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es el cometa Encke, uno
de los objetos más cercanos al Sol que se conocen.
El encanto fugaz de los cometas en el cielo nocturno
La frecuencia con la que los cometas se vuelven visibles desde la Tierra es
variable, y algunos años ofrecen mejores oportunidades de observación que otros.
Karl Battams destaca que en épocas preindustriales, cuando la contaminación
lumínica no afectaba la visibilidad, la aparición de estos cuerpos celestes en
el cielo nocturno debió de ser una experiencia sobrecogedora y, en muchos casos,
motivo de asombro y temor. Los cometas han sido una fuente de fascinación a lo
largo de la historia, y este último evento del “Cometa de Halloween” reitera el
valor y la belleza de estos fenómenos astronómicos tan poco frecuentes.
SOHO: el observador silencioso del Sol
El Observatorio Solar y Heliosférico ha jugado un papel fundamental en el
registro de cometas que orbitan cerca del Sol. Lanzado en 1995, SOHO fue
diseñado inicialmente para estudiar el Sol y su atmósfera, pero su misión se
amplió para incluir la observación de estos “visitantes” celestes que, como el
C/2024 S1, se aventuran demasiado cerca de nuestra estrella. Equipado con
cámaras y telescopios avanzados, SOHO ha captado más de 4,000 cometas, y su
capacidad para monitorear la actividad solar y sus efectos en los objetos
cercanos es una herramienta invaluable para la astronomía moderna.
Un recordatorio del poder del Sol
El caso del “Cometa de Halloween” ilustra no solo la belleza efímera de estos
objetos astronómicos, sino también el poder y la influencia de nuestra estrella.
La atracción gravitacional del Sol y su intensa radiación destruyeron un cometa
que apenas unos días antes fue descubierto y bautizado. Así, el C/2024 S1 se une
a la lista de cometas fugaces que se desvanecen al enfrentar las fuerzas
descomunales de la estrella que ilumina nuestro sistema solar, recordándonos la
escala y la dinámica incontrolable de los fenómenos cósmicos.
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El cometa C/2024 S1, apodado el "Cometa de Halloween", se convirtió
en el protagonista de una impactante escena astronómica al acercarse
a su destino final en las proximidades del Sol. Este fenómeno fue
captado en vivo por el Observatorio Solar y Heliosférico (SOHO), una
misión conjunta de la NASA y la Agencia Espacial Europea (ESA), que
permitió a los astrónomos y al público observar los momentos finales
de este cometa, antes de que se desintegrara por completo debido a
las extremas condiciones solares.
Un descubrimiento fugaz
El cometa fue detectado por primera vez el 27 de septiembre de 2024
mediante el Sistema de Última Alerta de Impacto Terrestre de
Asteroides (ATLAS) en Hawái, un sistema especializado en monitorear
objetos que puedan representar un riesgo para la Tierra. Sin
embargo, a pesar de su aparición reciente, el cometa C/2024 S1
despertó gran interés debido a su potencial visibilidad en el cielo
nocturno para finales de octubre, lo que le valió el nombre popular
de “Cometa de Halloween”.
Compuesto por una mezcla de hielo, gases congelados y fragmentos
rocosos, este cometa presentó la estructura típica de los cometas "sungrazers"
o rasantes del Sol, una clase de cuerpos celestes que pasan
extremadamente cerca del Sol en sus órbitas. Durante su máxima
aproximación solar, el cometa se ubicó a tan solo 1.367.942
kilómetros de nuestra estrella, una distancia tan reducida que hizo
casi inevitable su destrucción. La fuerza gravitacional y la intensa
radiación solar desintegraron rápidamente al C/2024 S1 en
fragmentos, y posteriormente, en una nube de gas.
Los cometas “sungrazers”: una cita peligrosa con el Sol
Los cometas que desafían la cercanía al Sol rara vez sobreviven a su
perihelio (el punto más cercano en su órbita al Sol). De hecho,
según explicó Karl Battams, director del Proyecto Sungrazer de la
NASA, la posibilidad de que estos cometas sobrevivan es
"extremadamente rara". Este proyecto, que involucra la participación
de la ciencia ciudadana para descubrir nuevos cometas, ha registrado
más de 4,000 cometas de tipo sungrazer, pero ninguno ha logrado
sobrevivir intacto después de acercarse tanto al Sol.
Una excepción notable a esta tendencia fue el cometa C/2011 W3,
también conocido como Lovejoy, que en 2011 logró cruzar el perihelio
sin desintegrarse por completo. Este cometa, más grande de lo común,
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registrado en su paso por el Sol con
impresionantes imágenes de SOHO, y su brillantez se convirtió en una referencia
para los cometas de este tipo. Sin embargo, Battams subraya que los cometas de
tamaño suficiente para sobrevivir a tales condiciones extremas son sumamente
escasos.
Otros cometas en el horizonte astronómico
La comunidad astronómica se mantiene atenta a nuevos cometas que puedan ser
visibles sin equipo especializado en los próximos años. Según William Cooke,
jefe de la Oficina de Medio Ambiente de Meteoroides de la NASA, se espera que
tan solo tres cometas, identificados como C/2024 E1, C/2024 G3 y 22P/Kopff,
podrían ser observables a simple vista de aquí a 2030. Este número es
relativamente bajo y subraya la rareza de estos eventos para los observadores
del cielo.
Además, Cooke destaca que, aunque el C/2023 Tsuchinshan-ATLAS fue visible sin
equipo en octubre de 2024, su brillo ha disminuido considerablemente, lo que
ahora exige el uso de binoculares o telescopios para detectarlo. Este cometa,
inicialmente estimado para dar la vuelta al Sol en 80,000 años, podría incluso
tomar una nueva trayectoria que lo aleje por completo de nuestro sistema solar,
según revelan los datos observacionales del 14 de octubre.
¿Podrían estos cometas generar lluvias de meteoros?
Aunque la destrucción de un cometa puede dejar un rastro de escombros en el
espacio, lo que podría desencadenar lluvias de meteoros al entrar en contacto
con la atmósfera de la Tierra, este no es el caso de los cometas C/2023
Tsuchinshan-ATLAS y C/2024 S1. Ambos cuerpos celestes se desintegraron o
modificaron su curso sin pasar lo suficientemente cerca de la órbita terrestre,
según aclaró Cooke. Sin embargo, octubre es una temporada marcada por la lluvia
de meteoros Oriónidas, causada por partículas del famoso
cometa Halley, y las Táuridas del Sur, cuyo cuerpo progenitor |