Fundado el 9 julio de 1948 -

Por Rafael Cano Giraldo -1948-1981

Publisher: Zahur Klemath Zapata - 1981 –

 

 

 

Las opiniones expresadas por los columnista son de su exclusiva responsabilidad y no comprometen el pensamiento de El Imparcial

 
 

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EDITORIAL

 

Pereira, Colombia - Edición: 13.474-1054

Fecha: Domingo 27-04-2025

 

EDITORIAL

 

El contrato de la paz

 

La paz es el producto de intercambio más antiguo y eficiente de la historia. Desde el principio de las civilizaciones, el deseo de la paz ha sido el lienzo donde se crean las grandes estructuras culturales, donde los integrantes de una sociedad inscriben lo que para ellos es la paz, oculto bajo los deseos que manifiesta.

Pero, en este juego de conseguir el producto llamado paz se entrega otra característica propia del ser humano, su libertad. Ya muy bien Hobbes anunciaba este intercambio social, uno en donde, en busca de obtener tranquilidad o paz, el ser humano entregaba su libre albedrío, sus derechos naturales y demás, es decir la libertad total. Sin embargo, esta libertad no sólo se intercambia sino que pasa a formar parte de otra libertad, que ahora tiene la libertad de todos los seres a los cuales les brinda paz.

Estas libertades adquiridas son la razón de los grandes poderes actuales. No obstante, este intercambio se da siempre desde un contrato constante, es decir, siempre y cuando se adquiera paz la libertad del sujeto es limitada por su proveedor, pero ¿este contrato se cumple en la actualidad? ¿Colombia tiene paz? En efecto, una negativa siempre es la respuesta, en todo el país; de norte a sur, de oeste a este y en todas las combinaciones posibles, Colombia es un país con poseedores de un contrato que no se está cumpliendo, pero que si se le está cobrando, pues la libertad sigue siendo exigida, actuar siempre de acuerdo a la voz de las grandes reglas que nos rigen y dicen como ser.

La conclusión de esta reflexión es que somos acreedores de un contrato incumplido, promoviendo de esta manera, la necesidad de exigir nuestra libertad para así volverla a intercambiar de nuevo con alguien que sí cumpla el contrato que traiga paz.

Que nuestra libertad regrese significa la posibilidad de una reorganización de principios y bases de lo que entiendo como paz, y no simplemente seguir adquiriendo una paz anticuada y vieja, que ya impide que mi intercambio sea equivalente.

 

 

 

 

  

En la búsqueda de un futuro presente

Por: Zahur Klemath Zapata
zapatazahurk@gmail.com

 

La falta de conciencia y sentimientos de autonomía nos lleva a vivir dependiendo de otros que se aprovechan de nuestras inseguridades. Y esto ha sido una constante en la evolución humana que la gente acepta como algo normal.

En verdad es normal para los seres que su capacidad de raciocinio no ha evolucionado lo suficiente como para dilucidar la realidad de las cosas que el hombre pretende establecer.

La vida social en la actualidad es muy compleja y ha entrado en una maraña de sentimientos que existen en diferentes estados y esto hace que cada uno responda a impulsos emocionales. Pero quienes están al mando del establecimiento usa esas condiciones para manipular a una mayoría que le son fieles sin importarles el sufrimiento que los seguidores puedan sentir.

Por esos los Estados se vuelven poderosos al mando de un hombre o un líder quien es el que rige el destino de todos. Al final todos sufren y pierden. Pero cuando la sociedad aprende de esas experiencias se organiza y establece una ruta a seguir todo cambia.

Los congresistas no piensan más allá de la realidad que ellos están viviendo porque es su forma natural de manejar su entorno. Pero el pueblo al final es el que determina para dónde va la nación y quien será el que llegue al congreso.

El tiempo hace que las sociedades maduren o se estanquen y otras aprenden del pasado como si fuera una lección de conocimiento. Esto nos diferencia en muchas formas los unos a los otros, aunque vivamos en una misma civilización.

La Nueva Granada fue grande porque era un territorio colonizado por barbaros oportunistas que todo les llego por azar de las circunstancias y al final lo perdieron todo. Esa sociedad que quedo nacida de la colonización apenas está aprendiendo de la miseria, el maltrato y la vergüenza de ser mestizo, criollo o mulato y que hoy es una amalgama de todo un poco y quienes presumen de blancos son simplemente los presuntuosos de algo que no son. El poema de Luis Carlos Gonzáles “Raza” describe muy bien lo que son.

Hay una nueva generación que se está enfrentado no al pasado sino al futuro y están reclamando los derechos que le son propios porque ya no pertenecen a los ancestrales criollos que no supieron gobernar cuando el florero de Llorente. Ya no hay ese temor y esa inseguridad que tuvieron los antepasados, a pesar que hoy no están lo bien preparados para administrar un país, pero si saben cuándo una nación está mal administrada y

 

 

 

parasitada por el congreso que continúan actuando como si nada pasara en el país. Y hoy pretenden ser los nuevos gobernantes y continuar viviendo del erario.

 

Gustavo Alvarez Gardeazábal

Audio: https://youtu.be/NUkf-GpxvU4


Pocos libros me abofetean. Este lo logró porque me hizo sentir cuan provinciano, iluso y desinformado soy.

Yo había escrito mi novela LOS MÍOS convencido que la denuncia sobre los abusos, atropellos y crueldades de los empresarios azucareros era valiosa históricamente y que el caso del Valle del Cauca era solo propio de mi gente y mi región.

El profesor de la Universidad de Amsterdam, Ulbe Bosma, me hace saber, y me convence, que el mundo del azúcar es igual al de los Copete del Hierro de mi novela aquí y en Cafarnaúm.

Con una minuciosidad admirable va describiendo los trucos financieros y las actuaciones atrabiliarias de los dueños de la tierra y de los comerciantes del azúcar, de la producida por moler caña o por exprimir remolachas, tanto en Java como en Cuba, en los gobiernos de Napoleón o de Reagan, en los mercados de New York o en los de Londres.

Hay un denominador común de esclavismo y de obreros mal pagados en los azucareros de la caña en Brasil o en el Perú, en los molinos de la China o en los trapiches de Colombia.

A su alrededor han existido invasiones de tierras, sindicatos arrebatados, matanzas inmisericordes. Pero el libro trae una coordinada historia de la evolución del azúcar y de sus procedimientos, desde cuando era manjar solo de los reyes hasta ahora cuando la campaña contra su producción por el daño que produce en la salud amenaza con arrebatarla de nuestras mesas.
”Azúcar” es de una sapiencia ejemplar en sus 485 páginas y de unas anécdotas de novela que no escapan ni a los mamelucos egipcios ni al Julio Lobo de La Habana o el Varsano de hoy.

Y, por supuesto, obliga a la conclusión que el precio y las ganancias del azúcar no se sudaban en los sembrados de todo el mundo sino en las oficinas del Trust gringo o en las leyes decretadas por el Parlamento Británico y, lo que es peor, hasta el día de hoy cuando dos monstruos, los de ASR y los Fanjul de la Florida o los de ABF y Kenward de Inglaterra fijan pérdidas o utilidades, construyen pactos mundiales, se inventan subsidios estatales o destruyen esperanzas de los pequeños agricultores que han reemplazado a los esclavos de antaño.

El porce, abril 26 del 2025

 

 

Director
Zahur Klemath Zapata

Gerente
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Gerente Operativo
Alba Lucia Arenas V.


Editor

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Diagramación
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Colaboradores

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Gustavo Álvarez Gardeazábal

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