Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.196-776

Fecha: Domingo 21-01-2024

 

EDITORIAL

 

El país de la discordia


Enajenados de cualquier tipo de responsabilidad, se encuentran tan sólo con la habladuría y está a su vez les produce una fiel capa de envidia hacia el resto, en palabras más sintéticas, el país de los consumidores del ensueño.

Ensoñaciones constantes de lo que quieren y desean hacer, pero nunca dispuestos a responsabilizarse de sus sueños. Entes carentes de cualquier forma de creatividad que buscan en las otras formas para las cuales ser mejor que ellos ¿Cómo llegamos a esto? ¿En qué momento el colombiano comenzó a vivir por el otro a partir de la envidia o el qué dirán? No podríamos afirmar el cuándo, si es que existe un principio y no sólo siempre ha estado tal naturaleza en el colombiano promedio. Tal naturaleza o construcción del colombiano lo ha llevado a una territorización inauténtica de lo que debe de ser; un ser dotado de todas las virtudes.

Zahur Klemath afirmaba en una columna pasada que el problema de Colombia, no son los extranjeros, el problema de Colombia son los colombianos que no han percibido que su labor, su modo de comportarse en el mundo decanta totalmente en ellos, pero, esto el colombiano ni siquiera lo tiene en cuenta, el colombiano no respeta ni mucho menos siente orgullo de su país, no encuentra su país como un refugio sino como una cárcel -pero, por supuesto ve a otro país, seguro; que te va ir mejor- después de todo, según dicen en cualquier otro país le va mejor que acá, seguro que no es porque se concentren por completo a trabajar en otros países, o porque lo ahorren todo, o porque sean personas serias, seguro que no es por eso que les va mucho mejor… Simplemente es porque Colombia es un país tóxico que no los deja crecer.

Colombia no es tóxica en sí misma, sino que se vuelve tóxica por sus ciudadanos que son totalmente desproporcionados del amor por la tierrita, que desconoce su historia y poco quiere participar en su futuro. En este orden de ideas; la única forma de calmar la toxicidad de Colombia es amándola por completo, sintiéndose orgulloso de cada expresión que nos represente, tal vez lo único que necesitamos para que este país deje de ser tóxico es que entendamos, amemos y lo veamos como un refugio y no como una cárcel de la cual queremos huir, destrozar cualquier tipo de ensoñación impersonal y comenzar a hacer realidad.

 

 

 

 

Si el campo no es rentable es que el estado está en las manos equivocadas
 

 

 

Por Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com 


África ha vivido las hambrunas más crueles en la historia de la humanidad. En Biafra murieron más de un millón de habitantes entre 1967 y 1970 de hambre. Este fenómeno ha perseguido a muchos países por guerras y descontrol de la agricultura. A pesar que existen organizaciones que proveen de comida a países cuando ésta escasea, no es suficiente.

Las personas que han vivido con lo básico y otras veces simplemente subsistiendo saben que es estar en hambruna. Hoy hay millones de colombianos que viven bajo esa colcha y que no pueden hacer nada porque el sistema carece de esa habilidad para mantener su sociedad libre de este flagelo.

No todo tiene la habilidad de poder moverse sobre arenas movedizas y salir adelante cuando la corrupción devora hasta el papel higiénico de los inodoros.

Cada día sale el sol y a todos ilumina, pero la luz solar es buena pero también mata. De igual manera funcionan los empleados públicos si entienden sus deberes y obligaciones. Pero los que están arriba filtran la luz dejando al resto en manos a que sobrevivan con lo que pueden utilizar.

Colombia ha sido un país de campesinos desde sus principios porque quienes comandaban así manejaron el país. Carlos Lleras Restrepo siempre dijo que los colombianos eran del campo, aunque él quería hacer de la nación un Japón tropical.

Aisladamente muchos personajes han querido sacar al país adelante con su ingenio tecnológico y han tenido que emigrar porque quienes manejan la cosa pública son incapaces de acercarse y por lo menos merodear y empaparse de esa magia que encierra la ciencia y la tecnología. El dinero fácil es el que más se acerca a ellos, pero al final no es como lo pintan y es más peligroso que una cámara de gas.

Saber combinar el campo con la tecnología se verían los provechos, es simplemente colocar a las personas adecuadas para elaborar esquemas y proyectos que llenen los requisitos que el mundo demanda.

El nuevo gobierno busca crear impuestos, pero no piensa en regalías sobre la producción que sale al exterior y la
transformación de la materia prima en bienes de consumo que se pueden exportar para crear una economía fuerte sin desangrar al ciudadano.

Colombia tiene tanta tierra, y solo piensan en expropiar. Pero no piensan en una macro industria agrícola que reúna a todos los finqueros y los vaya ubicando en sus quehaceres propios y así cada producto pueda manejarse por agrupaciones, asociaciones, cooperativas o entidades de socios que ellos mismos las administran con autonomía. Si ellos no pueden administrar sus bienes, ya que son los mayores interesados para que las cosas funcionen bien, todo será un fracaso.

El finquero necesita oxigenarse para que sus productos alcancen todos los sitios en 

 

 

 

el mercado nacional e internacional.

 

MOVIMIENTO DEL AMOR

Por: Edgar Cabezas


Es normal a la cultura del sujeto cultural el tener respeto y aprecio en su sentir-pensar, mediados por ese yo amante del territorio en el que creció y desarrolló infancia y juventud, esas infancia y juventud divinos tesoros, iguales a todos los asuntos de la vida, se van para no volver. El ser vive al amparo, cobijado y residenciado en el hogar de la tierra. El ser ama la tierra en la que nació, porque el ser es lo que da la tierrita.

La tierra da, de manera sustantiva, animales, minerales y cosas que alegran y deprimen al estado mental del yo el cual, en cada uno, construye todos los estados líquidos, sólidos, gaseosos y tinieblos propios de la luz y oscuridad del homo sapiens. El ser ama lo amado, el paisaje natural y el construido, que ha heredado y al que tendrá que dar en herencia a sus semejantes en la diferencia. Los impulsos represivos conminan al terror y el sujeto libre se despoja del miedo. Hay que vivir la vida sin miedo.

La seguridad humana tendrá que dejar de depender de los agentes armados que prenden la alarma de alerta ante la criminalidad organizada, dirigida por ellos mismos. La política de la seguridad es una política que incita al odio. Quienes definen la política de seguridad saben que a las multitudes les gusta agruparse en función de odiar al enemigo interno y externo: el odio que aglutina la pasión de odiar es el negocio de los asesinos que fabrican las armas con las que las multitudes se matan.

La gran mayoría de la ciudadanía en edad de votar en las elecciones políticas, eligen personas a cargos públicos, pero están distantes de las mujeres, hombres y no binarios que gobiernan y compiten por gobernar. Ya las multitudes saben que el proceso electoral es un negocio en el que compiten muchas empresas electorales con la finalidad de administrar y sacar tajada del presupuesto general del erario que aportan los queridos electores quienes a su vez son contribuyentes.

Las ciudadanías libres de amar están cansadas del trato descortés que manifiestan quienes compiten por el amor público; del trato entre ellos y del trato para con las comunidades ante las que se presentan como sus servidores, cuando en su gran mayoría son unos empedernidos despilfarradores arribistas, que van sembrando cizaña, con ánimo de inocular el síntoma de la ira.

Hay que abandonar el estado de desamor para dedicarse a la búsqueda de la paz y el amor interior que posibilitan andar felizmente en la sabiduría. Aprendamos lo que de manera incipiente nos enseñó la pandemia: a tener círculos de confianza, vínculos de protección en espacios confinados, a proteger al otro siendo responsables del propio yo, la producción colectiva de los productores de afecto.

Hay que constituir ese movimiento político, científico y cultural lleno de sabiduría ancestral que celebre la inteligencia y el trabajo colectivo, porque obras son amores acompañadas de las razones del sentir-pensar. De este estado de circunstancias construiremos un mundo mejor con la política del amor. Amar en libertad requiere organización. La pregunta: ¿el movimiento progresista de Colombia está dispuesto a crear el movimiento político del amor que proteja la vida y mantenga la belleza de la biodiversidad de sus gentes y ecosistemas marinos y terrestres?

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
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Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro


Jefe de Redacción
Rubén Darío Varela

 

   

Diagramación


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Soporte Tecnológico


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Nadeem Khan

 

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Colaboradores

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Edgar Cabezas

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