa y
mientras la niña trataba de ayudar en algo para remediar la
lamentable situación, su mente empezó a dar vueltas, como siempre
pensando en muñecas y gracias a este evento una idea loca empezó a
recorrer su cabeza.
Los cuentos de Santiago, “el niño
de la naturaleza”.
Un papá muy cariñoso que se llamaba Emanuel tenía un hijo que se
llamaba Santiago, pero de cariño le decía „Santi‟, sagradamente
todos los domingos Emmanuel
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llevaba a su hijo a pasear a la reserva natural de La
Suiza en donde juntos observaban la naturaleza, las cascadas, los
árboles, las palmeras.
Emmanuel era biólogo de profesión y siempre en los paseos con su
hijo llevaba un libro de Ciencias Naturales para que Santi‟
observara y aprendiera de las especies de animales, los árboles y
las plantas.
Gracias a ese amor por la naturaleza que le inculcó su padre,
Santiago fue creciendo y cada vez se empezó a interesar y a enamorar
por las ciencias naturales tanto así que llegó a ser el mejor de la
clase en esta asignatura y les explicaba a sus compañeros todo lo
relacionado con el mundo natural.
Pero con el paso de los meses Santiago empezó a notar que también
tenía mucho interés por la escritura y empezó a pasar muchas noches
en su cuarto escribiendo muchos cuentos pero no eran historias de
reyes, princesas, castillos y valles y bosques encantados, todos los
cuentos de „Santi‟ eran alusivos a la naturaleza, escribía entonces
cuentos de ríos, volcanes, páramos, montañas y todos tenían una
linda enseñanza de preservación del medio ambiente.
Los guardianes del bosque
Había una vez un bosque mágico y muy lejano que se encontraba
escondido en la profundidad de la selva, era grande, denso, hermoso,
tenía un color verde turquesa muy diferente a los demás bosques, en
él, habitaban pájaros y ranas de todos los colores, abundantes
flores y árboles tan gigantescos que llegaban casi al cielo, era
realmente un bosque esplendido y mágico.
A la entrada de este bosque existían cuatro guardianes que impedían
el ingreso de villanos a este mágico lugar, se trataba de cuatro
gigantes que tenían cascos de hierro y unas enormes correas de oro
de la que salían rayos de luz para congelar los taladores de árboles
que se atrevieran ingresar.
Los guardianes del bosque como eran llamados habían permanecido
vigilando el bosque por mucho pero mucho tiempo, luchando con los
villanos taladores, quienes desde siempre habían pretendido destruir
los majestuosos árboles.
En una noche fría, el hada princesa de la naturaleza hizo su
aparición ante los guardianes del bosque y les manifestó que ya no
era necesario que continuaran cuidando el bosque, petición que
replicaron los guardianes afirmando que los taladores de árboles
estaban al asecho y que era necesaria su presencia.
Sin embargo, el hada princesa de la naturaleza era la reina de la
tierra y los guardianes del bosque no tuvieron otro remedio que
retirarse y hacerles caso. Al día siguiente los taladores
aprovecharon que los guardianes no estaban vigilantes y con sus
filosas hachas ingresaron al bosque y empezaron a talar los
gigantescos árboles.
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