EDITORIAL
¿Y nuestra humanidad?
De un momento a otro, nos damos cuenta que hemos invertido la vida en ciertas
prioridades, más hemos abandonado otras. En la contemporaneidad prioridades como
la estabilidad sentimental, mental, el autoconocimiento ha pasado a un segundo
plano, en la actualidad, lo único que buscamos es desarrollarnos económicamente,
académicamente, entre otras disciplinas. Pero, siempre dejando de lado aquellas
que tienen que ver con nuestra parte más humana, hemos dejado de ser humanos
para así volvernos máquinas autosuficientes.
Es sumamente contradictorio que, en el siglo de la libertad personal, el ser
humano haya dejado su humanidad, para autorrepresentarse como un simple número,
del cual su máxima característica es la utilidad. Tan asociados nos encontramos
con el mundo utilitarista, que nos hemos vuelto objetos, prendas, etc… de la
misma manera hemos comenzado a ver al otro, el otro siempre tiene que aportar en
los planes económicos o académicos, siempre se afirma, sobre el tener personas
que te sumen, lo que implica que dos malentendidos: el primero de ellos, que
como ya dijimos nos concibamos como entidades numéricas, lo cual es un primer
problema pues ninguna identidad numérica puede expresar la pluralidad que el ser
humano logra ser y el segundo malentendido es que la estabilidad mental de las
personas se encuentra tan deteriorada que permiten que elementos no humanos
puedan enaltecer, agrandar o reducir la vida de cada uno.
En este sentido, el problema de nuestra sociedad es intentar utilizar lógicas
para entender manifestaciones tan inmateriales como lo son las intensidades
humanos, el ser humano no es uno, el ser humano se dice siempre en plural, las
personas no suman ni quitan, las personas están allí a nuestro lado mostrando lo
inmenso que es el mundo que nos rodea, mostrándonos lo múltiples que pueden ser
los acontecimientos en los que nos movemos, ese es el valor del ser humano, la
muestra constante de nuevas perspectivas y por consecuencia, la adquisición de
nuevas perspectivas nos entrega una comprensión más amplia sobre el mundo y la
forma en que este se manifiesta.
En conclusión, no se trata de abandonar las prioridades académicos o económicas,
se trata de darles el mismo lugar que al crecimiento de sí mismo como ser humano,
se trata de hacer hervir la sangre de felicidad, se sentir el ritmo de nuestro
corazón y con ello entender que no todos tienen el mismo ritmo en sus latidos,
afirmando de esta manera la pluralidad del mundo, permitiendo así, si bien no
abarcar la libertad, si volver posible observar sin dejar por eso de sentir, de
amar, de pensar, envolviéndonos en un mundo lineal, metódico y por ende inerte…
La humanidad será siempre aquello que nos haga evolucionar como sociedad, por lo
tanto nunca podría abandonar.
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La noche
de los cuchillos romos
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Estamos al final
de una era donde millones de ciudadanos se están preparando para
este cambio. La gente tiene una actitud de deseo de cambio y esto
hace que haya mayor fervor cuando hacen las cosas.
Los que están arriba y no quieren el cambio insisten que nada está
pasando. Por lo general es gente necia que no acepta que otra gente
ve las cosas diferentes desde su punto de vista. Antes ellos
aceptaban las cosas como si fueran mandatos de leyes superiores sin
ningún interrogante, porque era su naturaleza en ese entonces. Hoy
la gente tiene memoria ancestral que les está mostrando en pasado y
el cual no es honesto como se lo presentan. La gente ha escuchado
muchos discursos y ha visto cambios que no se ajustan a lo que ellos
esperaban. La gloria de ellos no es la gloria del pueblo, porque
éste simplemente ha sido manipulado u obligado a actuar como se le
ha dicho, perdiendo lo esencial de su naturaleza. Por eso los
psiquiátricos están llenos de pacientes que se desadaptaron de la
sociedad y hoy deambulan por las calles sin la menor pertenencia
humana que los acompañe. Parte de la sociedad los rechaza y otra
sale a rescatarlos con la esperanza que algún día sean personas de
bien. Pero esa realidad es poco probable en un mundo donde las
esferas mayores están corruptas y el rescate sería paralelo.
Si nos detenemos a pensar sobre las cosas que nos rodean, esas cosas
simples que a diario se nos presentan podemos entender nuestro
entorno y saber que es lo dañino y lo que no nos deja vivir una vida
llena de plenitud. La raíz está en quienes dictan las leyes y las
imponen, porque ellos lo que piensan es cómo beneficiarse ellos
primero y después los ciudadanos. Ellos no piensan como sociedad o
personas, piensan en un todo en el cual pueden exigir para que ellos
puedan vivir en esa posición a la cual los han elegido. Es como si
fuera una monarquía donde los súbditos están obligados a mantener a
las cortes y sus allegados y el pueblo es el que paga.
En el pasado esto hizo que se acabaran imperios y apareciera la
democracia y la república, pero mal concebido al igual que pasó con
el comunismo.
El ser humano en su evolución busca alcanzar su propia autonomía,
porque ella le permite vivir sin ataduras y compartir con otros el
bienestar común que ellos elaboran para sí mismos. No se quiere un
líder porque él piensa que él es el mesías y va a salvar a todos
arrasando con todo lo que lo rechace. Así crea odios y enemigos que
terminan asesinando. Sus palabras expresan que todos se van a
beneficiar y en realidad los que se van a beneficiar es su familia
cuando él muera.
La gente ya ha visto demasiado cine e historias que cuentan
historias vividas en el pasado y como ha terminado todo. Por eso los
pueblos que han trabajado sin líderes han prosperado y han alcanzado
un mayor bienestar que los manipulados por líderes. Cuántos hay
ahora que están mancillando a toda una sociedad bajo el símbolo de
la democracia.
Colombia
va por el buen camino a paso lento, ya ha quemado varias etapas que
otros países les falta vivir o que jamás las van a vivir porque va a
tomar ejemplo de lo que están viendo. Esto se debe a que lo que ha
pasado en este país no se repita por los personajes
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que ha tenido en todas esferas del
actuar humano y que hoy son figuras mundiales para bien o para mal.
La historia ha sido clara en esto. Porque ella nos muestra todos los
acontecimientos que se han celebrado a través de ella. Y no podemos
negar lo que pasó y lo que puede pasar. Como esta pandemia que
ya se dio y hubo en cada una de ellas
millones de muertos casi para acabar con la población del planeta. Y
gracias a esa experiencia hoy la hemos podido controlar. Pero los
países corruptos y mal organizados son los que más muertos han
puesto.
Ya arrancamos la nueva era y eso lo sabe mucha gente y no serán lo
que hoy se proclaman como los adalides porque ellos vienen de la
escoria que la sociedad está dejando atrás.
Crónica #713
VOLVIERON A DOBLAR LAS CAMPANAS
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Cuando escribía mis narraciones sobre las historietas de Tuluá, una
y otra vez mencionaba las campanas de San Bartolomé porque ellas
eran el Internet del pueblo y a través de sus sonidos se comunicaba
a sus habitantes.
Agobardo Potes, el campanero sordo, las tocaba para anunciar la
misa, o de alegría como cuando terminaron las guerras mundiales o
doblaban anunciando la muerte de alguno de los feligreses. Eran tres
formas diferentes que promulgaban por los aires lo importante en la
parroquia.
Algún día ellas no volvieron a repicar. Agobardo se murió y quien lo
reemplazó no quiso volver a subir al campanario desde cuando
colgaron de las cuerdas el 9 de abril a Martín Mejía para que
acabara de morirse. Obviamente con el paso de los años el uso de la
violencia se fue adaptando a la modernidad y así como ya no se usan
las lanzas de los indios motúas ni los revólveres 38 largo de los
días en que vivía “El Cóndor” de mi novela, los ideales con que se
camuflaban los inicios de las guerras dejaron de existir,
atropellados por la modernidad.
Ya no se abren las fauces de la muerte para conseguir el bien ajeno,
se prefiere galopar en el apocalíptico caballo de la corrupción y se
pretende ordeñar la vaca presupuestal del estado.
Todas las guerras vividas, y que en más de una novela o cuentos he
narrado, parecen solo haber servido para generar la siguiente
batalla o para volver a disfrazar la búsqueda de la paz como un
negocio diferido en donde se apuesta por el éxito comercial del
futuro.
Las campanas han vuelto entonces a repicar en el hoy ficticio
campanario de San Bartolomé, como debieron haberlo hecho cuando los
católicos monarquistas masacraron a los hugonotes protestantes el 24
y 25 de agosto de 1572.
En Tuluá ahora se muestran los dientes en Internet. Las balas y las
granadas y las cabezas cortadas como trofeo quedaron para asustar a
los que no paguen el impuesto del estado paralelo de las bandas que
dominan la ciudad.
El Porce, agosto 26 del 2023
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