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ESPECIAL

 

Pereira, Colombia - Edición:13.076-656

Fecha: Sábado-06-05-2023

 

Cuentos dedicados al medio ambiente



Por: Rubén Darío Varela



El Imparcial es un medio comprometido con el cuidado del medio ambiente, es por esta razón que en esta ocasión publicó los primeros 4 cuentos, de un total de 40 narraciones infantiles con las cuales pretendo enaltecer la importante labor de cultivar la semilla del cuidado ambiental a través de fascinantes escritos infantiles. Así:

 

La negra del “tumbado”




Había vez una mujer afro descendiente que desde hace unos cinco años atrás se la pasaba viajando por todas las ciudades colombianas en buses, todos los conductores y los trabajadores de las terminales de ciudades como Pereira, Armenia, Manizales, Cali, Medellín y cada que la veían entrar a un terminal, todos decían ahí viene la negra del “tumbado”, usaba pañoleta de color amarillo, trenzas africanas, falda de colores fuertes y escandalosos y siempre se le veía encartada con dos tambores que cargaba en su espalda.

Muchos conductores de empresas de buses como Expreso Palmira, Flota Occidental y Trans Armenia decían que la negra del c si sabía ponerle sabor a la vida y a los viajes, cada vez que los buses recorrían las calles colombianas ella se paraba de su asiento y empezaba a tocar el tambor, tocaba el bullerengue, como música de la herencia africana del pacífico colombiana, interpretaba música de folclor y le alegraba la vida a todos los pasajeros que la escuchaban porque sabían que la negra del “tumbado”, no lo hacía por plata, sino por gusto, por amor a la música.

En los terminales ella tomaba tinto con los taquilleros y les afirmaba que estas presentaciones improvisadas las hacia porque quería que las nuevas generaciones recordaran la importancia del bullarengue africano.

En uno de los tantos viajes, la negra del “tumbado”, contó la suerte de ser escuchada y analizada por uno de esos famosos casa talentos que le decían, y al
terminar el viaje, este caballero, calvo, fornido y con ojos expresivos la abordó y le propuso que trabajara con él para promocionar la música del bullerengue en los jóvenes en una campaña ambientalista  que estaban realizando.

 

 

 
Los conductores, pasajeros y taquilleros de los terminales no volvieron a ver a la negra del “tumbado” hasta que un día en una reunión informal de “recocha” entre los conductores de buses y las taquilleras, un conductor les mostró un afiche de la nagra del “Tumbado”, todos sonrieron y soltaron la carcajada al enterarse que la afro descendiente se había vuelto famoso gracias a la joda con ese tal bullerengue.

 

Melissa, la muñeca de trapo



Melissa era una niña muy engreída que todo el tiempo se la pasaba jugando con muñecas, tenía barbies habidas y por haber, barbies cocineras, escaladoras, bailarinas y hasta astronautas, muñecos de algodón de lana, hasta algunos fabricados con cartón, botellas plásticas, hilo y papel celofán.

Era tanta su afición que ya era conocida por toda la familia y su tío José la bautizó la muñeca de trapo porque a donde viajaba cargaba consigo un par de muñecas para una ocasión diferente.
Rubén, el otro tío de Melissa decía siempre que la niña tenía una imaginación de escritora o artista porque cada que viajaba en buses y llegaba a casa se ponía a dibujar las imágenes que veía en el trayecto del vehículo en la carretera para sacar de allí un molde para la que sería su próxima muñeca.

Un día de tantos Melissa fue acompañar a su mamá a la tienda y de regresó transcurrió un suceso desafortunado, la bolsa de plástico en la que su mamá cargaba los víveres se desfondó y la leche se cayó al igual que los huevos y se quebraron.

-Esta maldita bolsa de plástico, gritó la madre de Melissa y mientras la niña trataba de ayudar en algo para remediar la lamentable situación, su mente empezó a dar vueltas, como siempre pensando en muñecas y gracias a este evento una idea loca empezó a recorrer su cabeza.

 

Los cuentos de Santiago, “el niño de la naturaleza”.




Un papá muy cariñoso que se llamaba Emanuel tenía un hijo que se llamaba Santiago, pero de cariño le decía „Santi‟, sagradamente todos los domingos Emmanuel 

 

 

 

llevaba a su hijo a pasear a la reserva natural de La Suiza en donde juntos observaban la naturaleza, las cascadas, los árboles, las palmeras.


Emmanuel era biólogo de profesión y siempre en los paseos con su hijo llevaba un libro de Ciencias Naturales para que Santi‟ observara y aprendiera de las especies de animales, los árboles y las plantas.

Gracias a ese amor por la naturaleza que le inculcó su padre, Santiago fue creciendo y cada vez se empezó a interesar y a enamorar por las ciencias naturales tanto así que llegó a ser el mejor de la clase en esta asignatura y les explicaba a sus compañeros todo lo relacionado con el mundo natural.


Pero con el paso de los meses Santiago empezó a notar que también tenía mucho interés por la escritura y empezó a pasar muchas noches en su cuarto escribiendo muchos cuentos pero no eran historias de reyes, princesas, castillos y valles y bosques encantados, todos los cuentos de „Santi‟ eran alusivos a la naturaleza, escribía entonces cuentos de ríos, volcanes, páramos, montañas y todos tenían una linda enseñanza de preservación del medio ambiente.


Los guardianes del bosque




Había una vez un bosque mágico y muy lejano que se encontraba escondido en la profundidad de la selva, era grande, denso, hermoso, tenía un color verde turquesa muy diferente a los demás bosques, en él, habitaban pájaros y ranas de todos los colores, abundantes flores y árboles tan gigantescos que llegaban casi al cielo, era realmente un bosque esplendido y mágico.

A la entrada de este bosque existían cuatro guardianes que impedían el ingreso de villanos a este mágico lugar, se trataba de cuatro gigantes que tenían cascos de hierro y unas enormes correas de oro de la que salían rayos de luz para congelar los taladores de árboles que se atrevieran ingresar.

Los guardianes del bosque como eran llamados habían permanecido vigilando el bosque por mucho pero mucho tiempo, luchando con los villanos taladores, quienes desde siempre habían pretendido destruir los majestuosos árboles.

En una noche fría, el hada princesa de la naturaleza hizo su aparición ante los guardianes del bosque y les manifestó que ya no era necesario que continuaran cuidando el bosque, petición que replicaron los guardianes afirmando que los taladores de árboles estaban al asecho y que era necesaria su presencia.

Sin embargo, el hada princesa de la naturaleza era la reina de la tierra y los guardianes del bosque no tuvieron otro remedio que retirarse y hacerles caso. Al día siguiente los taladores aprovecharon que los guardianes no estaban vigilantes y con sus filosas hachas ingresaron al bosque y empezaron a talar los gigantescos árboles.

 

 

  

 

 

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