Mark
Carney lidera un giro histórico en Canadá: Del colapso liberal al
renacer patriótico

En un giro político sin precedentes, Mark Carney ha llevado al
Partido Liberal de Canadá de las ruinas a la victoria en apenas
siete semanas. El exbanquero central, que debutó en la política a
principios de marzo tras ganar unas primarias internas, se convirtió
el lunes en primer ministro electo tras imponerse en unas elecciones
federales decisivas, marcadas por el auge del nacionalismo y la
inesperada intervención del presidente estadounidense Donald Trump.
Carney, un outsider sin historial político, logró revertir una
desventaja de 25 puntos en las encuestas en tiempo récord. Su
ascenso ha sido impulsado menos por un fervor liberal y más por una
mezcla de rechazo a las amenazas de Trump, miedo a una posible
anexión estadounidense y una llamada urgente a la unidad nacional.
“Estados Unidos quiere nuestra tierra, nuestros recursos, nuestro
país. Eso no va a ocurrir. Jamás ocurrirá”, proclamó Carney en un
emotivo discurso tras conocer su victoria.
El resultado de las urnas sorprendió incluso a los más optimistas.
Los liberales pasaron de 153 a 168 escaños, y aunque no alcanzaron
la mayoría absoluta, podrán formar gobierno con el apoyo del NDP,
que sumó 7 bancas más. Es una coalición frágil, pero suficiente para
dar estabilidad inicial al nuevo gobierno. La reacción inmediata del
líder conservador Pierre Poilievre —quien no logró conservar su
propio escaño— fue de respeto institucional, aunque advirtió que su
partido seguirá ejerciendo una oposición firme.
La campaña de Carney, basada en su experiencia como gestor de crisis
económicas, contrastó con la de Poilievre, que se perfilaba como
favorito tras el desgaste del gobierno de Justin Trudeau. Sin
embargo, el tono tibio del conservador ante las provocaciones de
Trump —quien sugirió que Canadá debería convertirse en el estado
número 51 de EE.UU.— terminó por volverse en su contra. El
electorado canadiense, enfrentado a una amenaza externa inédita, se
movilizó en masa en defensa de su soberanía.
Lejos de ser un cheque en blanco a las políticas liberales, el
resultado refleja un voto cargado de orgullo y resistencia. No hubo
entusiasmo generalizado por propuestas ambientales o sociales; lo
que prevaleció fue la defensa del modelo canadiense frente a la
presión estadounidense. Carney entendió este sentimiento y supo
canalizarlo con un discurso sereno, pero firme.
Ahora, el nuevo primer ministro deberá afrontar una realidad
compleja. En menos de dos semanas se espera la conformación de su
gabinete y la presentación de un presupuesto que incluya la
prometida rebaja de impuestos a la clase media y medidas para
reforzar el mercado interno. Además, Carney anunció que buscará
renegociar con Trump un acuerdo comercial que evite la entrada en
vigor de nuevos aranceles el próximo 3 de mayo.
“Estamos en un momento crucial de nuestra historia”, afirmó Carney.
“Nuestra antigua relación con Estados Unidos ha cambiado. Debemos
cuidarnos a nosotros mismos y, sobre todo, cuidarnos los unos a los
otros”. Su victoria, más que una celebración liberal, parece ser más
una declaración de resiliencia nacional.
Cuba devuelve a prisión a los
opositores Ferrer y Navarro en medio de denuncias internacionales
En un giro que ha provocado indignación dentro y fuera de Cuba, el
régimen de La Habana revocó el lunes la libertad condicional de los
reconocidos opositores José Daniel Ferrer y
Félix Navarro, devolviéndolos a prisión. Ambos habían sido
excarcelados en enero como parte de un
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acuerdo
con Estados Unidos, mediado por el Vaticano, en el que se prometía la liberación
de más de 500 presos a cambio de reconsiderar la inclusión de Cuba en la lista
de países promotores del terrorismo.
Sin embargo, la decisión de las autoridades judiciales cubanas, que acusan a
Ferrer y Navarro de haber incumplido las condiciones impuestas, ha generado un
amplio rechazo. El Tribunal Supremo Popular argumentó que Navarro abandonó su
municipio sin autorización en varias ocasiones y que Ferrer no se presentó ante
el juez en dos oportunidades. No obstante, las organizaciones de derechos
humanos denuncian que el trasfondo de esta decisión es político.
Maricela Sosa Ravelo, vicepresidenta del Tribunal, aseguró que las revocaciones
“tienen sustento legal” y que los detenidos continuaban promoviendo el
“desacato” a las autoridades desde sus redes sociales y espacios públicos. Pese
a ello, aclaró que estos comportamientos no fueron la causa oficial de su
regreso a prisión.
La organización Amnistía Internacional calificó la situación como “gravísima”.
Su investigadora para el Caribe, Johanna Cilano, denunció que tanto Ferrer como
Navarro fueron objeto de constantes amenazas y persecución tras su salida. “Han
mantenido su compromiso con la libertad pese al acoso continuo”, señaló.
Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), fue arrestado nuevamente
junto con varios allegados, incluidos miembros de su familia y activistas.
Navarro, de 72 años y con problemas de salud, cumplía una condena de nueve años
por delitos vinculados al activismo político. Ferrer, por su parte, enfrenta una
pena de cuatro años y medio.

La organización Prisoners Defenders advirtió que el retorno a prisión coincide
con un aumento de la represión. Solo en abril, se reportaron más de 350
detenciones en torno a las actividades humanitarias que Ferrer desarrollaba en
Santiago de Cuba.
Ambos líderes habían declarado su intención de seguir luchando por el cambio
democrático en la isla. Ahora, vuelven a hacerlo tras las rejas.
España y Portugal emergen lentamente del apagón
más grave en su historia reciente

Una desconexión súbita e inexplicable dejó a millones de personas en España y
Portugal sin electricidad durante más de doce horas el lunes, en lo que ya se
considera uno de los apagones más graves en la historia reciente de la península
ibérica. Aunque la luz ha regresado casi en su totalidad, las preguntas sobre lo
ocurrido siguen sin respuesta.
Todo comenzó a las 12:33 p. m., hora local. En cuestión de segundos, la red
eléctrica de España perdió 15 gigavatios de energía —el 60 % del consumo en ese
momento—, provocando un colapso total del sistema. La caída arrastró consigo las
conexiones con Francia y dejó en penumbra a ciudades enteras. Portugal, que
depende parcialmente del suministro español, quedó igualmente paralizado.
Los efectos fueron inmediatos: trenes detenidos, metros clausurados, semáforos
apagados, comercios cerrados y aeropuertos con vuelos cancelados. En Lisboa,
Madrid, Barcelona y otras grandes urbes, la vida urbana se interrumpió con una
brusquedad que recordó las fragilidades ocultas de las infraestructuras
modernas.
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Policías dirigiendo
el tráfico con señales manuales se volvieron una escena común, mientras que los
hospitales activaban generadores de respaldo.
A medianoche, España había logrado restablecer el 61 % del servicio, que llegó
al 99,95 % hacia las 7:00 a. m. del martes. Portugal avanzó más lentamente,
alcanzando el 80 % de cobertura tras casi 24 horas a oscuras. Las
telecomunicaciones también se vieron gravemente afectadas, aunque las conexiones
ferroviarias de alta velocidad han comenzado a normalizarse.
Aún no hay una causa clara. El presidente del Gobierno español, Pedro Sánchez,
ha descartado un exceso de producción renovable, pero no ha excluido otras
hipótesis. Ha solicitado un informe independiente a Bruselas y creado una
comisión de investigación. Las autoridades españolas de
ciberseguridad y el Tribunal Supremo investigan si pudo tratarse de un
ciberataque o sabotaje.
En Portugal, el primer ministro Luís Montenegro también exigió una auditoría a
la Unión Europea. La tensión entre los dos gobiernos es evidente, mientras
millones de ciudadanos aún tratan de comprender cómo, en plena era digital, una
falla de segundo y medio pudo poner en pausa a toda una península.
Mueren decenas de migrantes africanos en ataque
aéreo de EE.UU. en Yemen

Una tragedia golpeó nuevamente a Yemen. Al menos 68 migrantes africanos
perdieron la vida y otros 47 resultaron heridos tras un bombardeo atribuido a
Estados Unidos sobre un centro de detención en la provincia de Saada, al norte
del país. El recinto, ubicado en territorio controlado por el grupo rebelde hutí,
albergaba a más de un centenar de personas, en su mayoría de origen etíope.
El ataque ocurrió de madrugada, cuando los migrantes dormían, según testigos.
“Nada más. Estábamos dormidos y de repente todo explotó”, relató uno de los
heridos a la televisión Al Masirah, dirigida por los hutíes. Las imágenes
difundidas por el canal muestran cuerpos calcinados y estructuras completamente
destruidas.
Estados Unidos, a través del Comando Central (Centcom), reconoció estar al tanto
de los reportes sobre víctimas civiles y aseguró que ha iniciado una
investigación para determinar las causas y consecuencias del bombardeo. Aunque
el gobierno estadounidense ha intensificado sus ataques en Yemen desde marzo,
asegurando haber golpeado a más de 800 objetivos hutíes, este incidente ha
desatado fuertes cuestionamientos.
Desde el lugar de los hechos, Ibrahim Cabdulqaadir Macallin, presidente de la
comunidad somalí en Yemen, calificó lo ocurrido como “trágico y horrible”.
Afirmó que no todos los cuerpos pudieron ser identificados y que, por fortuna,
algunos migrantes habían sido trasladados días antes, evitando una tragedia aún
mayor.
Las autoridades hutíes han condenado el ataque y lo califican como un “crimen de
guerra”, argumentando que el centro no tenía ninguna conexión militar. La
Organización Internacional para las Migraciones expresó su profunda tristeza y
se declaró lista para brindar asistencia, al tiempo que pidió proteger a los
civiles en cumplimiento del derecho internacional.
Mientras tanto, la violencia no se detiene. Otras ocho personas murieron en
bombardeos sobre Saná, la capital yemení, también en manos de los hutíes. Yemen
sigue siendo un destino trágico para miles de migrantes del Cuerno de África
que, en busca de trabajo en Arabia Saudita, atraviesan un país asolado por la
guerra.
La comunidad internacional exige respuestas. Las imágenes desde Saada reflejan
una de las caras más crudas del conflicto yemení: la de quienes no participan en
la guerra, pero terminan atrapados en su violencia.
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