Pereira, Colombia - Edición: 13.332-912

Fecha: Martes 17-09-2024

 

TECNOLOGÍA

 

-15

 

Pastos marinos: Los guardianes olvidados contra el cambio climático

 

 

Bajo el océano, existe un ecosistema que lucha contra el cambio climático de manera silenciosa y eficiente: los pastos marinos. Estos organismos subacuáticos son capaces de sepultar grandes cantidades de dióxido de carbono (CO2) y reducir la erosión causada por las olas, contribuyendo significativamente a la mitigación del cambio climático. Sin embargo, a pesar de su importancia, los pastos marinos son uno de los ecosistemas más ignorados y amenazados del planeta. Desde finales del siglo XIX, se estima que el mundo ha perdido un 29% de estos ecosistemas, lo que representa una gran pérdida para el equilibrio ambiental.

Tania Cota Lucero, investigadora mexicana, ha dedicado su carrera a estudiar los pastos marinos debido a esta paradójica situación. Según Cota, por cada diez trabajos académicos sobre manglares y por cada cien sobre corales, se realiza solo uno sobre praderas marinas. Este desconocimiento dificulta su protección y conservación. Los pastos marinos, a menudo confundidos con algas, son en realidad plantas complejas que poseen hojas, rizomas, raíces y flores. Pueden reproducirse a través de la polinización o mediante clonación. Estos organismos se adaptan a una variedad de hábitats submarinos, desde sitios fangosos hasta áreas rocosas o cubiertas de fragmentos de conchas. Se han identificado entre 60 y 72 especies de pastos marinos en todo el mundo, de las cuales 22 están en la Lista Roja de especies amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (IUCN).

 

 

A pesar de su desconocimiento, las praderas de pastos marinos son fundamentales para la biodiversidad marina. Albergan tanto organismos residentes como visitantes temporales, y juegan un papel crucial en la pesca comercial, al proporcionar un hábitat de cría y refugio para una quinta parte de las 25 principales pesquerías del mundo. Además, al estar ubicadas en la intersección entre los mundos oceánico y terrestre, estas praderas reducen el impacto de las tormentas intensas, absorbiendo hasta el 70% de la energía de las olas, lo que ayuda a prevenir la erosión costera. También actúan como
 

 

 

filtros de agua, impidiendo que contaminantes, como aguas residuales, lleguen al océano.

 

El potencial de los pastos marinos para almacenar carbono es conocido como "carbono azul", y su capacidad de capturar CO2 a través de la fotosíntesis los convierte en actores clave en la lucha contra el cambio climático. Junto con los manglares y las marismas, los pastos marinos almacenan más carbono por hectárea que muchos ecosistemas terrestres, incluidos los bosques tropicales. Los pastos marinos no solo capturan CO2, sino que lo sepultan en el sedimento, donde, debido a las bajas concentraciones de oxígeno, la materia orgánica se descompone lentamente, lo que permite que el carbono quede almacenado durante décadas o incluso milenios.

Un informe publicado en 2020 por el Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y GRID-Arendal estimó que existen alrededor de 300,000 kilómetros cuadrados de praderas marinas en todo el mundo, aunque es probable que la cobertura real sea mayor. La iniciativa Blue Carbon, por su parte, señala que, aunque las praderas marinas cubren menos del 0.2% de los océanos, capturan entre el 10% y el 18% del carbono que se entierra en los sedimentos oceánicos cada año. Junto con otros ecosistemas marinos, representan la mitad del carbono almacenado en los océanos.

Sin embargo, el futuro de los pastos marinos está en riesgo debido al aumento de la temperatura global. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC), si la temperatura media mundial aumenta 1.5 °C por encima de los niveles preindustriales, muchas praderas marinas podrían desaparecer, lo que liberaría el carbono almacenado en ellas y contribuiría aún más al calentamiento global. La pérdida de estos ecosistemas no solo comprometería la captura de carbono, sino que también tendría graves consecuencias para la seguridad alimentaria y la protección de las costas.

A pesar de su importancia, aún se conoce poco sobre la extensión y el estado de conservación de muchas praderas marinas. La investigadora Tania Cota señala que, para comprender mejor su capacidad de almacenamiento de carbono, es necesario conocer la fuente del carbono que capturan, así como la cantidad y la velocidad de su captura. En su laboratorio, Cota analiza muestras de sedimentos para determinar el porcentaje de carbono y utiliza isótopos estables para rastrear su origen. También emplea técnicas de radiocronología para medir la velocidad de acumulación del carbono. Su investigación en el sur de México ha logrado recolectar muestras de hasta un metro de profundidad, pero aún queda mucho por hacer para cuantificar el papel exacto de los pastos marinos en la mitigación del cambio climático.
 

En términos de protección, los pastos marinos han sido marginados en comparación con otros ecosistemas marinos. Solo una cuarta parte de las praderas marinas están ubicadas en áreas marinas protegidas, en comparación con el 40% y el 43% de los arrecifes de coral y los manglares, respectivamente. Además, los datos sobre la extensión y las reservas de

 

 

 

 

carbono de las praderas marinas son limitados, especialmente en países donde aún se desconoce con precisión la distribución de estos ecosistemas.

 

 

La restauración de praderas marinas es una tarea compleja y costosa. En algunos lugares, como la bahía de Chesapeake en Estados Unidos, se han llevado a cabo proyectos de restauración exitosos. Sin embargo, el IPCC advierte que los costos pueden ser una barrera importante para la implementación de esta medida a gran escala. Según un estudio, restaurar una hectárea de pastos marinos cuesta en promedio 383,672 dólares, lo que limita la viabilidad de estos proyectos en muchas regiones.

A pesar de estos desafíos, la restauración no es la única opción. Proteger las praderas marinas existentes es una estrategia más efectiva y menos costosa. Un informe del Instituto de Recursos Mundiales señala que la conservación de estos ecosistemas tiene un mayor potencial de mitigación que su restauración. Sin embargo, la situación de las praderas varía según la región. En algunas zonas, el calentamiento del océano ya ha afectado su distribución, y la baja capacidad de dispersión de las especies, junto con las enfermedades, aumenta el riesgo de extinción de ciertos pastos marinos.

Los pastos marinos en mal estado son más vulnerables a amenazas como el aumento de aguas residuales no tratadas, que reducen la cantidad de luz que necesitan para realizar la fotosíntesis. En algunos casos, como en Yucatán, México, los florecimientos de algas nocivas han provocado la muerte de grandes extensiones de praderas marinas, y su recuperación puede llevar años. Por ello, la protección y conservación de estos ecosistemas es fundamental para mantener su capacidad de capturar carbono y preservar la biodiversidad marina.

 

 

En conclusión, los pastos marinos son aliados cruciales en la lucha contra el cambio climático, pero su desconocimiento y falta de protección los colocan en una situación de vulnerabilidad. La investigación científica y las políticas de conservación deben centrarse en este ecosistema, cuyo potencial para mitigar el calentamiento global es invaluable. La protección de los pastos marinos no solo es una cuestión ambiental, sino también una prioridad para la seguridad alimentaria y la supervivencia de las costas frente al cambio climático.

 

 

  

 

 

EL IMPARCIAL

Submit

 

 

© El Imparcial Editores S.A.S  |   Contacto 57 606 348 6207  

 

    © 1948-2009 - 2024 - El Imparcial - La idea y concepto de este periódico fue hecho en Online Periodical Format (OPF) que es un Copyright de ZahurK.

    Queda prohibido el uso de este formato e idea (OPF) sin previa autorización escrita de ZahurK