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COLUMNISTA

 

Pereira, Colombia - Edición:13.176-756

Fecha: Jueves-14-12-2023

 

Contratiempo

 

Por: Jotamario Arbeláez

 

La obra de David da vida

 

De los privilegios que me ha brindado este nuevo paso por la existencia -que no han sido pocos, merecidos o no-, subrayo el haber tenido la oportunidad de cruzar palabras con seres que merced a sus merecimientos artísticos excedieron el patrón de la especie, como Gabo, Botero, Mutis, León de Greiff, Santiago García, Moreno Duran, Negret, Teresita Gómez, David Manzur. No menciono a mis pares o parces nadaístas, a duras penas “geniales locos y peligrosos”, según su primer manifiesto.

 

Hablaré de David, quien mañana estará de cumpleaños 94 en su natal Neira Caldas, celebrando en especial sus 70 años de entrega a la actividad pictórica, desde cuando expusiera por primera vez en el Museo Nacional de Colombia en 1953 obras que después clasificaría como fallidas. Pero, como decía Gabo, que “de la mala poesía se pasa a la buena poesía”, así suele suceder con todas las artes.

 

Me contó que en su infancia, en su pueblo natal, solía ingresar a la iglesia, más que por afanes místicos, para mirar por debajo de las túnicas de las efigies de los santos. De esas observaciones parten algunas de sus obsesiones. Pero, a la larga, la mística se impondría en su obra. Que lo digan su Transverberaciones, basadas en las vivencias de Santa Teresa al sentir traspasado su corazón por el fuego natural de la unión íntima con la divinidad, y otras obras erotomísticas.

Aún niño partió de la mano de su madre para Guinea Ecuatorial donde imagino que no hizo más que asolearse. Y después a España, donde fue recibido por su Guerra Civil y por la Segunda Guerra Mundial, tocándole padecer las correspondientes carencias y sobresaltos.

 

 

 

Pero allí se fue alimentando con la contemplación de la pintura de los maestros españoles de los siglos XVI y XVII que le marcó para siempre, y a quienes siguiendo su huella quiere retraer a la vida. A finales de los 40 regresa a Colombia y parte para Nueva York-

 

Vive hace largos años en Barichara, pinte que pinte y repinte, en compañía de su eficaz asistente Felipe Achury Ricaurte, un hermoso ejemplar de la cofradía masculina quien le impulsa a seguir arte arriba.

En una entrevista dijo el pintor que quería vivir 200 años más para poder culminar esa obra que ha perseguido por 70 años, llegando al punto final anhelado, aun corrigiendo desperfectos en sus ansias de perfección.

 

Este año el artista ha tenido un extenso despliegue. Celebración de concierto en la Iglesia de Barichara por el Coro Vocci del mare y la orquesta Camerata Heroica de Cartagena, de lo cual partió el cortometraje documental de Salvador Arbeláez que en breve se proyectará en los teatros de Cine Colombia. Fue condecorado con la Orden Isabel la Católica por parte del Rey de España Felipe VI a través de su embajador. En el Museo de Arte Moderno de Cartagena se realizó la Exposición Tiempo y memoria, con lanzamiento en su honor de la colección

 

 

 

de moda de la diseñadora Lina Castillo: El arte útil del arte inútil. El 13 y 14 de diciembre estará siendo homenajeado en sus predios, Manizales y Neira.

 

No sé por qué me pongo en esta reseña sobre los penúltimos pasos del pintor en su tierra en vez de escribir un poema sobre su obra majestuosa, que comprende briosos caballos cabalgados por Sanjorges, magos, guerreros, donquijotes, caballeros, infantes y por él mismo; moscas inespantables posándose sobre los rostros de sus modelos con sus alas transparentes y sus tres pares de patas; giocondas amoscadas con cara de pocas amigas; sansebastianes en las diferentes faces de su martirio agonista, en su desnudez impecable o flechados por ambos flancos; descorazonadas transverberaciones matizadas por lanzazos alados o melodías arcangélicas; laudatorios laudes con cuerdas bien templadas tañidas por intérpretes de rostros ocultos haciéndose oír en la perfección de sus cintas y de sus brillos sin hacer caso al mosquerío.

 

Felices celebraciones, Manzur. Y si la vida no te concede los 200 años extras que pides, descuida que lo que hiciste es ya una obra total, y que los que la disfrutarán por 200 años y más, serán las generaciones que vienen. Nos das vida con tu pintura, David.

 

 

 

 

 

  

 

 

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