Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

Pereira, Colombia - Edición:13.101-681

Fecha: Martes-04-07-2023

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

Mientras duermes: sobre el libertinaje


Grandes fachadas, energéticas personalidades, grandes personas… En el día. Pero, en la noche, cuando decidimos abandonar, los celulares, las conversaciones, apagar nuestra televisión o simplemente nos quedamos dormidos mientras el televisor sigue encendido; La Pereira que conocemos, cambia, muta, se coloca su máscara para quedar así irreconocible.

Cuando el sueño REM llega, todo nuestro cuerpo se detiene, sólo es nuestro cerebro que produce diferentes sueños o como mínimo nuestro cuerpo comienza a recuperar la energía que necesita para el siguiente. Pero, mientras esto sucede, otros se liberan de los sueños, los límites culturales, morales, religiosos y demás cambian, ahora no es la ciudad hermosa. En las noches la ciudad se transforma en una película de terror, bastante fuerte - seguro la noche tiene una clasificación para mayores de 20- o eso nos gustaría pensar, pero en las calles de la ciudad nocturna se ven jóvenes que deambulan de un lugar a otro, sin rumbo, sin vida. Más, no es extraño ver un menor de edad a altas horas de la noche, consumiendo diferentes sustancias, de hecho, es extraño no verlos…

No obstante, fuera de preguntarnos ¿qué hace un joven a tan altas horas de la noche en la calle? Sólo queda quedar impresionado por quien tiene el control de las calles, los indigentes abandonan sus lugares de trabajo y comienzan a recorrer las calles, las esquinas se transforman en burdeles vigilados por sus proxenetas. De entre tanto la noche avanza se escuchan gritos ensordecedores, que, en condiciones normales del día, alarmarían a toda la población, pero en la noche estos gritos sólo caen en el vació de la imposibilidad de sentir empatía, de hecho lo mejor es disimular y dejar pensar que nadie escuchó nada permitiendo así que la noche siga avanzando.

Mientras la noche avanza, más indigentes se ven, las calles se llenan de estos, llegando a encontrarse con el amanecer, en donde ya no se distingue entre indigentes o borrachos. Los gritos comienzan a tomar formas ya sea en susurros de los transeúntes nocturnos que cuentan las fantasiosas historias de lo que pasa en nuestra ciudad, tan increíbles que parecen historias sacadas de los cuentos de terror más agobiantes, dignos de cualquier premio de literatura, más, cuando no son los susurros los que te transportan y te hacen reflexionar en la falsedad de realidad en donde vivimos, es cuando las imágenes se hacen presentes, hombres con diferente tipos de cortes en su piel, personas desmayadas, dobladas por los efectos de una larga noche, todas siempre marcando una sola dirección: el hospital más cercano.

La noche definitivamente no le pertenece a la sociedad de la vida, le pertenece a la forma thanática más desmesurada de ser humano, una forma, que inhibe cualquier tipo de moralidad, que rompe con cualquier tipo de imagen que tengamos del mundo, la noche es el trago amargo que nos recuerda que todavía nos falta muchísimo para crecer como sociedad; una sociedad que proteja la vida.

Pero ¿qué hacen nuestros “líderes” para trabajar con la máscara oculta de nuestras ciudades o debemos suponer que su labor de líderes sólo corresponde a los habitantes del día y no a los de la noche? Entonces, quien o que lidera a estas personas.
 

   

 

Estado hormiga y establecimiento

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Cuando nos miramos, no nos vemos los unos a los otros. Vemos un conjunto de seres con una misma morfología que ya estamos acostumbrados a verla. Así somos los seres humanos que estamos esparcidos por el planeta.


Cada sociedad exige lo que considera que le pertenece, pero el establecimiento se apropia de los bienes sociales y da solo lo que considera que les corresponde a los ciudadanos sin ningún miramiento si está bien o mal.

Estamos en el siglo 21 según el calendario cristiano, los musulmanes en el siglo 16, los chinos y los judíos en el siglo 50. Pero la verdad no estamos en ningún siglo, estamos haciendo presencia en el planeta imaginándonos lo que nos dicen los que creen que lo saben todo y lo que creemos por pura fe.

Nuestro intelecto ha mutado de tanto en tanto y ese razonar local se maneja dependiendo de las condiciones ambientales de cada Estado. Esto hace que no se exijan los mismos derechos a todos los establecimientos de igual forma alrededor del mundo.

Lo importante aquí es pedir lo que realmente nos corresponde donde estamos ubicados porque entendemos nuestro rol en la sociedad que habitamos. Eso que exigimos no será más allá de las cosas básicas de nuestro bienestar y por las cuales pagamos a través de los impuestos que nos exigen pagar.

La salud, la educación, el cuidado de nuestra vida cuando se necesita, la libertad y las pequeñeces del diario vivir por las cuales ya se han pagado en el día a día con nuestro trabajo y el consumo de productos por los cuales pagamos impuestos indirectos para sostener el establecimiento. Y que no se nos da porque no hacemos parte de la cúpula del Estado.

 


Exigimos porque es nuestra obligación de velar por nuestros intereses y obligar a quienes administran nuestros bienes de darnos lo que realmente nos corresponde. Aquí no es de socialismo, comunismo o cualquier otro ismo que aparezca, es la realidad que vivimos cada uno de nosotros y hacemos parte de la sociedad en la que vivimos.

Hemos dejado de ser objetos del Estado, de hormigas laboriosas que construyen el panal para que los del establecimiento vivan a su mejor saber.

Nuestro intelecto nos nuestra día a día una realidad que esta por fuera de ese mundo hormiga que se ha vivido por siglos y que no se rechaza porque es normal para quienes su intelecto está condicionado a esa forma de vivir.

 

La era actual nos nuestra a través del cine una realidad que no se ajusta a la realidad de donde realmente está ubicado nuestra conciencia sino dentro de una fantasía que los guionistas muestran como ellos quieren que se vea. El héroe y el villano, aquel que siempre está en una realidad que no corresponde a la verdadera situación en la que estamos viviendo en este concierto de idiosincrasias.

Si tú tienes conciencia de hormiga no lo afecta en nada, sino perteneces a este momento humano, es normal lo que está pasando, y si eres parte del establecimiento no tienes conciencia de nada.


Cuando comienzas a ubicarse en tu territorio te vas acercando aquellos que aprecian el mismo degustar de las cosas y del entorno donde te ubicas y sientes que las cosas funcionan con la libertad y derechos que tu espera que sean iguales para todos sin discriminación. Por eso te quedas allí y actúas con propiedad y satisfacción de estar ahí como parte de ese entorno social.

 

Vivimos en un mundo multifacético que presenta condiciones increíbles que los investigadores tratan de ordenar para guiar a sus lectores. Pero esos lectores son una minoría que trata de orientar a la gran mayoría para que se comporten con

 

 

 

decencia y equidad. Pero los resultados no se ven por la desigualdad de poderes políticos y económicos que hacen que haya un enfrentamiento de partes todo el tiempo.

Somos la tercera generación de habitantes en este planeta. Cada doscientos millones de años nos renovamos y estamos al final de esta era. Toda nuestra historia debe de haberse repetido en diferentes escenarios de los cuales de cuando en cuando encontramos muestras de ese pasado.


Ahora solo nos queda exigir lo que nos pertenece.

 

Qué lee Gardeazábal

 

 

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal


OCHO DIAS DE MAYO, reseña del libro de Volker Ulrich editado por Taurus

 

Audio:

https://www.spreaker.com/episode/55637230

Lo que nos dejaron contar de la segunda guerra mundial fue la historia que construyeron los vencedores o las dolorosas versiones de los judíos sobrevivientes a esa locura.

Pocas veces nos contaron lo que sucedió entre el 30 de abril, cuando se suicidó Hitler y el 8 de mayo, cuando el Almirante Doenitz firmó el acta de rendición absoluta y, oficialmente, terminó la guerra.

En este libro nos enteramos de por qué los alemanes, comenzando por el propio Doenitz, querían huir de los rusos y no ser sus prisioneros.

Tampoco nos detallaron en tantos millares de páginas escritas sobre la creación, desarrollo y culminación de esa estupidez humana, las profundas motivaciones anti bolcheviques que removió Hitler entre sus gobernados y que le sirvieron de disculpa hasta para arroparse finalmente a sus jerarcas ante el tribunal de Nuremberg.

Leyendo este abrumador libro que repasa a su manera la actuación postrera de los dirigentes alemanes, usando para ello fuentes históricas que antes no se habían consultado, se convence uno que los alemanes resolvieron alzar su mano derecha, gritar hail Hitler y voltear a mirar para otro lado siguiendo como borregos la senda que la propaganda nazí les inyectaba como verdad no escrutable.

Utilizando el truco de que cualquier lector parte de la tesis que los alemanes no se sintieron culpables y todo se lo imputaron a Hitler, el historiador Ulrich convierte estos 8 días finales no narrados en una colección de relatos de asombro y de rememoración de la crueldad como herramienta en la agonía de una pesadilla, poniendo 80 años después del final otra chapa histórica a un pueblo y una cultura, que olvidando creen liberarse de sus culpas.

Leerlo apasiona. Asimilarlo avergüenza. Recomendar su lectura a quienes no vivieron esos días y solo se tragaron el mito que nos repartieron como comunión diaria, enorgullece a quien lo haya leído.

El Porce julio 4 del 2023

 

 

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