ANDI, el robot que suda y muestra el impacto de los golpes de
calor en humanos
El calor intenso y cada vez más frecuente obliga a tomar medidas de
adaptación. La planificación urbana, el consumo energético y el
diseño de indumentaria son sólo algunas de las áreas que tienen a
las temperaturas extremas como variable determinante en el siglo XXI.
Para investigar cómo afectan las altas temperaturas en el organismo,
investigadores de la Universidad Estatal de Arizona, crearon un
robot que respira, tirita y transpira. Se llama ANDI, (Advanced
Newton Dynamic Instrument). Es similar a un maniquí, pero porta
tecnología de última generación. Es el primer robot de su tipo que
puede permanecer en la intemperie. Tiene piel de epoxi/ fibra de
carbono, con poros. Por debajo de la piel, cuenta una sofisticada
red de sensores térmicos que permiten medir la temperatura en 35
partes del cuerpo y mapear los efectos del calor en el organismo.
"Es el primer maniquí térmico al aire libre del mundo que podemos
sacar rutinariamente y medir cuánto calor recibe del medio
ambiente", dijo a la agencia AFP el profesor de ingeniería mecánica
Konrad Rykaczewski.
ANDI circula acompañado por MaRTy (Mean Radiant Temperature), una
estación meteorológica móvil que mide la temperatura del aire en
zonas rodeadas de asfalto y edificios.
Los investigadores están experimentando en Phoenix, una de las
ciudades que atraviesa actualmente una intensa ola de calor, con
temperaturas que alcanzan los 43 grados. A diferencia de los
humanos, ANDI puede, sin problemas, permanecer horas bajo el
abrasador sol de Phoenix, incluso cuando el termómetro llega a los
47 grados.
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Esto ayuda a un equipo de científicos de la Universidad Estatal de
Arizona (ASU) a estudiar el impacto de las altas temperaturas en los
humanos.
"Se trata del primer maniquí térmico del mundo que podemos llevar
afuera de forma regular durante altas temperaturas para medir la
cantidad de calor que recibe del ambiente", explicó el profesor de
ingeniería mecánica de la ASU Konrad Rykaczewski.
El maniquí, que parece un Óscar ambulante o un C3PO menos detallado,
es "una forma muy realista de medir (...) la reacción de un ser
humano ante condiciones climáticas extremas".
ANDI también cuenta con un sistema de refrigeración interna y poros
que le permiten respirar y transpirar a través de unos orificios
distribuidos sobre su cuerpo. Todo ello gestionado a través de 35
zonas térmicas independientes, para que pueda distribuir su sudor
como los humanos.
Los científicos explicaron que, aunque algunos pocos robots
similares, ANDI es el primero en salir de las cámaras técnicas al
mundo real y sufrir las consecuencias del aumento de temperatura al
igual que los humanos.
Prepararse para el futuro
ANDI es una herramienta importante para estudiar la hipertermia,
aumento de la temperatura corporal fuera de los parámetros
estándares, algo que interesa a los científicos debido al aumento de
las temperaturas extremas consecuencia del cambio climático.
El robot podría ser programado con diferentes características "para
estudiar distintos segmentos de la población", explicó Jennifer
Vanos, climatóloga del proyecto. Simulando "personas más jóvenes,
viejas, con condiciones médicas o bajo medicación, alguien más o
menos saludable", agregó.
"Nadie mide el aumento de la temperatura mientras una persona está
sufriendo un golpe de calor" por razones éticas, dijo Rykaczewski.
Pero con el robot, los científicos pueden hacerlo sin poner vidas en
riesgo.
ANDI salió al mundo exterior en medio de la actual ola de calor en
Phoenix. La capital de Arizona atraviesa la ola de calor más larga
de su historia. La ciudad del desértico suroeste de Estados Unidos
es
un laboratorio ideal para prepararse para el futuro, creen los
científicos. |
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"Si el futuro de París se parece al de Phoenix hoy, podemos aprender mucho sobre
la forma en que diseñamos los edificios", dijo Rykaczewski. "¿Cómo podemos
cambiarlos? ¿Cómo podemos cambiar lo que vestimos? ¿Cómo podemos cambiar nuestro
comportamiento y adaptarlo a estas temperaturas?".
ANDI es completamente reprogramable. Según Jennifer Vanos, climatóloga que
participa en el proyecto, el equipo de investigación puede crear "gemelos
digitales del maniquí para estudiar diversos segmentos de la población".
Esto significa que se pueden simular los mecanismos específicos de
termorregulación de cada individuo, teniendo en cuenta factores como la edad.
Por ejemplo, las personas mayores tienden a sudar menos que los jóvenes, por lo
que necesitan una protección diferente en comparación con los deportistas o
aquellos con problemas de salud.
En Phoenix hay decenas de refugios que funcionan como centros de refrigeración
para personas sin vivienda durante las olas de calor. "¿Cuánto tiempo debe
permanecer una persona en un centro de enfriamiento para refrescarse, de modo
que su temperatura central baje a un nivel seguro nuevamente? Podemos responder
esa pregunta con ANDI", dice Vanos.
El equipo también aspira a crear sensores para obras en construcción, para
adaptar las horas laborales según el calor real percibido en el lugar y la salud
de los trabajadores, en lugar de depender únicamente de las condiciones
climáticas generales.
Con esta tecnología, los científicos pueden realizar simulaciones para obtener
una mejor comprensión de cómo el calor afecta a diferentes grupos de personas, y
además pueden hacerlo en diferentes condiciones meteorológicas, combinando el
calor con distintos porcentajes de humedad.
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