EDITORIAL
Sobre la
violencia citadina
Entonces al hijo de doña consuelo lo asesinó el hijo del duro, pero,
“no se puede decir mucho porque es el hijo del duro y eso es para
más problemas”. En el salón de clases los pseudo firmas; hijos,
hermanos y con cualquier tipo de relación con algún maleante eran
intocables, generaban un ambiente tan denso que simplemente se
tornaba imposible desarrollar cualquier tipo de personalidad que les
disgustara, porque implicaba que a la salida del colegio tendrías
que tenderte en duelo con estos sujetos, siempre ante la angustia
que ninguno de sus amiguitos se metiera a la pelea y con ello te
llevarás una puñalada porque simplemente le tocaste el orgullo a
quien no debia.
Este constante temor lleva a la gran mayoría de jóvenes de los
barrios "calientes" a la necesidad encontrar un grupo que estuviera
dispuesto a todo por ellos. Entre tanto, el consumo de sustancias,
las peleas sin sentido se vuelven algo cotidiano, después de todo no
te puedes dejar de nadie, porque sino - prepárate para un capitulo
de tu vida que querrás olvidar por siempre-
Siempre se ha escuchado que la violencia sólo se siente en las
veredas o pueblitos de Colombia. Pero, nunca se habla de las micro
violencias que se dan en las ciudades, la forma en que los jóvenes
de nuestra generación han sido tan dañados que se vuelven adultos
inseguros, temerosos o en su contrario soberbios y dispuestos a
morir cuando sea necesario.
La distinción que se hace entre el campo y la ciudad siempre otorga
al campo el puesto de violentado, más esto es sólo una falacia,
después de todo la violencia que viven los ocupantes de la gran
ciudad es tan detallada y sugestiva que simplemente todos lo saben
pero nadie dice o hace algo, porque la maldad ha estado tan
establecida que simplemente hablar es en sí en inicio de una cacería
a este sujeto.
Sin embargo, si se conoce todo lo que permea a los sujetos de la
ciudad porque las ayudas siempre son tan ineficientes, desiguales y
discriminatorias. Por ejemplo se intenta generar cultura con clases
gratuitas de arte, actuación, música, lectura, deporte etc… Pero,
los sujetos que más necesitan estos espacios, no tienen dinero para
trasladarse hasta los lugares donde dan estas clases o no tienen
para comprar el instrumento o simplemente los padres de estos
jóvenes no tienen tiempo o dinero para llevarlos hasta los grupos de
estudio- después de todo el transporte es un lujo que no todas las
familias pueden satisfacer, aunque también existen quienes llegan a
estos barrios, pero de la misma forma que llegan deben retirarse
porque al duro le parece que “ da mucho visaje ese evento” en la
medida que para hacer algo en ciertos barrios o comunas, es
necesario pedirle permiso al duro, a no ser que se hable con el
líder de la comuna el cual en la mayoría de ocasiones desea incluir
su línea política en el acto comunitario.
Esta es sólo la superficie de aquello que la ciudad vive, y que se
debe concientizar puesto que de seguir así sólo nos espera un futuro,
en donde ya el problema no sea el campo sino la misma ciudad, ya que
tantas micro violencias, pueden generar un monstruo tan grande que
pueda representar la idea misma de violencia y maldad.
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Cada
experiencia es una aventura que se perdura
Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
Todos los días
estamos expuestos a situaciones que solo se viven en ese instante.
Muchas veces presentimos el futuro como algo vivido y lo ignoramos
porque no le ponemos atención a ese presentimiento que nos llega
como algo natural y desaparece igual como llega.
Desde la antigüedad siempre se han buscado explicaciones a esos
sentimientos y Freud escudriñó en el pasado y presente de las
personas y todo quedó como algo psíquico. Hoy la genética nos puede
explicar con mayor sabiduría lo que realmente nos está pasando y
transformar ese pasado en un futuro dentro de una realidad que ya se
puede palpar.
Nuestra experiencia tiene un valor que solo el que la ha vivido
puede darle el verdadero sentido de lo vivido y evitar a futuro
descalabros que los novatos viven. Nuestra experiencia social se
vuelve colectiva y esos recuerdos se van acumulando y van creando
una costra mental que se va refinando de generación a generación y
de repente sin el mayor esfuerzo como una sola unidad todos salen al
rescate del futuro social.
Los colombianos no son ajenos a su historia, y ella está ahí
cincelada de generación a generación y esas vivencias, aunque en
silencio van saliendo a debatirse frente aquellos que hacen caso
omiso a la historia nacional. Estos enfrentamientos son normales
porque cada uno está seguro de sí y lucha hasta el final hasta que
se demuestre lo contrario. El problema es que al estar atrapada la
sociedad ya no se puede hacer casi nada para salvar la situación.
Los viejos que maduraron bajo los signos de libertad, educados y
pensantes son más cautos en momentos cuando la juventud y los que
han vivido oprimidos se lanzan a la lucha para alcanzar todos esos
espacios que no han tenido y se les ha negado por todo tipo de
circunstancias. Históricamente se pueden ver ejemplos y estados
donde el proceso de crecimiento se detiene y dentro de ese estado
solo una minoría vive complacida por estar dentro del círculo de
gobierno.
La experiencia es la fuente del futuro y sin esa cadena no
estaríamos aquí como seres humanos o como un universo nacido de su
propia evolución.
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ME ALCANZÓ EL DOMINGO
Crónica # 921
Gustavo Alvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.youtube.com/watch?v=H3qyEOD0d_E
Para quienes nos enseñaron bajo férrea disciplina que no podíamos
perder el tiempo y divertirse podría resultar tan costoso que hasta
pecado sería, no estaba contemplado que viviera a mis 79 años un
domingo tan lleno de alegría por cuenta de otros como el que viví
ayer.
Al mismo tiempo que me tomaba mis menjurjes en ayunas para dizque
calmar los males hepáticos y cuando apenas iba a servirme el café de
altura de la Heredad Correa, que todavía saboreo cada mañana, ya
tenía prendido la tv y estaba contemplando el transcurrir de la
etapa 15 del Tour de Francia donde la grosera superioridad de Podja
Car minimizaba la ya menguada cuota de escarabajos.
Pero como el modesto Santiago Buitrago arañaba llegar al top ten y
lo fue logrando muy difícilmente, preferí turnar como abuelo gomoso
al tenis y aun cuando no he podido entender cómo se maneja
puntuación, me dejé contagiar como el adolescente octogenario y vi
por pedazos el singular partido del muchacho español Alcaraz, un
pelado tan común y corriente, ganándose por segunda vez el Wimbledon
en presencia de la muy enflaquecida pero todavía vital Princesa de
Gales sobreviviente de la quimio.
Cuando ambos terminaron llegó la prensa dominical que me traen desde
Tuluá y aunque los periódicos cada vez están más flácidos por falta
de pauta que los alimente, leí a mis columnistas preferidos y a los
que no me gustan también para poder saltar a la pantalla de
computador, buscando a trancazos quien me diera el parte médico
sobre la oreja agujereada de Trump.
Cuando terminé de no encontrar nada, ya era la hora de ponerme en
estado alelado a ver la final de la Copa Europa y contagiarme del
frenesí del gol de mi pariente Oyarzábal de tal manera que como no
pude volver a beber me tocó, a palo seco y por Direct Tv ver el
insufrible partido de Argentina con Colombia.
Me alcanzó el domingo hasta para hacerme sentir patriota derrotado.
El Porce, julio 16 del 2024 |