EDITORIAL
Criando sin filtros
La educación en casa es un ejercicio de ensayo y
error. Se repite constantemente que el hogar debe ser un espacio
seguro, un refugio donde se puedan discutir todos los temas sin
miedo al juicio. Pero, en la práctica, ¿hasta qué punto se está
dispuesto a escuchar, realmente, todo lo que los hijos tienen que
decir?
Muchos padres afirman querer criar individuos críticos y seguros de
sí mismos, pero cuando estos expresan opiniones incómodas, la
reacción suele ser de sorpresa, incluso de alarma. La paradoja es
evidente: se fomenta la libre expresión, siempre y cuando no
incomode demasiado. Se alienta la autonomía de pensamiento, hasta
que las ideas comienzan a desviarse de lo socialmente aceptable. Es
en este punto donde surge la pregunta: ¿qué significa, en realidad,
criar con apertura?
El acceso ilimitado a la información ha cambiado por completo la
manera en que los jóvenes forman su visión del mundo. La familia ya
no es la única fuente de valores o principios; ahora compite con una
avalancha de contenido digital que refuerza ideologías de todo tipo.
Las etiquetas aparecen rápido y, en muchos casos, antes de que el
propio adolescente entienda del todo lo que significa el término que
le han asignado. ¿Es el problema la curiosidad o la falta de
orientación sobre cómo procesar lo que encuentran?
El miedo a que los hijos adopten posturas radicales o problemáticas
es legítimo, pero responder con censura o castigo solo empuja el
pensamiento hacia espacios donde no habrá contradicción ni diálogo.
En el intento de mantener un ambiente de apertura, muchas veces se
cae en una vigilancia silenciosa, esperando el momento en que
aparezca una idea "incorrecta" para corregirla. Pero las ideas no
desaparecen con reprimendas; se fortalecen en la clandestinidad.
Criar con apertura real implica estar dispuesto a escuchar sin
reaccionar desde el miedo. Significa preguntar en lugar de imponer,
entender en lugar de censurar. No se trata de aprobar cada
pensamiento expresado, sino de crear un espacio donde el debate sea
genuino y no un monólogo encubierto.
Los adolescentes atraviesan un proceso de exploración. Algunos
adoptarán posturas extremas solo para probar los límites, otros se
aferrarán a ideologías porque les ofrecen un sentido de pertenencia.
Negar este proceso es ilusorio. Enfrentar ideas incómodas con
información, contexto y cuestionamientos en lugar de etiquetas puede
ser la única forma de que el hogar siga siendo ese refugio seguro
que los padres desean construir.
La verdadera educación no es un conjunto de reglas impuestas, sino
una conversación en desarrollo. Pero para que sea efectiva, primero
hay que estar dispuesto a escuchar, incluso cuando el discurso no
sea el esperado.
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El desempleo una
enfermedad con poca asistencia médica

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com
La era industrial comienza en Inglaterra en 1853 con
la primera máquina tejedora. Por primera vez se emplearon obreros
para desarrollar trabajos de producción masiva. Esta experiencia
cambió la forma de ver el mundo y la economía.
Antes la gente trabajaba por lo básico, techo, comida y vestimenta,
si llegaba algo más era un bendición. Hablando sobre este tema
haríamos tomos sobre este asunto. Marx habló sobre esto y enredó al
mundo con sus teorías y todavía seguimos enfrentados a sus
planteamientos. Lo que sí sabemos es que hemos evolucionado y
estamos un poco más conscientes sobre nuestras obligaciones y
deberes frente a quienes tienen el poder de manipularlo todo.
Un país no evoluciona así no más, todo es circunstancial con un
grado de orientación y ambición de quienes se integran a esa
sociedad. Hoy por hoy juegan muchos elementos y sobre todo el
conocimiento tecnológico y que se puedan reunir ciertos grupos de
personas con diferentes intereses pero con una misma dirección.
A los colombianos no los han educado, ellos se han educado a través
de una lucha constante contra una minoría que se ha creído dueña de
todo. Y hoy en día se ha demostrado que así no funcionan las cosas.
Puedo presentar una cantidad de ejemplos que podrían generar
admiración y otro terror. Pero sin esos personajes Colombia no sería
lo que es hoy en día.
Uno de los grandes problemas que tiene el país es el desempleo, el
rebusque, el sobrevivir el día a día y sin un futuro porque el
establecimiento no está interesado en sus gentes. Es más importante
la corrupción y lo torcido porque piensan que así van a resolver sus
problemas personales. Esto lo que genera es una apatía y una pérdida
de valores sobre lo que realmente se puede alcanzar.
El campo está abandonado porque no hay con quien trabajar, hay una
oferta pero no se puede llenar porque el estado constriñe al
finquero y no le da seguridades para que pueda alcanzar metas
económicas y que la mano de obra sea atractiva para lo que viven las
ciudades.
Si quienes están en la administración pública no revisan y mejoran
las condiciones para que la gente regrese al campo, el problema
existente no va a dar tregua y las ciudades se van a volver pocilgas
donde vivir va a ser toda una odisea.
La comida cada día escasea porque producirla es más costoso que
traerla de países donde el estado se interesa en proteger a sus
gentes y al vender sus productos a quienes no los producen es más
rentable. Las tierras colombianas son aptas para un sinnúmero de
productos que en otros territorios no sería posible
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producirlos. Pero aquí está todo frenado porque quienes están
encargados en organizar la producción en todos los campos están más interesados
en enriquecerse a sabiendas que esa riqueza jamás va a llenar el espacio donde
lo van a enterrar.
TRUMP SE VOLVIÓ MAOISTA
Crónica #1088

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal
Audio:
https://www.spreaker.com/episode/trump-se-volvio-maoista-cronica-1088-de-gardeazabal--65310006
Han pasado 53 años desde que el presidente Nixon visitó a Mao en Pekín y hoy
Estados Unidos va camino de parecerse más a China que China a Estados Unidos.
Lo que pretende Trump es impulsar la producción industrial norteamericana
por el viejo método chino del proteccionismo, el recorte de las libertades y los
derechos civiles, el gobierno autoritario y el pensamiento homogéneo.
Durante décadas, Estados Unidos presionó a China para que abriera sus mercados y
dejara espacio a la iniciativa privada. Se creía que si China era una sociedad
capitalista funcional, acabaría siendo democrática.
Dang y XI, herederos de Mao, demostraron lo que no se esperaban en
Washington: que se podían crear nuevas reglas para las relaciones
internacionales y, en especial, que el capitalismo funciona muy bien fuera de la
democracia.
Que la combinación perfecta es autocracia y capitalismo. Eso es lo que
está haciendo Trump. Así como Xi distorsionó el sistema global de comercio
subvencionando empresas privadas, Trump pretende conseguir lo mismo con los
aranceles y cuando llegue a su meta, que es devaluar el dólar, habrá devaluado
los bonos de deuda gringa en manos chinas y japonesas.
Y en forma igual a como hicieron los chinos cuando ajustaron su moneda,
los gringos van a facilitar el pago de la deuda en términos reales porque el
valor de esos bonos en dólares sería menor.
Repetir empero la filigrana china en USA no es fácil aunque el autócrata gringo
humille a las universidades, restrinja las aperturas liberales, vuelva a
prohibir el aborto y termine atropellando al mundo gay como lo hace con los
inmigrantes.
La tendencia derechista universal vestida de éxitos al estilo chino tiene
eco. El obstáculo para Trump es que detesta la superioridad moral de una Europa
más democrática, diversa, equitativa e inclusiva por lo que quiere arruinarla
económica y militarmente.
El Porce, abril 3 del 2025
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