La próxima generación de medicamentos
contra el cáncer se fabricará en el espacio
La inmunoterapia es uno de los nuevos métodos más prometedores para
luchar contra el cáncer, pero tarda una eternidad. Funciona imitando
o recurriendo a las defensas inmunitarias del propio organismo para
que elimine y ataque a las células cancerosas. Pero los medicamentos
que lo hacen suelen administrarse por vía intravenosa, es decir, se
introducen en la sangre mediante agujas, en un proceso largo e
invasivo. Los pacientes pasan horas en el hospital mientras se les
suministran las infusiones por goteo en las venas.
Sería mucho más sencillo y menos doloroso si los fármacos se
administraran bajo la piel desde la comodidad del hogar del
paciente. Pero eso requeriría concentraciones mucho mayores de los
medicamentos, lo que daría lugar a una fórmula espesa demasiado
viscosa para inyectarse.
Existe una respuesta: si en lugar de ello cristalizas las proteínas
del fármaco, obtendrás una concentración elevada en un volumen
menor, y una solución de estos diminutos cristales sin toda la
viscosidad. El único problema es que es casi imposible realizar esto
en la Tierra. Si lo intentas, los cristales resultantes presentan
muchas imperfecciones y una variedad aleatoria de tamaños. En el
espacio, sin embargo, sin la interferencia de la atracción
gravitatoria del planeta, las proteínas cristalizadas salen
perfectamente.
Tratar el cáncer en el espacio exterior
Ahí es donde entra BioOrbit. Katie King, su fundadora, es doctora en
nanomedicina por la Universidad de Cambridge, pero siempre ha estado
obsesionada con el espacio. Durante sus estudios, se sintió cada vez
más frustrada por el cinismo de sus amigos ante la “bezosificación”
del espacio exterior, ya que empresas como Blue Origin y SpaceX lo
comercializaban y lo convertían en un patio de recreo para
multimillonarios. “Siempre he
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creído que el espacio debe utilizarse para ayudar a
los habitantes de la Tierra”, resalta King.
Tras acabar sus estudios en Cambridge, King empezó a buscar un
trabajo de científica en la industria espacial, decidida a demostrar
que sus amigos se equivocaban. Pero no pudo encontrar ninguno. Así
que, en su lugar, en 2022, comenzó un programa de verano de dos
meses en la Universidad Espacial Internacional, una organización
mundial con sede en Francia que ofrece formación de posgrado a
quienes desean hacer carrera en el sector.
Durante el curso, King participó en un equipo encargado de
identificar las investigaciones que podrían realizarse en el espacio
con el mayor impacto potencial sobre la humanidad. Su grupo se
centró en el concepto de cristalización de medicamentos en
microgravedad. Había datos acumulados en la Estación Espacial
Internacional que apuntaban a la posibilidad de “revolucionar
absolutamente el tratamiento del cáncer”, señala King. “Esto tiene
que realizarse por completo, y ahora es el momento”.
BioOrbit, creada por King en 2023, planea ampliar y comercializar
esta clase de producción de medicamentos en el espacio. Después de
conseguir financiamiento de la Agencia Espacial Europea, el plan es
probar el proceso en la Estación Espacial Internacional (ISS, por
sus siglas en inglés) a principios del año siguiente para asegurarse
de que funciona. Y más adelante, en 2025, planean un segundo vuelo
que, idealmente, será con un socio farmacéutico.
Una astrofarmacia
para la humanidad
King no es la primera en enviar fármacos al espacio para aprovechar los
beneficios que ofrece la microgravedad. Las grandes farmacéuticas también
están probando suerte: empresas como Bristol Myers Squibb y Merck
llevan años investigando en el espacio para el desarrollo y la fabricación de
medicamentos.
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“Lo que hace especial a
BioOrbit es que intentan optimizarlo”, comenta Li Shean Toh, profesora adjunta
de la Universidad de Nottingham que estudia la astrofarmacia. King quiere
llevarlo a una escala comercial.
Pero existen obstáculos. Hay largas filas de espera para conseguir espacio a
bordo de un cohete que lleve material a la ISS, y no es de extrañar que sea
costoso. La regulación es otro impedimento: ¿se aplicarán las normas y
reglamentos de la Tierra en el espacio exterior? Si uno de los medicamentos de
BioOrbit afecta a un paciente, ¿qué jurisdicción se aplicará?. “Mucha gente está
pensando en la tecnología, pero en cierto modo se elude el modo en que vamos a
garantizar la calidad”, destaca Toh. Esto es algo que ella está investigando:
propone una versión enfocada en la salud del Tratado sobre el Espacio
Ultraterrestre, un conjunto de principios que fundamentan el derecho espacial
internacional.
King se alegra de que la aventura de su equipo sirva de conejillo de indias para
ver cómo funcionaría todo esto, porque quiere que así sea. “La microgravedad
puede aportar tantos beneficios a la investigación en ciencias de la vida, al
desarrollo de medicamentos, a la investigación del cáncer... y muchas cuestiones
más que aún desconocemos”, comparte King.
Su objetivo final para BioOrbit es contar con una instalación permanente en el
espacio únicamente para realizar actividades científicas, de investigación y de
fabricación. Las empresas farmacéuticas que se encuentran en parques
empresariales grises y desolados pronto podrían ser un poco más extraterrestres.
Un día, quizá muchos de tus medicamentos hayan hecho una pequeña estancia en el
espacio.
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