Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.177-757

Fecha: Sábado 16-12-2022

 

EDITORIAL

 

Los acuerdos como condición natural


La palabra resulta ser engañosa en su propia naturaleza. Todas las palabras que nuestra voz logra producir, siempre llevan consigo un enigma, enigma que ataca ferozmente toda respuesta, para organizar de esta manera la forma aristotélica del animal político, es decir, lo que nos distingue del resto de seres humanos es la posibilidad de generar acuerdos a partir de la discordia que se genera en el lenguaje. Es decir, la necesidad de generar acuerdos hace parte del ser humano por naturaleza, no es una elección sino una obligación natural, esto, a partir de la concepción sobre lo limitado que resulta ser la vida del ser humano.

En efecto, antes de la revolución industrial y durante la misma por muchísimos más años, lo seres humanos teníamos una tasa de mortalidad bastante alta, morir a los cuarenta o cincuenta era totalmente normal dadas las condiciones en la que se vivía en estos tiempos, en este orden de ideas, la necesidad de tomar decisiones rápidas, llegar a acuerdos de forma clara y precisa era totalmente fundamental para poder vivir.

Cuando se comenzaron a llegar a acuerdos, justos o no tan justos, las vida comenzó a vibrar de otras maneras, el ser humano, pudo por primera vez darse cuenta de lo errados que estuvieron los acuerdos pasados, esto porque ya no se trataba de sobrevivir sino de vivir mejor, y con ello los acuerdos que no se direccionan hacia ese propósito fueron cayendo, comenzaron a percibirse de forma irracional, naciendo así la posibilidad de decidir entre una o más posibilidades, después de todo las coyunturas dejaron de aparecer siempre en el límite. Sin embargo, esta constante de posibilidad de pensarlo todo con tiempo parece haberse vuelto el germen de la actualidad, ahora lo llaman burocracia. La regulación organizada y racional, parece haberse separado del mundo sobre el cual toma decisiones, en la actualidad discuten durante meses sobre posiciones que necesitan respuestas directas, esto porque al separarse del mundo no logran comprender que mientras ellos piensan la mejor opción cierta población que necesita soluciones se hunden en sus problemas, sólo dando respuesta cuando esta misma resulta de anticuada para el nivel que el problema se ha vuelto.

En este orden, los acuerdos que son intrínsecos a nuestra naturaleza pasan de ser una condición de esencia, para volverse una imposición, negando así nuestras habilidades naturales. Entonces cuando la burocracia se toma el poder de llevar a cabo acuerdos, el sujeto de la cotidianidad parece caer en un ensueño, siempre esperando órdenes de aquellos que toman decisiones, aun cuando estas no den solución a los problemas, entonces el lenguaje deja de crear la necesidad de acuerdo, sino que comienza a ocultar y a reproducir palabras de acuerdos de otros, generando así que el pensamiento crítico entre en un estado de somnolencia dejando de producir incógnitas, y así volviendo al ser humano en una máquina inerte.
 

 

 

El derecho al trabajo o la agonía de vivir en la sombra

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

Trabajar no es una obligación de nadie, pero es el quehacer de los seres humanos para sobrevivir en sociedad. Este deber se vuelve imperativo porque no somos una sociedad primitiva que cada uno labora en su entorno y se mantiene a flote con lo que hay a su alcance.

Con el nacimiento de los imperios quienes están a la cabeza de ellos crean una red de súbditos para que le sirvan y vivan en su entorno. Así nace la primera casa y su jefe hace más de 30 mil años.

El ser humano es igual como individuo en su conjunto pero no todos tienen las mismas capacidades e intelecto y esto hace esa variedad de personalidades y quehaceres en una sociedad actual.

En el pasado no se podían mezclar todos en un mismo sitio por esa diferencia de condiciones de intelecto y conocimiento. Hoy por el avance genético y tecnológico estamos casi todos mezclados en la misma aldea de ciudadanos.

El emprendimiento de cada uno nos obliga a saber elegir nuestro rol y ubicación en la sociedad de hoy y esto hace que el trabajo no sea igual que hace cien o más años en la historia. Pero quienes manejan la cosa pública en ciertas sociedades desconocen el manejo de esos códigos que regulan la labor de los trabajadores.

En la actualidad no hay un orden equitativo que permita mantener el balance y permita a cada uno poder tener la seguridad social que debería existir en una sociedad evolucionada. Las leyes o estatutos laborales están lejos de balancear las tres partes a que corresponde el equilibrio del acuerdo entre las partes.

Las leyes laborales están politizadas y los intereses de los trabajadores no concuerdan con lo que deberían ser las leyes que amparen por iguales partes a los que firman el contrato. Y cada uno jala hasta donde más estire el caucho. Y esto hace que siempre exista un conflicto entre las partes.

El sistema laboral colombiano hay que rehacerlo de principio a fin y ubicarlo en tiempo presente para que el establecimiento asuma la responsabilidad que le corresponde y le dé a ambas partes las obligaciones que le corresponden independiente el uno del otro y se logre alcanzar el beneficio que se espera a la hora del retiro.

La situación que se vive en Colombia por el Código del Trabajo es penosa para los trabajadores y el sistema laboral. Es casi imposible celebrar contratos a término definido o indefinido por todas esas arandelas que lleva de obligaciones para el empresario y que no le permite crecer sanamente, porque el establecimiento evade responsabilidades que le corresponde y se las deja al contratista.

¿Qué sociedad puede prosperar bajo esas condiciones?

 

Esto genera todo tipo de evasión de obligaciones y contrato de prestación

 

 

 

 de servicios dejando al trabajador a la intemperie y obligándolo a convertirse en microempresario para poder subsistir.

En la actualidad hay millones de personas trabajando bajo su propia responsabilidad y sin ningún beneficio a futuro. La corrupción navega por estas aguas eludiendo compromisos que ha creado al estado y que al final hacen más daños en términos generales.

 

LE DIERON AL CÁNTARO
 


Crónica # 789


Gustavo Alvarez Gardeazábal

Audio:

https://www.spreaker.com/episode/58017384

Hay un viejo dicho de que tanto va el cántaro a la fuente que de tanto darle al final se rompe. Eso puede aplicarse totalmente al resultado de la encuesta Invamer sobre la opinión de los colombianos frente a la guerra y la paz, y en especial, sobre las negociaciones con los elenos.

El hecho de que el 41 % de las entrevistados quiera la guerra para acabar con las bandas que se han tomado al país, es muy preocupante porque significa que el fracaso de la paz de Santos lo mide el colombiano común como una equivocación de método. Pero más diciente aún es que el 49% de los entrevistados consideran que no vale la pena seguir negociando con el ELN.

Cada caso, empero, debe mirarse con lupa diferente. El de la paz de Santos firmada en La Habana debe entenderse como una falla estructural. El modelo usado estuvo viciado porque fue exclusivo y excluyente. En primer lugar porque esa paz solo la firmaron los que ya habían terminado su ciclo (o ya tenían la plata afuera y a salvo) y dejaron por puertas a los que apenas estaban haciendo el negocio y aspiraban a convertirse en igualmente poderosos a los que la firmaron pues apenas estaban consiguiendo el capital que deja la combinación de droga y guerrilla.

En segundo lugar porque el verdadero negocio de la guerra, el de la producción de cocaína, el de la comercialización y el de las rutas de exportación no se tocó ni de frente ni por los laditos en el documento final.

En el caso del ELN el asunto es más sencillo pero menos fácil de solucionar. Al fracaso de la paz de Santos (que excluyó al ELN) se une la mamadera de gallo de 50 años de los elenos. Su manía de dilatar todo (como lo hicieron en Maguncia hace 25 años) se ha acentuado y la paz total que planteó el desinflado señor de las gafas a nombre de Petro, en vez de ponerlos frente al problema, les ha dado fuerzas para alargar el chico y ya nadie les cree.

Lo grave de todo esto es que el país guerrerista está latente y puede volver. ¿Pero con quién?

El Porce, diciembre 16 del 2023
 

 

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