Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur Klemath Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.348-928

Fecha: Martes 15-10-2024

 

EDITORIAL

 

 Armonizar el cuerpo y la mente


Día tras día los colombianos predican contradicciones. Algunos hablan de paz, pero no ven nada de malo cuando sus allegados acuden a la violencia, de hecho, la violencia que provocan con sus discursos son mucho más sangrientos que cualquier herida provocada por un acto de violencia. Después de todo estos discursos siempre son los que mueven las acciones. Es de esta manera como las palabras y las acciones nunca logran alojarse en un mismo sentido, de hecho parecen puntos totalmente extremos.

La división entre acciones y palabras genera en sí un gran problema para el buen vivir. Después de todo implica que no hemos aprendido a vivir, a que nuestro cuerpo sigue actuando por formas irracionales y no por prototipos de la razón, entonces si la razón no es la que mueve nuestro cuerpo ¿qué papel juega la razón? Ninguno, la razón ha dejado de pensarse, ahora sólo funciona como un recepcionista de memorias, pero nunca, como alterador de aquello que nos es ofrecido por la tradición. Que la razón sea utilizada para recordar y no para pensar implica que el mundo ha dejado de desarrollarse, se ha detenido y ha dejado que otros piensen por ellos, lo que en sí lo hace entrar en contradicción entre lo en verdad desean lograr y la recta razón que es proporcionada por las grandes estructuras.

Cuando el ciudadano colombiano sea capaz de poner en dudas la recta razón y se asquee del sentido común, es allí en donde el cambio se mostrará con fuerza, es allí en donde la conciencia del ser humano sobre sí mismo logrará entender que su modo de ser en el mundo, proviene de su conciencia en el mismo, y este modo de ser en el mundo nunca es en solitario, ni mucho menos ser subordinado, sino que se es con el otro, sin por ello perder la autonomía.

Cuando la autonomía llega el ser humano se proyecta sin contradicción, sus acciones y palabras son un retrato de lo mismo, sus acciones se tornan muchísimo más efectivas, y es en la efectividad en donde las dificultades son posiblemente solucionables, sin contradicciones entre lo que se piensa inconscientemente y lo que se lleva a cabo.

 

 

 

Colombia un país de periodistas chismosos


Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com


En la historia antigua encontramos varios pasajes y libros donde el chisme es el epicentro de hechos que son cuentos sobre cosas irreales de personajes. Hasta nuestros días esta práctica se ha mantenido para crear ideas contrarias a la realidad. En USA hay revistas especializadas en esta materia y son las más vendidas.

Hay un público adicto a estas lecturas que por lo general son personas de un nivel educacional muy precario. Esto alimenta su vacío intelectual y hacen parte de un electorado de seguidores de políticos puritanos.

Todos los días recibo videos de personas con apariencia educada que hablan como si fueran a inspirar a sus oyentes a que se santifiquen y condenen a quienes consideran que son malos y ellos son los salvadores de una realidad que no conocen.

Hablan porque alguien les dijo esto, o porque trabajan para un medio enemigo del gobernante y hay que fuetear para que se moleste y así el show tenga más audiencia.

Lo que no han entendido es que la realidad va por otro lado y los chismes siempre serán chismes porque no representan la verdad de los hechos. Lo que hay que entender es que Colombia tiene una fiscalía que atiende los problemas de corrupción y crímenes, buena o mala, pero existe este organismo que vigila para que las cosas funcionen como deben ser y las malas sean corregidas, no por el chisme de un periodista o de alguien que escribe sandeces para llamar la atención.

Cuando enjuiciaron a Richard Nixon por el Watergate Hotel, no fue por un chisme, fue una nota de diez líneas que se publicó en el Washington Post y que luego dos periodistas le hicieron seguimiento basados en hechos reales y el presidente Nixon mintió sobre lo que pasó.

La seriedad y profesionalismo en la información es la que marca la historia. No es el chisme periodístico y los comentarios llenos de veneno los que van a cambiar la ruta que un presidente ha tomado.

Lo que era una gran nación conformada en varios territorios es hoy una colcha hecha de retazos donde viven millones de seres engañados por la mala información de medios de comunicación mal manejados y sin sentido de patria.

A ellos solo les interesa lo personal,

 

 

 

 lo familiar. Por eso existen los estratos sociales, la clase alta y los miserables. De esta forma no hay una nación, hay una república bananera donde los miserables son los que controlan todo y el resto vive de su trabajo.

Si los colombianos no asumen el poder de su autonomía continuarán siendo de estratos en manos de los que manejan la cosa pública.

 

Qué lee Gardeazábal

 



Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

Reseña de Los Niños del Amazonas
De Daniel Coronell
Editado por Aguilar

Audio: https://www.youtube.com/watch?v=GHcWeNB54uM


En Colombia vivimos la noticia mientras podemos especular con ella y la prolongamos al máximo hasta cuando seamos capaces de controvertirla. Eso nos sucedió con los niños perdidos en el accidente aéreo de las inmediaciones de Araracuara. Mientras el país estuvo expectante y los noticieros y algunos diarios colombianos y del extranjero enviaron corresponsales para mantenernos al tanto, la noticia, contada a cuenta gotas la mayoría de las veces, imaginada las otras, alentó los temas de muchas comidas familiares o de cualquier tipo de reuniones. Por ese seguimiento supusimos muchas cosas, especulamos otras pero conocimos algunos personajes memorables como el General Pedro Sánchez o como el nada recomendable papá de las criaturas.

Para que no se olvide la noticia, Daniel Coronell, dando una señora cátedra de periodismo investigativo, publicó un libro donde revela, desde su prisma múltiple de visión todos los ingredientes de esa hazaña de novela. El texto es agradable y para un país desmemoriado como el nuestro, resulta apenas que indispensable. Pero quizás porque está elaborado más para ser usado como libreto de una gran película y no como una narración diversa entrelazada con intención, los lectores ya lo están olvidando tanto más rápido que la tragedia vivida por esos niños.

Y como ante el fallo de tutela emitido por el juez Anyelo Mauricio Acosta, las ediciones futuras del libro quedarán sin los nombres y circunstancias familiares intimas de los menores, que son fundamentales para entender el contexto, lo más probable es que el libro que alcanzamos a adquirir resulte ser solo un recuerdo, o un fugaz esfuerzo o un incunable y no el ejemplo de cómo se hace una investigación periodística con calidad y con altura, como lo logra Daniel Coronell en este libro, tan cercano a lo inverosímil pero tan real al final de cuentas, así el juez Anyelo haya ordenado mutilarlo para proteger a los menores de edad actores principales de él.

 

 

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Editor

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Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

 
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