EDITORIAL
El país de la discordia
Enajenados de cualquier tipo de responsabilidad, se encuentran tan sólo con la
habladuría y está a su vez les produce una fiel capa de envidia hacia el resto,
en palabras más sintéticas, el país de los consumidores del ensueño.
Ensoñaciones constantes de lo que quieren y desean hacer, pero nunca dispuestos
a responsabilizarse de sus sueños. Entes carentes de cualquier forma de
creatividad que buscan en las otras formas para las cuales ser mejor que ellos ¿Cómo
llegamos a esto? ¿En qué momento el colombiano comenzó a vivir por el otro a
partir de la envidia o el qué dirán? No podríamos afirmar el cuándo, si es que
existe un principio y no sólo siempre ha estado tal naturaleza en el colombiano
promedio. Tal naturaleza o construcción del colombiano lo ha llevado a una
territorialización inauténtica de lo que debe de ser; un ser dotado de todas las
virtudes.
Zahur Klemath afirmaba en una columna pasada que el problema de Colombia, no son
los extranjeros, el problema de Colombia son los colombianos que no han
percibido que su labor, su modo de comportarse en el mundo decanta totalmente en
ellos, pero, esto el colombiano ni siquiera lo tiene en cuenta, el colombiano no
respeta ni mucho menos siente orgullo de su país, no encuentra su país como un
refugio sino como una cárcel - pero, por supuesto ve a otro país, seguro; que te
va ir mejor- después de todo, según dicen en cualquier otro país le va mejor que
aca, seguro que no es porque se concentren por completo a trabajar en otros
países, o porque lo ahorren todo, o porque sean personas serias, seguro que no
es por eso que les va mucho mejor… Simplemente es porque Colombia es un país
tóxico que no los deja crecer.
Colombia no es tóxica en sí misma, sino que se vuelve tóxica por sus ciudadanos
que son totalmente desproporcionados del amor por la tierrita, que desconoce su
historia y poco quiere participar en su futuro. En este orden de ideas; la única
forma de calmar la toxicidad de Colombia es amándola por completo, sintiéndose
orgulloso de cada expresión que nos represente, tal vez lo único que necesitamos
para que este país deje de ser tóxico es que entendamos, amemos y lo veamos como
un refugio y no como una cárcel de la cual queremos huir, destrozar cualquier
tipo de ensoñación impersonal y comenzar a hacer realidad.
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El poder
de la desigualdad en la sociedad moderna
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Nunca ha habido
una sociedad que se precie de igualitaria, libre y organizada, han
sido sociedades jerárquicas que siempre han manipulado al ser humano
como algo que les pertenece. Como un objeto, como una cosa. Solo
ellos, los jerarcas, son los dueños de la vida y la existencia de
los individuos que gravitan en su órbita. Esto les ha permitido
gobernar a su libre albedrío hasta el presente.
El pueblo no entiende el por qué al igual de aquellos que se precian
de cultos e informados. Sus vidas dependen de quien está empoderado
y él establece el destino de esa humanidad que vive a su alrededor.
Ser independiente y autónomo bajo estas circunstancias es casi
imposible porque quien ejerce el poder tiene a su alrededor un
ejército de esbirros que no poseen conciencia sobre su identidad y
viven como perros de brega a merced del gobernante.
Los que posiblemente tienen la capacidad de actuar y formarse como
sociedad independiente bajo reglas y leyes que les permita vivir en
armonía no saben cómo organizarse para alcanzar ese estatus de
respeto frente a los enemigos de la autonomía.
Manipular a un ser humano que carece de evolución genética y que
está en la escala primaria con relación a la evolución en la que va
la humanidad, no es nada difícil. El miedo y las acciones violentas
son las herramientas de amaestramiento que usan quienes buscan
entronizarse el poder y perpetuarse en él.
Estamos en una era donde la tecnología y el conocimiento gravitan a
nuestro alrededor y no permite entender la naturaleza de las cosas y
de quienes pretenden arrebatar los derechos de la libertad y la
autonomía del ser humano.
El problema radica que existe una gran mayoría de seres humanos
incapaces de ser libres y autónomos y necesitan ser acaudillados por
personajes que ofrecen bienestar y estabilidad en un mundo
imaginario donde al final son ellos los que sostienen al gobernante
con sus diezmos.
Ser organizado y emparejarse con otros que tienen los mismos
entendimientos y objetivos, hace que se establezca una sociedad con
autonomía e independencia alejando del espacio social a estos
jerarcas que manipulan a otros que ven en ellos una salida fácil de
sus necesidades.
La sociedad no tiene conciencia individual ni de grupo si vive
dependiendo del presupuesto que da el establecimiento, ese
presupuesto se origina de los impuestos que ello recoge y reparten
una mínima parte para
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cubrir las necesidades básicas de esa sociedad
que los ha elegido. Por eso se apresuran a gastarlo y no generar un superávit
como lo haría una sociedad autónoma e independiente.
LA DIGNIDAD POR UN ROLEX
Crónica # 854
GUSTAVO ALVAREZ GARDEAZÁBAL
https:
//www.youtube.com/watch?v=KKKkydqMaJY
Grotesco, aunque de todas maneras fellinesco el espectáculo que
desde el Perú le dan al mundo. No ha sido tan resaltado porque la
matazón de Palestina recrudece y la venganza de Netanyahu llena de
brumas el futuro.
Pero fue y de qué manera. Ante las cámaras de televisión unos
agentes del ministerio público, o de una gendarmería paralela, vaya
uno a saber las diferencias, tumbaron a golpes de mazo la puerta
principal de la residencia particular de la presidente del Perú para
dizque realizar un allanamiento y tratar de encontrar un par de
relojes marca Rolex, que la presidente ha exhibido en su pulsera en
más de una oportunidad cuando pronuncia discursos frente a un
micrófono y las cámaras la enfocan con su reluciente muñeca.
El delito, para los jueces peruanos encabezados por su suprema corte
y seguidos en fila como alpacas andinas por los congresistas, es que
la señora presidente no denunció al posesionarse que esos relojes
existían en su joyero y como tal resulta sospechosa de
enriquecimiento ilícito.
Con ese acto se derrumban muchos conceptos de respeto, se pisotea la
dignidad que concede el cargo de ser presidente y se vuelve a meter
al Perú en el vórtice de un remolino que ha arrastrado varios
presidentes en los últimos años.
Probablemente la escala de valores de los peruanos de hoy es muy
diferente a la existente cuando el inca Manco Capac estaba al mando
o acaso sea una repetición del maldito gen del derrocamiento de los
jefes de estado que se volvió costumbre en tiempos precolombinos y
modelo incómodo en el Perú de hoy.
Ridículo a más no poder el episodio cualquiera que hubiese sido la
actitud o culpabilidad de la presidente, o la pasividad de su
abogado y de su hijo presentes en la inusual diligencia judicial.
Por un par de Rolex, que de pronto hasta chiviados son, no se tumba
la puerta de la casa de la primera mandataria de un país. El respeto
va de brazo con la dignidad. Pobre Perú, que retroceso ha pegado .Y
con lo bien que iban.
El Porce, abril 6 del 3024
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