EDITORIAL
Entre hipócritas e
imposibilitados
Y entonces las calles se llenan,
el dolor ciudadano los toca a todos, expresan su derecho a la
protesta con fuerza, carácter y demás. Resulta sumamente extraño que
ha todos se les de por colocarse de dolientes sociales -oh, por Dios
que sujetos tan magnánimos- eso diríamos, pero no, no son magnánimos,
ni mucho menos dolientes son estrategas o simplemente manipuladores,
manipuladores que se aprovechan de las desigualdades sociales, de
las extracciones de derechos que los colombianos sufrimos todos los
días… Evidentemente no podríamos estar más incómodos recibiendo esas
sonrisas tan falsas, sin embargo, el Pacto histórico demostró que
emplear este derecho es la forma de publicidad más clara posible.
Ahora bien, esta técnica resulta sumamente interesante puesto que
cualquiera puede utilizarla para sus propios fines y claramente la
centro derecha ha sabido utilizarla, ahora que la izquierda sólo
simboliza falsedad y falta de carácter, puesto que aquellos que
ahora están en el poder y que evidentemente tomaron popularidad
gracias a este derecho estas mostrando su verdadero rostro, un
rostro jovial que se le imposibilita darle la cara a este país tan
dañado, caso tal como lo decía el General Zapateiro esto es un
desorden total, lo grupos subversivos dicen y hacen lo que gustan,
mientras que el gobierno en busca de ganarse un buen renombre a
nivel mundial amarra las manos de las fuerzas armadas, obligándolos
a permitir que los grandes males de este país sigan tomando poder,
mientras ellos intentan generar el ardid más grande de este país a
través del concepto de paz.
Sin embargo, es necesario recordar que es el presidente el que tiene
el control sobre las fuerzas militares de Colombia, entonces ¿por
qué Francia Márquez culpa a las fuerzas militares? parece que ni
siquiera la vicepresidenta conoce la cadena de mando, es decir, la
crítica no es hacia la fuerzas, la crítica es a la nula capacidad
del presidente para manejar las situaciones, en otras palabras, el
gobierno no se puede lavar las manos como Poncio Pilatos, porque en
sí ellos son los que toman la decisión y es el ejército el que puede
decir -le hicimos caso a la administración actual- después de todo,
ellos son las manos prácticas de la justicia no quien la dicta.
|
|
Destruir lo construido no es
oposición, es terrorismo
Por Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Los años 60s fueron los más activos en protestas y revoluciones. En
Colombia se gestó más de un movimiento político que cambió la
idiosincrasia de los colombianos. Las nuevas generaciones no tienen
conocimiento de lo que pasó y es poco lo que se sabe sobre esos
tiempos.
El terrorismo comienza a crecer con mayor violencia y los daños se
ven por todos lados y la reconstrucción absorbe los dineros que la
sociedad paga en impuestos.
La sociedad por lo general no entiende que la nación, el territorio,
la infraestructura y todos los bienes sociales son de ellos. Y por
tal motivo hay que cuidar de igual manera que se cuidan los bienes
que existen dentro de la casa o del hogar donde se vive. Este
sentimiento de pertenecía no se le ha enseñado a la sociedad porque
los políticos no se han educado para servir a sus electores sino a
su grupo político y a quienes los apoyan económicamente.
Destruir lo ya construido es costumbre de los grupos de choque con
el fin de debilitar a quien está al mando del establecimiento. Para
reprimir estas acciones se necesita demasiada conciencia sobre los
valores locales de lo que la comunidad tiene.
Al destruir lo existente es como llegar a la casa y en un arranque
de locura comenzamos a arrojar por la ventana los muebles y enseres
como si esos objetos tuvieran la culpa de lo que está pasando en la
relación intrafamiliar.
No es solo destruir lo físico sino dañar la moral de la sociedad
creando otro tipo de terrorismo a través del engaño y movilización
humana para que ella proteste. No es la forma de intimidar al resto
de la sociedad porque se siente indefensa frente a estas acciones.
Hacer oposición es construir y no destruir, esto demuestra de que
quienes están haciendo oposición tienen la capacidad con mayor
habilidad de destruir el establecimiento que construirlo. Si la
gente se reúne a trabajar para reparar las vías, arreglar lo que
está dañado y así sucesivamente, quienes están administrando el
establecimiento no tienen el poder de exigir a los ciudadanos a que
paguen más impuestos porque con el trabajo que se está haciendo
compensa los gastos que podría costar hacerlos.
Una sociedad organizada tiene mayor posibilidad de salir adelante y
tener mejores garantías para todos al igual que servicios.
Nos han acostumbrado a esperar que otras personas hagan las cosas
porque creemos que es la mejor forma de actuar. Pero la
|
|
realidad es que, si nosotros no cuidamos nuestra
casa, que es la nación, el pueblo o el caserío, siempre vamos a
vivir como miserables y ser miserable es más vergonzoso que andar
trabajando para que las cosas funcionen para el bien de todos.
Crónica #734
HAY QUE VOMITAR AL MAL GOBIERNO
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/56923632
Salvo que se esté buscando crear un estado de conmoción nacional
para poder suspender las elecciones de octubre y así no perderlas,
las actuaciones del gobernante parecerían los palos de un ciego que
no mide el despiporre que está formando.
La diana que desde Santa Marta tocó la semana pasada, el ministro de
Minas, que representa a las Farc en el gabinete, es más una alerta
sobre el corto circuito eléctrico que quieren que se nos venga
encima. La determinación de estorbar la adquisición de vivienda y de
frenarle el trabajo en la construcción a los miles de colombianos
que sostienen sus hogares pegando ladrillo, es una ratificación que
el odio presidencial no es contra los ricos, sino contra todos los
propietarios.
La torpe negativa a asumir el fenómeno del empequeñecimiento del
consumo de los hogares durante 10 meses continuos, se está volviendo
insultante. La convocatoria a la calle que hace nuevamente el
presidente para que el 27 marchen a favor de sus reformas es mucho
más que una provocación, es una terquedad absurda en creer que el
país apoya el desbarajuste.
El ataque despiadado contra toda la organización del fútbol metiendo
en la misma bolsa a culpables e inocentes, es una búsqueda
insaciable de encontrar como joderle cualquier deleite o ilusión al
colombiano común y corriente.
El deseo de desbaratar todo para volver este país un estadio en
donde se acumulen las arrevesadas maneras de entender la economía
con el ferviente apetito de vengarse de quienes no le dejaron
tomarse el poder por la vía armada, parecen más las pataletas de
quien se siente ahogado en el fracaso.
No cabe entonces otra esperanza que la de aceptar que todo es una
montonera de bestialidades dañinas para salvarse de una derrota
electoral y que aquí, como siempre, no pasará nada porque nos
acomodamos a lo que sea y hasta somos capaces de digerir un mal
gobierno como el de Petro en vez de vomitarlo.
El Porce, septiembre 26 del 2023
|