Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur K. Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.291-871

Fecha: Domingo 07-07-2024

 

EDITORIAL

 

 Armonizar el cuerpo y la mente


Día tras día los colombianos predican contradicciones. Algunos hablan de paz, pero no ven nada de malo cuando sus allegados acuden a la violencia, de hecho, la violencia que provocan con sus discursos son mucho más sangrientos que cualquier herida provocada por un acto de violencia. Después de todo estos discursos siempre son los que mueven las acciones. Es de esta manera como las palabras y las acciones nunca logran alojarse en un mismo sentido, de hecho parecen puntos totalmente extremos.

La división entre acciones y palabras genera en sí un gran problema para el buen vivir. Después de todo implica que no hemos aprendido a vivir, a que nuestro cuerpo sigue actuando por formas irracionales y no por prototipos de la razón, entonces si la razón no es la que mueve nuestro cuerpo ¿qué papel juega la razón? Ninguno, la razón ha dejado de pensarse, ahora sólo funciona como un recepcionista de memorias, pero nunca, como alterador de aquello que nos es ofrecido por la tradición. Que la razón sea utilizada para recordar y no para pensar implica que el mundo ha dejado de desarrollarse, se ha detenido y ha dejado que otros piensen por ellos, lo que en sí lo hace entrar en contradicción entre lo en verdad desean lograr y la recta razón que es proporcionada por las grandes estructuras.

Cuando el ciudadano colombiano sea capaz de poner en dudas la recta razón y se asque del sentido común, es allí en donde el cambio se mostrará con fuerza, es allí en donde la conciencia del ser humano sobre sí mismo logrará entender que su modo de ser en el mundo, proviene de su conciencia en el mismo, y este modo de ser en el mundo nunca es en solitario, ni mucho menos ser subordinado, sino que se es con el otro, sin por ello perder la autonomía.

Cuando la autonomía llega el ser humano se proyecta sin contradicción, sus acciones y palabras son un retrato de lo mismo, sus acciones se tornan muchísimo más efectivas, y es en la efectividad en donde las dificultades son posiblemente solucionables, sin contradicciones entre lo que se piensa inconscientemente y lo que se lleva a cabo.

 

 

 

 

 

El Estado Polimano es una sociedad dueña de la nación

 

 

Por: Zahur Klemath Zapata

zapatazahurk@gmail.com  

 

El sinónimo de corrupción es democracia y el común de la gente no lo percibe porque la palabra viene del griego y el latín y ellas en su tiempo eran una expresión máxima en la vida social, porque ellos tenían otros valores sociales y una idiosincrasia que no se ajusta a la que tenemos hoy en día por la evolución tecnológica y genética.

En sus comienzos, los griegos y romanos fueron naciones que representaban lo máximo de una sociedad frente a la condición primitiva que eran sus habitantes en relación a nuestra actual sociedad. Ellos a pesar de haber desarrollado una arquitectura y un modo de vida que hoy hemos superado, aún usamos sus conocimientos y avances arquitectónicos porque son principios de la armonía del universo.

Hoy estamos a miles de años en evolución intelectual y genética, nuestro entendimiento va más allá del que ellos tenían a pesar que gran parte de nuestra sociedad ha evolucionado tardíamente. Y no pueden actuar con la libertad a la que actúa una persona que es dueña de si y de su accionar intelectual.

Cuando el intelecto del ser humano le permita entender y racionalizar los hechos presentes, este individuo que tiene esa capacidad intelectual, puede representarse a sí mismo y actuar bajo un libre albedrío sin hacer daño a su entorno y a sus semejantes. A su vez no necesita de un líder o un gobernante para que gobierne su medio y lo obligue a tributar para sostener a quien ha elegido y lo convierta en una cosa del Estado durante el periodo del cual fue elegido el gobernante. Y solo regresando a su condición natural durante el periodo previo a la nueva elección de gobernantes.

 

Durante este periodo de transición, es cuando el individuo tiene la libertad de decidir, si continuar o revocar esos mandatos, negándole el voto a los presuntos candidatos votando en blanco y comenzar a establecer el Estado Polimano que es el que si lo representará frente al establecimiento y le protege sus intereses como ciudadano libre.

 

Continuar bajo un sistema democrático, es amparar las diferentes formas de corrupción, el crimen organizado y demás enfermedades que éste crea para poder subsistir.

 

El voto en blanco bien direccionado puede eliminar todas las malas prácticas que la democracia crea. Hay que organizar grupos de apoyo en todo el territorio nacional, descentralizando el poder y entregándolo a la sociedad a través de juntas locales para que nombren un Polimano que será el representante ante los bienes del Estado y este pueda ser repartido equitativamente en todas las dependencias de desarrollo y
 

 

 

bienestar de la nación.

 

Si el voto en blanco gana con una mayoría de votos, los suficientes que sean necesarios para nombrar senadores, representantes, diputados o concejales. Esos votos no serán para nombrar  representantes al congreso sino para eliminarlos de sus cargos y así establecer un Estado Polimano que represente a los votantes frente al establecimiento y reducir el gasto público y burocrático.

 

Que lee Gardeazábal
Alpe d´Huez

De Ricardo Silva Romero
Editado por Alfaguara

Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:

https://www.youtube.com/watch?v=A8FL3BJEnr4

La novela experimental en Colombia hacía días que no se veía. Ricardo Silva Romero, el mesurado y sufrido columnista de El Tiempo, que había intentado en el pasado acercarse tímidamente a variantes posibles de la narrativa lo ha logrado paradójicamente con este libro, tan pero tan colombiano, pero sobre la carrera de ciclismo más universal, el Tour de Francia.

El tema central es la hazaña de Lucho Herrera, el ciclista nuestro que subía cuestas con la misma facilidad con que los viejos sabemos rodar loma abajo, cuando ganó la etapa reina de ese certamen, en la cima de Alpe d´Huez, el 16 de julio de 1984, hace 40 años.

La narración está montada como si el autor llevará una cámara para filmar a los actores principales del episodio, el ciclista Herrera, un par de locutores que transmitían con técnicas prehistóricas desde la carretera para el Grupo Radial Colombiano, usando hasta teléfonos públicos de moneda, un ciclista holandés a punto de retirarse y, obviamente los dos grandes derrotados de aquél día, Bernard Hinault y Laurent Fignon.

Sobre ellos construye una trama tan apasionante como lo fue esa carrera para millones de colombianos que nos paralizamos viendo al de Fusagasugá ganarse lo imposible y le resulta una novela cojonuda aunque solo la puedan entender los colombianos que vibramos entonces (y ahora muchos todavía) por nuestros ciclistas.

Es una novela novedosa, salpicada de la poesía filosófica del agradable columnista de los viernes en El Tiempo. Obviamente la prolonga quizás en demasía con historias paralelas poco interesantes, pero mientras mancha de humanidad común y corriente a sus personajes consigue momentos de apoteosis transcribiendo las narraciones de los locutores en plena carretera.

Leerla es revisar un mito moderno colombiano que a los muchachos de ahora poco o nada les interesa y a muchos mayores de 40 años no les gusta recordar porque se sienten viejos. Es una novela para aplaudir. Es la demostración de que los historiadores narran lo vivido y a los novelistas nos corresponde mitificar las hazañas.
 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
Laurie Agront

Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro

 

   

Diagramación
María  Molina

 

Soporte Tecnológico
Aurooj Ali Khan

Nadeem Khan

Jawaad Malik

 

Colaboradores

Jotamario Arbeláez
Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

 
Edgar Cabezas

Gongpa Rabsel Rinpoché

Guillermo Navarrete Hernández
Iván Pulido

Teresa Pardo

Agustin Perozo
CONTACTO
Tel. (57) 606-348 6207
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