Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.263-853

Fecha: Domingo 19-05-2024

 

EDITORIAL

 

Lo que el mejor vivir escupió
 

Violencia, violencia y más violencia - no parecemos los seres racionales que decimos que somos-. El mundo se encuentra en candela, golpes de estado, protestas, guerras y demás escenarios que resultan hilarantes para la sociedad de la vida.

Se presume que este siglo es el de la vida, es decir una sociedad que protege el buen vivir, en la medida que la vida ya está garantizada, ¿Estamos seguros de esta afirmación? ¿Podemos afirmar que nuestra vida es algo seguro? Desde nuestra perspectiva tal afirmación es una falacia, el deseo de un buen vivir se tragó el derecho a la vida y lo escupió convirtiéndolo en una condición egocentrista y asesina.

La vida de unos importa más que la del resto. La vida de las personas sin grandes logros o fortunas no son más que datos que un estadista agrupa y le coloca de nombre “fallecimientos” “conteo de fallecidos” y ¿Las vidas de estas personas por qué fue cortada? es la pregunta que nadie se hace, de hecho, el hacerse tal pregunta es una manifestación de la estupidez, puesto que hacerse estas preguntas implica el conocer o mejor aún, hacerse conocer de quien no quieres que sepa ni siquiera tu nombre.

La vida nos dejó de pertenecer, cuando entregamos nuestra libertad, en un primer momento entregamos nuestra libertad en pro de mantener nuestra vida, ahora, sin libertad, ni seguridad, sólo nos queda la angustia, de que unos cuantos no coloquen sus principios morales o deseos de poder, por encima de nosotros, pues de hacerlo que le queda a la sociedad que sólo es un dígito, que no suma ni resta en los estándares de éxito.

Nuestra sociedad ha caído, en el momento en que la importancia de un sujeto se valida a partir del éxito que su sangre haya tenido, que los principios o deseos de unos sean lo suficientemente justificables como para aplicar al asesinato en pro de mantener sus sueños. Como sociedad se ha fallado; en educación, la educación que no les desarrolló el deseo de hacer el bien limpiamente, es decir, una que no implica daños colaterales como la muerte, y dos como cultura fracasó estrepitosamente, en el momento que todos los ciudadanos no fueron incluidos.

 

 

 

 

 

La inocencia esta arruinando a los colombianos



Zahur K. Zapata
zahurklemath@gmail.com

 

Las guerras no las hace el pueblo. Las guerras las generan los que tienen intereses en los bienes ajenos y someten a sus lacayos a pelear por lo que no es de ellos. Esta simbiosis se ha sostenido por siglos sin que los lacayos entiendan que ellos son los perros falderos de los que están en el poder que el lacayo le ha dado.

La sociedad es lacaya de los políticos y ella es inocente de esta situación, porque al carecer esta de independencia intelectual se ve sometida a quienes poseen un poco o más capacidad para discernir sobre asuntos públicos o manejo del bien común. Este fenómeno se viene dando desde los principios cuando el ser humano establece la casa como hogar para su tribu o grupo social.

Hoy, en los albores del siglo 21 de nuestra era, podemos ya distinguir la diferencia de conductas humanas que actúan según sus intereses personales en contravía de la leyes y principios que el Estado establece para sostenerse con los impuestos que la sociedad paga para el bien del establecimiento.

Derrotar el establecimiento como tal, seria una batalla de nunca acabar, porque sus raíces son tan milenarias que cada vez que se arranca la mata, algo queda en la profundidad de la conciencia humana que vuelve a renacer como si fuera un nuevo principio.

Estamos tan acostumbrados de tener líderes, pastores y maestros del malabarismo mágico que nos harán creer que somos seres incapaces de avanzar por nuestros propios medios y que ellos son los que pueden hacer que la vida renazca nuevamente por un acto de fe.

Nuestra vida es solo un espacio, hipotético, que cada uno de nosotros lo vivimos como se nos presenta a cada instante. No podemos predecir el mañana, pero si organizarlo para que sea más fructífero o quizás menos angustioso. Pero eso sí, si no se nos atraviesa una sabandija que nos estropea todo lo ya hecho.

Debemos detenernos un instante, y comenzar a evaluar nuestra propia vida y tomar decisiones sobre nuestro propio bien y de aquellos que dependen de uno. Y no dejar que nos tomen como sus mascotas para ellos beneficiarse de nuestro trabajo y sueños de nuestra existencia.

El camino está por recorrer y solo necesitamos dar un paso para hacerlo corto y cambiar de lugar de donde estamos ahora. Nunca ha sido tarde para alcanzar las metas que cada uno se impone y lograr el objetivo final. 

 

 

 

Qué lee Gardeazabal
 

ESTRICTAMENTE CONFIDENCIAL de Eduardo Santos
Recopilado y comentado por Maryluz Vallejo Mejía
Editado por Intermedio
 


Gustavo Alvarez Gardeazábal


Audio: https://www.youtube.com/watch?v=SvwqqoxtHkw

El mito del doctor Eduardo Santos se ha ido perdiendo con el paso de los años. El que sus herederos hubiesen vendido El Tiempo, desde donde manejó 50 años a Colombia, puede haber ayudado a esa desmemoria.

El cambio de valores de apreciación y comportamiento en Colombia como consecuencia de la Revolución de los Traquetos, también. Pero sobre todo la desaparición de la historia como pensum obligatorio de todos los colegios y escuelas del país, hicieron el resto.

Para que no se olvide su nombre y su estela mitológica no se pierda en el chismerío bogotano que la alimentaba, Maryluz Vallejo ha hecho un impecable y muy aplaudible trabajo estudiando el archivo de la correspondencia que Eduardo Santos mantuvo desde cuando estudiaba en Europa hasta cuando se retiró a su casa de Chapinero a rumiar jubilado su poder y su gloria.

De la lectura que se hace de las pocas piezas escogidas, pero fundamentalmente por los acertados comentarios que a las otras muchas cartas de Santos emitidas en momentos importantes de su vida y de la vida nacional hace Maryluz, se consigue un esbozo biográfico y político del personaje que hemos olvidado.

En sus páginas, entonces, se verifica o nos recuerda que quien mandaba a Colombia desde las páginas de El Tiempo era el esposo de Lorencita Villegas, demasiado elegante para la Colombia de 1930 y que fue con ella que se paseó por New York y por las capitales europeas gastándose con lujo y con placer la mucha plata que el periódico le producía.

Pero no para allí esta escanografía del expresidente. El libro logra comunicar al lector la magia de los silencios de Eduardo Santos o explicarnos la simpleza de sus frases para resumir sapiencia y poder. Es un gran logro de la doctora Vallejo Mejía podernos ayudar a repasar la historia que no se volvió a enseñar pero de la que aprendimos tanto y muchos seguimos aplicando para explicar las vacaslocas de los políticos y gobernantes de hoy.

Por supuesto no lo habría conseguido si ese personajón que fue el doctor Santos, siempre a punto de la pausa, siempre lejos de la algarabía pueblerina, pero nunca meloso ni populista con sus electores, no hubiese dejado la huella escrita que este libro recorre.

El Porce, mayo 19 del 2024

 

 

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Gerente Operativo
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Editor

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Diagramación
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Colaboradores

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Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

 
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