Fundado el 9 julio de 1948

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

  Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

Pereira, Colombia - Edición:13.171-751

Fecha: Martes-05-12-2023

 

EDITORIAL

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EDITORIAL

 

 

La culpa es de la vaca
 

Hace algunos años el libro La culpa es de la vaca se volvió un texto de cultura, entre todas las pequeñas historias aquella que daba el nombre al libro era básicamente una analogía de la política colombiana.

La pequeña historia de este libro muestra cómo es que se decide la culpa, entre tanto todos se limpian sus manos afirmando que es alguien más la razón de sus desgracias, en esto es como petrico refleja esta historia: mala publicidad, “Los medios de comunicación se la pasan dándole mala imagen”, en el país se presenta un nivel de violencia alto, “Es el resultado de Iván Duque y la lucha que emprendió contra la paz…” No podríamos negar que esto fuera cierto, el problema es que el gobierno actual se la ha pasado dando explicaciones y echándole la culpa a todos menos a su incapacidad para poder hacer algo diferente.

En conclusión, tenemos un presidente que ve como solución echarle la culpa a todo el mundo, la megalomanía que le impide darse cuenta que tiene que mejorar todavía con muchas de sus posturas y formas de dar solución, después de todo lo que se necesitan son soluciones claras y precisas no que se limpie las manos.

 

 

 

 

Ser autónomo no es pelear con el que tiene más

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Los bebés tienen la habilidad de manipular a los adultos, con una sonrisa, una expresión, un gesto mandatorio o un berrinche en medio de la calle.

Los padres sabemos hasta donde el cauchito se puede estirar si tenemos la capacidad de la razonabilidad, de lo contrario es una tragedia esos momentos de confrontación. Ser padre o madre no es cosa sencilla y estar preparado es algo complicado. Por eso una abuela o abuelo salen al rescate y terminan criando a los nietos.

Los países necesitan de abuelos que los ayuden a crecer, pero en estos tiempos esos personajes no están a la mano porque el Estado los desecho y quienes manejan la cosa pública son amateur que recién alargan pantalones.

 

Los políticos colombianos conversan como si fueran adultos, pero son chavales que cuando salen a recreo se dedican a arreglar el mundo. Ese empoderamiento juvenil los hace arrogantes y creen van a conquistar el mundo con su dinámica. Se preparan en su imaginación para llegar al solio de Bolívar y al final en esa carrera loca se enfrentan a todo lo que está a su alrededor creando tanto amigos como enemigos y al final Colombia está llena de tumbas de soñadores que no alcanzaron a acercarse al capitolio nacional.

 

El error de todo esto está en quienes al comienzo no tuvieron la visión de ser autónomos y preparar a los ciudadanos para que fuera una nación compacta y autónoma y velaran por los intereses nacionales y no los de un líder que solo piensa en su persona y en su gloria.

 

Hoy vemos, escuchamos y leemos como una bandada de críticos y enemigos de todo vociferan contra lo existente sin ofrecer soluciones o ayudar a corregir lo que está mal hecho. Solo pretenden hacer oposición creyendo que esa es la forma de sacar adelante a una sociedad que está huérfana y que necesita que esté unida para poder exigir a quienes administran el Estado a que lo direccionen por el camino correcto.

 

Hay una visión equivocada de unos sectores sociales que creen que el poder es algo que se consigue a través de peleas e insultos. Se necesitan programas sociales donde todos participen y puedan trabajar en lo que sea más productivo para la economía

 

 

 

 local y lo que esos grupos tengan mayor experiencia en su producción y manejo y no lo que el Estado quiera imponer.

Una sociedad organizada y con visión de su futuro, trabaja con mayor ahínco y crece a mayor velocidad que una sociedad reprimida por el Estado.

 

ALZÓ EL TROFEO EQUIVOCADO

Crónica # 781

 



Gustavo Alvarez Gardeazábal

 

En cualquier lugar del mundo donde su cabecilla, rey, presidente o primer ministro quiera ser líder mundial, recibe sin duda alguna el apoyo de sus gobernados.

En Colombia no. El presidente Petro está intentando desde sus primeros pasos como gobernante convertirse en un líder internacional sin primero convencernos. Lo intentó dentro del cuadro de sus homogéneos, los presidentes de izquierda latinoamericanas, pero se enfrentó a un Lula poderoso, curtido, que no le dió chico o a un Boric juvenil, con opiniones fruto de la cultura de izquierda que profesa, no de sus desquites, y no encontró eco.

Después que fue a Stanford y con grandilocuencia pronunció un discurso que más nos pareció un sancocho de ideas y pocos entendieron pero nadie aceptó, el presidente Petro ha seguido en esa línea, cada vez más fanático en su idea y aunque también cada vez tiene menos público y mucho menos aceptación nacional e internacional, insiste en su posición estertórea.

El discurso pronunciado la semana pasada en la COP 28, donde nos condenó a los colombianos a una posición totalmente idealista pero igualmente dañina, no tuvo eco alguno fuera del marco nacional porque fue la representación del atleta que levanta en el podio imaginario un trofeo equivocado.

Nadie en el mundo, ni en Cuba ni en Korea del Norte tan siquiera, van a tragarse el cuento que el gran triunfo de Colombia es ser el único en negarse a permitir más exploraciones y explotaciones de carbón, gas y petróleo.

Para la gran mayoría de colombianos y para cualquier observador internacional de izquierda o de derecha, la determinación de Petro es condenar a Colombia y a sus ciudadanos a someterse a una religión ultra ambientalista, descabellada como la que más.

Repito, seremos el único país del mundo sentado encima de un bául de grandes riquezas pero con candados ideológicos que nos impedirán utilizar lo que hay dentro del baúl. Seremos el atleta alzando el trofeo equivocado.

El Porce,diciembre 5 del 2023

 

 

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