Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur Klemath Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.459-1039

Fecha: Jueves 10-04-2025

 

EDITORIAL

 

De ensueño y responsabilidad

 

Vivimos en una tierra donde abundan los sueños, pero escasea la voluntad para convertirlos en realidad. En muchas ocasiones, el país parece habitado por voces que imaginan futuros brillantes, pero rehúyen la más mínima exigencia que los acerque a esos horizontes. Se sueña mucho, se actúa poco. Se desea con vehemencia, pero sin compromiso. Así, la palabra se convierte en refugio y la acción en un terreno incómodo al que pocos se atreven a pisar.

El problema no está en soñar, sino en la ausencia de responsabilidad que acompaña esos sueños. Hemos construido una cultura donde la comparación constante con el otro se vuelve una forma de existencia. Se vive a través del “qué dirán”, se mide el éxito según estándares ajenos, y se observa con desdén al que logra avanzar. La envidia, disfrazada de crítica o indiferencia, ha reemplazado el reconocimiento, y con ello hemos erosionado la posibilidad de construir comunidad.

Lo preocupante es que esta actitud ha colonizado incluso la percepción de lo propio. Se desprecia lo local, se desconfía de lo autóctono y se idealiza lo lejano. Se ha dejado de ver el país como un hogar para convertirlo en una carga. Se habla de “irse para progresar”, como si el territorio fuera una condena, sin entender que el verdadero encierro no está en el suelo que se pisa, sino en la mentalidad con la que se camina.

No se trata de negar los desafíos, sino de asumir que la transformación comienza en el modo en que cada uno habita su país. El desarraigo emocional, la falta de compromiso, la ausencia de orgullo por lo propio, son ingredientes de una toxicidad que no proviene de la tierra, sino de la actitud con que la habitamos.

Tal vez, el primer paso para superar esa toxicidad es dejar de soñar desde el resentimiento y comenzar a construir desde el amor. Ver en lo cotidiano una posibilidad, y no una condena. Recuperar el sentido de pertenencia, no como una consigna vacía, sino como una forma profunda de responsabilidad. Porque un país no se transforma con discursos ni con fugas. Se transforma con decisiones, con afecto, y sobre todo, con voluntad.

 

 

 

La inocencia está arruinando a los colombianos

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

Las guerras no las hace el pueblo. Las guerras las generan los que tienen intereses en los bienes ajenos y someten a sus lacayos a pelear por lo que no es de ellos. Esta simbiosis se ha sostenido por siglos sin que los lacayos entiendan que ellos son los perros falderos de los que están en el poder que el lacayo le ha dado.

La sociedad es lacaya de los políticos y ella es inocente de esta situación, porque al carecer esta de independencia intelectual se ve sometida a quienes poseen un poco o más capacidad para discernir sobre asuntos públicos o manejo del bien común. Este fenómeno se viene dando desde los principios cuando el ser humano establece la casa como hogar para su tribu o grupo social.

Hoy, en los albores del siglo 21 de nuestra era, podemos ya distinguir la diferencia de conductas humanas que actúan según sus intereses personales en contravía de la leyes y principios que el Estado establece para sostenerse con los impuestos que la sociedad paga para el bien del establecimiento.

Derrotar el establecimiento como tal, seria una batalla de nunca acabar, porque sus raíces son tan milenarias que cada vez que se arranca la mata, algo queda en la profundidad de la conciencia humana que vuelve a renacer como si fuera un nuevo principio.

Estamos tan acostumbrados de tener líderes, pastores y maestros del malabarismo mágico que nos harán creer que somos seres incapaces de avanzar por nuestros propios medios y que ellos son los que pueden hacer que la vida renazca nuevamente por un acto de fe.

Nuestra vida es solo un espacio, hipotético, que cada uno de nosotros lo vivimos como se nos presenta a cada instante. No podemos predecir el mañana, pero si organizarlo para que sea más fructífero o quizás menos angustioso. Pero eso sí, si no se nos atraviesa una sabandija que nos estropea todo lo ya hecho.

Debemos detenernos un instante, y comenzar a evaluar nuestra propia vida y tomar decisiones sobre nuestro propio bien y de aquellos que dependen de uno. Y no dejar que nos tomen como sus mascotas para ellos beneficiarse de nuestro trabajo y sueños de nuestra existencia.

El camino está por recorrer y solo
necesitamos dar un paso para hacerlo corto

 

 

 

y cambiar de lugar de donde estamos ahora. Nunca ha sido tarde para alcanzar las metas que cada uno se impone y lograr el objetivo final.

 

HASTA EL CAFÉ CHUPA TROMPETA
Crónica #1093

Por: Gustavo Álvarez Gardeazábal

 

Audio: https://www.youtube.com/watch?v=NaEaxdWFqqQ

 

Aunque nunca se sabe quién escoge las tendencias de las noticias en Colombia, y mucho menos ahora que existen los promotores de ella en los garajes de pipiripao, no deja de ser curioso que no nos hayan pretendido convencer que somos victimas del humillante trato de los aranceles que decretó el impoluto presidente de los Estados Unidos.

El hecho de que dos de nuestros productos estrella, el petróleo y el café, hayan sido sancionados con un arancel del 10 %, no parece preocupar ni siquiera a los cómodos exportadores de café de las trilladoras de Pitalito.

Pero aunque los manejadores de la noticia no lo digan, algo nos convierte en sujetos humillados por el emperador gringo. El solo hecho de que se le haya impuesto un 46 % a los cafés robustas que exporta Vietnam, nos hace pensar que de refilón, algo nos afecta.

Los tostadores gringos combinan el robusta vietnamita o brasilero con el suave colombiano, y allí reside el negocio de esas procesadoras.

¿Hasta qué punto el precio del robusta hará cambiar la ecuación de la que hacemos parte? Lo deberían saber hace rato los antiguos mercaderes de la federación. Pero como a ellos se los comió el déficit de los futuros y quedaros tan castrados de ideas y métodos, como las cooperativas que llevaron a la quiebra, ninguno da pie con bola, ni siquiera en estos tiempos de la IA y de los algoritmos que todo lo averiguan en un flash.

Muy probablemente esta chupada de trompeta que le toca al café colombiano, será una oportunidad de ampliar el mercado y mantener el alto precio que por meses ha logrado en Nueva York. Pero los cafeteros, dirigidos por Bahamon, ni siquiera le han preguntado a Uribe, su patrocinador, para que los oriente, y menos que van a proponer un agresivo plan de mercadeo para cuando se calmen las aguas.

Parecería que nacimos para ser arriados, como las mulas que cargaban el café.

El Porce, abril 10 de 2025

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
Laurie Agront

Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

Felipe Castro

 

   

Diagramación
María  Molina

 

Soporte Tecnológico
Aurooj Ali Khan

Nadeem Khan

Jawaad Malik

 

Colaboradores

Jotamario Arbeláez
Gustavo Álvarez Gardeazábal

Rubén Darío Varela Hurtado

 

 
Edgar Cabezas

Gongpa Rabsel Rinpoché

Guillermo Navarrete Hernández
Iván Pulido

Teresa Pardo

Agustin Perozo

Otoniel Parra Arias
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