EDITORIAL
Personajes o lectores
¿En dónde hemos estado?
¿Mientras nuestro país se volvió un libro lleno de historias de terror? Un libro
que contiene la mayor perversión del hombre, sumamente altanero y cambiante, en
donde los asesinos reciben la gracia de Dios y se transforman en gestores de paz,
y los famosos impulsores de la paz resultan ser los inversionistas de las
grandes masacres.
¿En dónde hemos estado cuando se le otorga el poder a alguien afectado no por
sus conocimientos sino porque se le tiene una deuda social o por simple
demagogia? En efecto, no sabemos dónde hemos estado y mucho menos sabemos dónde
nos encontramos en la actualidad.
La actualidad se presenta con tanta furia y desolación que sólo nos queda
representar la imagen Hobbesiana del terror, una imagen en donde “cualquiera
tiene la libertad de hacernos daño” claramente cualquiera con más libertad que
nosotros. Ahora, se fortalecen los discursos de odio y se fortalecen los
espacios de adoctrinar y fomentar la estupidez.
¿De qué sirve estudiar en una actualidad como esta? Este libro, el libro llamado
Colombia es la distopía de género policial que más entrecruzadas tiene, seguro
Macedonia, Borges, Vázquez, Piglia, entre muchos otros, se quitarán el sombrero
al ver el cambio tan brusco que los personajes llegan a tener, personajes que
solo hacen más que sorprendernos por tan escatológica obra de la cual hacen
parte.
Sí, esta es nuestra
Colombia un país en donde asesinan, amenazan, amedrentan a líderes sociales o
mejor aún en donde trabajadores públicos tienen muchísimas investigaciones por
delitos que dañan a la sociedad colombiana y aun así a nadie le importa, sabemos
que debemos desconfiar pero no nos importa, siempre y cuando la selección genere
buenos puntos para el mundial, seguro el mundial nos unirá de nuevo. Sin
embargo, cuando Colombia juegue y clasifique lo único que encontraremos a
nuestros costados será la ausencia de todos aquellos que fortalecieron los
personajes de esta terrorífica obra con sus muertes o desapariciones.
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El engaño y la mentira son más destructivos que una epidemia viral
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Grandes
instituciones se han edificado a través del engaño y la mentira.
Porque una mentira bien contada permanece anidada como una verdad
hasta que el inocente la descubre. Esto ha sido tradición desde el
comienzo de las civilizaciones como herramientas para perpetuarse en
el poder.
La mediocridad es una condición muy abundante en nuestros días.
Porque se han superado etapas en el entendimiento humano donde el
inocente es movido por las cosas básicas para subsistir sin causar
daño en su entorno. Y ser mediocre es una condición que se da en la
naturaleza de quienes creen que a través de esta actitud van a estar
en superior condición que el resto de la humanidad.
El engaño nace por la insuficiencia de capacidades para poder
movilizarse en un mundo competitivo y este individuo busca esta
paradoja para impresionar y hacer presencia donde él no tiene el
poder para enfrentar la realidad. Ese engaño establece una mentira
que crea otros engaños y mentiras que van creciendo hasta que no se
puede sostener.
Las sociedades no son homogéneas a pesar que tienen una
idiosincrasia que los hace mover como una familia. Dentro de ellas
hay multitud de opiniones e ideas que se entrelazan, aunque no sean
las mismas, y esto hace que el grupo social se mantenga unido a
pesar que no todos piensan igual.
El engaño y la mentira viven dentro de la sociedad porque ellas son
las tenazas que mantienen al grupo social alerta y unido para no ser
engañado a pesar que siempre este presente esta arma de doble filo.
Esto es como un virus, que aparece en el momento menos pensado y
sacude a toda la sociedad causando todo tipo de estragos.
Hoy en día se está viviendo esta oleada de engaños y mentiras que
vienen de diferentes frentes en Colombia, y no solo en este país
sino en USA donde el Sr Trump pierde sus estribos mentales y se
enfrenta a innumerables demandas judiciales.
Los acuerdos con el ELN, la arremetida de grupos al margen de la
Ley, las intervenciones públicas a diferentes Entidades Prestadoras
de Salud (EPS), y todo ese trasfondo político que se está viviendo,
crean un malestar que no deja espacio para manejar la cosa pública
como verdaderamente se debería manejar. Profesionalmente.
No es fácil manejar un país tan complejo como lo es Colombia, donde
los dos extremos no tienen nada que ver el uno como el otro. Donde
todo está por hacer a pesar de sus más de doscientos años de vida
republicana. Donde lo que produce dinero no le ponen atención y se
vende la materia prima para que otros la transformen y la regresen a
precios altos.
Este es un país que necesita que sus gentes revisen la agenda o la
bitácora de |
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ruta para
saber hacia donde realmente van sin engañarse y mentirse. Van más de
70 años de confrontación entre los mismos. Es un país con billones
de dólares escondidos en caletas que solo benefician a los Estados
Unidos y los colombianos siguen esperando las remesas del norte o
Europa.
Mientras sigan centralizados
los poderes administrativos se seguirán mintiendo y engañando los unos y los
otros.
URIBE YA NO CORCOVEA
Crónica # 859
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
ttps://www.youtube.com/watch?v=TnaCwl9zGFc
El juicio al que ha sido convocado el expresidente Álvaro Uribe tiene tanto de
largo como de ancho. Y, por la calidad histórica del implicado, se presta para
cualquiera de las muchas interpretaciones que se le han dado desde cuando se
conoció la noticia.
Lo estrambótico empero es que la opinión pública, que durante los 8 años de
mandato siempre apoyó mayoritariamente a Uribe, ahora se haya enmudecido y, lo
que puede ser peor para quienes manejan la historia patria como una página de
los cuentos de Blancanieves, que no puede resultar algo más significativo que la
actitud sumisa y timorata de los congresistas, diputados y concejales uribistas
ante la magnitud de lo que sus enemigos han logrado y de lo que finalmente se
pretende.
Uribe gobernó a Colombia, para bien o para mal, en un momento crítico de la vida
nacional. Como tal dejó recuerdos gratos y entusiasmadores entre quienes
pudieron recuperar sus vidas y perdieron el miedo, pero también dejó marcas
indelebles que la historia no le perdonará, como la de los falsos positivos.
De ese amasijo de odios y amores, de aciertos y equivocaciones podría haber
salido una figura que impusiera respeto y fuera trepada al pedestal de la
gloria.
Pero acaso por sus genes derivados de los Vélez, avaros hasta consigo mismos, el
expresidente Uribe no se retiró al lado de sus caballos y de sus vacas, ni mucho
menos tomó distancia desde el Ubérrimo o desde la Patagonia con los episodios
menudos y quizás menos importantes que los por él vividos.
De ese ajetreo más miserable que heroico. Aupado por una camarilla de áulicos
que necesitaban seguir mamando del Estado y de la esperanza de recuperar el
poder, Uribe se metió con la menuda y se dejó manosear.
Con ímpetus lejanos del astuto hombre que fue presidente dos veces, se dejó
adornar con la posibilidad del desquite jurídico y terminó enredado en sus
propias argucias sin poder corcovear como sus amados caballos.
El Porce, abril 13 del 2024 |