Pereira, Colombia - Edición: 13.467-1047

Fecha: Sábado 19-04-2025

 

 TECNOLOGÍA

 

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¿Y si la Tierra siempre tuvo agua? Nuevo estudio reabre el debate sobre los orígenes del líquido vital

 

 

 

un accidente afortunado, sino una consecuencia natural de la composición inicial del sistema solar interno.

 

El hallazgo tiene implicaciones más allá de la historia de nuestro planeta. Si la Tierra pudo formarse con agua desde el principio, ¿podría haber sucedido lo mismo con otros planetas rocosos en zonas similares del sistema solar o incluso de otros sistemas planetarios? ¿Es el agua, y tal vez la vida, más común de lo que pensábamos?

Barrett planea seguir estudiando meteoritos similares para afinar la estimación de cuánto hidrógeno podría haber estado disponible durante la formación terrestre. “Todavía queda mucho por descubrir. Este meteorito es apenas una pieza del rompecabezas”, señaló.

El estudio, publicado en la revista Icarus, no pretende cerrar el debate, sino abrirlo con nuevas herramientas y perspectivas. Gracias a avances tecnológicos como la espectroscopía XANES, los científicos pueden observar con mayor precisión elementos que antes resultaban invisibles o inmedibles. Pero acceder a estos análisis no es sencillo. Requiere aceleradores de partículas, instalaciones especializadas y, como lo reconoció el propio Barrett con humor, “definitivamente no es algo que puedas hacer en el garaje de tu casa”.

 

 

Más allá de lo técnico, lo que queda es una historia humana de curiosidad, duda y descubrimiento. Científicos que escarban en los secretos del cosmos a través de rocas que han viajado millones de kilómetros y millones de años para llegar a nuestras manos. Y en ese proceso, nos hacen repensar quiénes somos, de dónde venimos y cuán especial —o quizás cuán común— podría ser ese milagro líquido al que llamamos agua.

Así, con una roca olvidada en el hielo antártico y un puñado de datos escondidos en átomos ancestrales, la ciencia vuelve a recordarnos que la historia del agua en la Tierra no está completamente escrita. Todavía fluye, como el propio líquido vital, entre certezas y preguntas, entre lo conocido y lo que queda por descubrir.

 

Durante décadas, la historia sobre cómo apareció el agua en nuestro planeta parecía más o menos resuelta: asteroides ricos en hielo habrían impactado contra la Tierra primitiva, un planeta árido, y gracias a esa serie de afortunados encuentros cósmicos, se sembró el ingrediente esencial para la vida. Sin embargo, un nuevo estudio encabezado por investigadores de la Universidad de Oxford ha sacudido esta narrativa de forma profunda y potencialmente transformadora.

 

La clave del hallazgo está en un meteorito. No cualquier roca espacial, sino una condrita de enstatita, una clase rara que se cree que comparte una composición muy similar a la de la Tierra primitiva. Este meteorito, conocido como LAR 12252 y hallado en la Antártida, fue objeto de un análisis minucioso mediante una sofisticada técnica de espectroscopía llamada XANES, que permitió detectar la presencia de hidrógeno en lugares inesperados. Lo que descubrieron los científicos fue algo que podría reescribir lo que sabemos sobre los orígenes del agua en nuestro planeta.

 

 

Tom Barrett, autor principal del estudio y estudiante de doctorado en el departamento de Ciencias de la Tierra de Oxford, lo explicó de manera sencilla pero reveladora: “Siempre asumimos que el agua de la Tierra fue el resultado de una suerte cósmica, una especie de milagro geológico. Pero ahora estamos viendo que, quizás, el planeta ya estaba hidratado desde el principio”.

La afirmación tiene un peso enorme, porque cuestiona una de las hipótesis más aceptadas en geología planetaria: que el agua llegó a la Tierra a través de impactos posteriores a su formación. En cambio, el nuevo estudio sugiere que el propio material que dio origen al planeta ya contenía hidrógeno y oxígeno suficientes como para formar agua por sí solo, sin necesidad de aportes externos significativos.

Lo que hace especialmente interesante este trabajo es la forma en que se descubrió el hidrógeno. En estudios anteriores ya se habían identificado trazas del elemento dentro de los cóndrulos —esferas diminutas presentes en estos meteoritos—, pero esta
nueva investigación encontró que el verdadero reservorio estaba en la matriz que rodea dichos cóndrulos. Allí, en esa fina estructura, los científicos detectaron sulfuro de hidrógeno en cantidades diez veces

 

 

superiores a las observadas en los cóndrulos, lo que indica que el meteorito contenía mucho más hidrógeno del que se creía.

 

“Nos emocionamos muchísimo cuando el análisis nos indicó que la muestra contenía sulfuro de hidrógeno, ¡pero no donde esperábamos!”, recordó Barrett. Y más allá de la sorpresa científica, el hallazgo también representa un cambio de perspectiva sobre cómo entendemos los ingredientes esenciales para la vida en la Tierra y, por extensión, en otros planetas.

Por supuesto, no todos están completamente convencidos. Matt Genge, científico planetario del Imperial College de Londres que no participó en el estudio, advirtió que es difícil descartar por completo la posibilidad de contaminación terrestre. Después de todo, el meteorito estuvo expuesto al medio ambiente antártico durante cientos de miles de años, y aunque los investigadores de Oxford se esforzaron en minimizar ese impacto en sus resultados, siempre queda un margen de incertidumbre.

 

Sin embargo, James Bryson, coautor del estudio y profesor asociado en Oxford, defendió los hallazgos con firmeza. “Creemos que solo una parte del hidrógeno que encontramos en el meteorito puede atribuirse al agua terrestre, quizás alrededor del 15%”, explicó. “El resto, estamos convencidos, es original del meteorito y, por ende, representativo de los materiales que formaron la Tierra”.

Esta conclusión no elimina por completo la hipótesis del aporte de asteroides y cometas. Más bien, la matiza. Según Bryson, es probable que una pequeña fracción del hidrógeno terrestre provenga de impactos externos, pero el grueso del mismo ya estaba presente desde los primeros momentos de formación del planeta. En otras palabras, el agua podría no haber sido

 

 

 

 

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